Capítulo 13. Hora de la verdad

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Sus manos acariciaban mi silueta llegando a mis glúteos y tomándolos con fuerza para cargarme.

– ¡Aaah! ¡Me vas a tirar!– rodeé su cuerpo con mis piernas.

–Eso jamás pasará– sus labios se acercaron a los míos para besarme con pasión y exigencia.

–Nos van a escuchar– susurré sobre sus labios –mejor vamos a la habitación.

–agh! ¿Por qué tienen que estar aquí?

–Tú los invitaste– sonreí e intenté bajarme pero sus manos se aferraron más a mí.

– ¿A dónde crees que vas?– enarcó una ceja.

–a la...– sus labios me impidieron terminar la oración. Caminó hacia nuestra habitación sin dejar de besarme, sus suaves labios se movían en los míos chupando y succionándolos en repetidas ocasiones.

Rodeé su cuello con mis brazos y acariciaba su nuca mientras él se acercaba poco a poco a la puerta. Pude sentir su miembro erecto vibrar contra mi entrepierna, lancé un gemido ahogado y enredé mis dedos en su cabello jalándolo un poco.

– ¡Agh!– me quejé cuando bruscamente mi espalda golpeó la madera de la puerta, sus labios se separaron de los míos y aproveché para llenar mis pulmones de aquél aire vital.

–Lo siento– sonrió y volvió a besarme, una de sus manos se alejó de mi glúteo para poder abrir la puerta.

Entramos a la habitación y él cerró la puerta con una patada, se dirigió a la cama y se sentó en el borde, quedé a horcajadas sobre él. Sus ágiles manos subieron al borde de mi blusa para deshacerse de ella en segundos, sus manos recorrieron el camino hacia mi abdomen para después dirigirse a mis pechos, hizo a un lado las copas de mi sostén dejando al descubierto mis pezones erguidos, con una mano masajeaba mi pecho derecho mientras la otra se dedicaba a torturar mi pezón izquierdo. Gemí mientras disfrutaba de la sensación, sus húmedos besos comenzando a cambiar de dirección recorriendo mi piel caliente, sus manos dándole una atención increíble a mis pechos, su respiración agitada ambientando la escena. Llevé mis manos hacía el broche de mi sostén para abrirlo.

– ¡NO!– gritó deteniendo todo, lo miraba extrañada y un poco asustada por el grito –déjame hacerlo– sonreí y asentí, él llevó sus manos a mi espalda, observaba su rostro concentrado para deshacerse de esa prenda. Su respiración cercana a mi pezón me hacía cosquillas, me erizaba y él no se daba cuenta. Segundos después lo desabrochó, bajó los tirantes rozando mi piel con la yema de sus dedos, una vez fuera lo tiró lejos de nosotros –la práctica– dijo sonriendo.

–No me convence mucho como suena eso– sonreí mientras le acariciaba el cabello.

– ¿Celos?– una mirada divertida me hizo suspirar.

–no, para nada.

–Me gusta verte celosa– una sonrisa lasciva apareció en sus labios, las yemas de sus dedos dibujaban círculos imaginarios en mis pechos –me gustas mucho, lo sabes ¿verdad?– sonreí y asentí divertida –eres hermosa, te lo había dicho ¿verdad?– volví a sonreír y asentir –te amo demasiado.

–Yo también te amo demasiado– le di un beso corto en los labios –eres lo más importante y valioso para mí– por ahora, pensé mientras me imaginaba a nuestro pequeño ajiotito junto a nosotros.

Sus labios se unieron a los míos en un suave y tierno beso, cerré los ojos mientras nuestros labios se fusionaban perfectamente, poco a poco él se fue recostando sobre el colchón llevándome consigo. Sus manos acariciaban mi espalda. Con cuidado se giró cambiándonos de lugar, su mano recorrió mi cuerpo hasta llegar al borde de mi pantalón, jugó con el botón unos segundos hasta que se decidió a quitarlo, tortuosamente bajó el cierre y deslizó esa prenda de mezclilla dejando libres mis piernas.

Quiero pensarte (SkyDragon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora