Secretos en el Vecindario

Capitulo 9

El sol está haciendo su aparición estelar y cubriendo todo la cancha. El juego está por empezar, y el equipo contrario, las de la Escuela Secundaria Trinidad, se enfrentara a nosotras, C de O, lo que significa "chicas de oro", ese es el nombre de nuestro equipo.

Las chicas de Trinidad son campeonas regionales y siempre se burlan de nosotras en la cancha. Sin embargo, este juego no es tan importante, es solo uno de exhibición para prepararse para el gran torneo y calificar a las regionales, y de las regionales, a las nacionales. Una sola vez estuve, me refiero a las nacionales, pero fuimos eliminadas en la primera ronda. No es que me lo tome todo muy a pecho, pero me gusta ser mejor en lo que hago.

Kitball consiste en jugar béisbol, pero en vez de un bate, usamos el pie. Y esas mujeres la mayoría son robustas y grandes, y en nuestro equipo no hay muchas así, así que quizás perdamos.

Nos toca abajo y ya estoy en mi posición, por el sol no puedo ver a nadie en las gradas, es más, ni siquiera veo la pelota venir. Está quemando mi piel poniéndola más oscura que de costumbre. Voy a terminar calcinada.

Pom.

El primer pelotazo se lo llevo mi brazo, bien, y ni siquiera ha empezado el juego, estamos calentando los pases. Me froto mi adolorido brazo quemado por los rayos del sol y golpeado por la pelota de caucho. Para el kitball, utilizamos una pelota de voleibol porque las de básquetbol son más duras, difíciles de patear, y porque atrapar una pelota de esas a una velocidad avanzada mientras viene por el aire es algo terrorífico. La goma quema tus manos y les da tan duro que te la deja rojas. Por eso no la utilizamos.

Me acomodo abriendo las piernas, y subiendo más mis pantalones, me inclino hacia delante y echo el trasero para atrás, después pongo las manos en las rodillas y espero que el primer bate de las Trinitarias patee la pelota.

Micaela le picha la pelota en un pase lineal muy perfecto, como si le estuviera regalando el juego y la chica la patea. En primera base, Casandra atrapa la pelota que la de segunda le pasó y así tenemos el primer out.

Y después vienen los otros dos y ya estamos arriba. Al menos no nos bajaron ninguna carrera.

Yo era el séptimo bate, así que cuando teníamos segunda y tercera base llena, y dos outs, me toco batear a mí. Algunas de las chicas estaban riéndose y actuando como bobas, y pensé que lo estaban haciendo por los chicos, y sí, era por los chicos, pero yo no tenía a nadie que me gustase cerca. Me da completamente igual.

—Mara... —Micaela me haló, la chica que iba pichar hizo un ademan de estar enojada por su acción—, no mires ahora pero Leo está en las gradas.

—¿Qué?

Maratón de hormigas en mis piernas ha empezado, son miles, y hacen que tiemble.

—¡Strike! —Voceó la chica detrás de mí y la mire de mala forma mientras ella volvía a lanzarle la pelota a la piche.

Me decidí a volver al home para patear. Ella lanza la pelota y yo la pateo, después corro a primera base, una carrera bajo y seguí corriendo a segunda, ahí me di vuelta y busqué en las gradas a Leo, con mis manos trato de tapar el sol y ver más claro, y cuando conecté miradas con él, él alzó su mano derecha y me saludó. Y yo sonreí y lo saludé igual.

—¡Que corras a primera! —Me gritó en el oído Sam, ella era la que estaba en segunda base antes y la de tercera base ya tenía la pelota, nos teníamos que devolver, yo tenía que volver a primera base pero estaba muy ocupada buscando y saludando a Leo como para darme cuenta que movimientos tenía que hacer.

Cuando corrí a primera me hicieron out. Y subimos de nuevo, y todas ellas me reprocharon menos Micaela. En todo el resto del juego no podía dejar de mirar hacia donde él, lo que bajo mi promedio en todo el juego porque era un colador para las pelotas en left field y cuando me tocaba batear. Eran las hormigas, seguían allí.