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Secretos


Viernes 14 de Abril. 3:04 PM, año 2009.



"El calor inminente que arropa China no es normal. ¡Obviamente no!"

Yao yace tirado en el suelo de la azotea. Se siente como un pollo en un horno, muy caliente y ahumado. Él quiere estar en Rusia, sentir la brisa fría pasar por su cuerpo. Sentirse helado ante la nieve... antes que morir de calor.

Pero su extraño compañero no piensa igual.

Curiosamente su compañero de cuarto es ruso. Él odia el frió con su alma, pero ama lo cálido con su corazón.

Hablemos un poco de él: Iván Braginski, de 16 años de edad, albino y con unos interesantes ojos color violeta. Mide unos 1.82 m. de altura, con una nariz especial y una inocente sonrisa que aparenta ser permanente. Yao se preguntaba cómo no se cansaba de sonreír, le era curioso, pues el chico tampoco era muy hablador que digamos.

Niega con la cabeza, sacando de su mente cada momento en el que el ruso le dedicó una sonrisa sin razón aparente. Se acerco al balcón para mirar la vista del internado. La brisa bailo con su cabello castaño, haciéndole sentir libre. Suspiro hondo y cerro los ojos. Apreciando el silencio, disfrutando cada momento.

—¿Yao? —escuchó a sus espaldas. Se giro rápidamente, descubriendo a Iván mirándole desde la puerta de entrada de la azotea—. ¿Qué haces aquí?

—¿Qué haces tú aquí? —pregunta a la defensiva. Si alguien les agarraba allí arriba, eran hombres muertos. Iván se quedo en silencio—. Contéstame aru.

—¡Éste es mi lugar favorito! —contesto con su típico tono infantil, intentado parecer enojado en un intento en vano, sonriendo suavemente a Yao mientras se acercaba—. No sabía que también subías aquí.

—Yo tampoco... —susurro por lo bajo. Un silencio incómodo se hizo presente. Iván seguía sonriendo, mirando el cuerpo del chino de arriba abajo. Yao se recostó de la pared, seguido del otro, aún mirándole con esos ojos... tan violetas—. Iván... ¿Por qué te gusta tanto este clima? Es decir, el calor es algo horrible.

—Me gusta lo cálido, pero no el calor —ríe bajo, desviando la mirada al cielo—. Me gusta... no sé, en Rusia siempre se la pasa nevando... La nieve es fea.

—Oh, ¡la nieve no es fea aru! ¡Es suave y hermosa!

—Bueno... —frunció el ceño, mirando con los ojos entrecerrados ahora el cielo. El sol le dejaría ciego.

—Dime que es linda, ¡acéptalo aru! —insistió Yao, ahora moviendo el brazo a Iván.

—Claro que es linda... supongo. Estoy cansado de la nieve.

—¿Por qué no te gusta? —inquirió curioso. Iván volvió a fruncir el ceño, mirando ahora la mano de Yao en su brazo. El chino cayo en cuenta de su acto y le soltó inmediatamente. Entonces Iván le miro a los ojos, fijo y serio. Y pensándolo bien, nunca le había visto serio. Tan profundo y frío...

Y le sonríe, tan genuino, comprensivo y dulce... una verdadera sonrisa.

—¿Me guardas un secreto?  No se lo digas a nadie.

Y se acerco al oído del chino, susurrando el por que de su odio a la nieve. Yao frunció el ceño. No se imagino algo así de íntimo y personal. Su estomago dio un vuelco y se encogió de hombros. Iván se separó un poco, sonriendo en el oído del chino. Sus miradas chocaron otra vez, esos ojos suaves y brillosos observando cada extremo del otro. Iván sonrió de lado.

Y la campana se escucho a lo lejos.

Iván se alejo, ahora sin su sonrisa genuina. Le tendió la mano a Yao, éste aceptó de inmediato. Tenían clases separadas, por lo cual al bajar de la azotea se separaron entre la multitud de estudiantes.

Y entonces, Yao cae en cuenta.

«¿Es acaso que estábamos coqueteando?»  Piensa Yao, parándose en seco por medio del pasillo. Si no se apura llegara tarde a química, pero eso le podía importar menos.

—Es imposible... —murmuró para sí mismo. Ellos son compañeros, compartieron un secreto y nada más. ¿Qué tendrían que ver unas miradas insignificantes?



#1: Iván Braginski. Su compañero de cuarto, conocido y compartidor de secretos.

Dedicado a: LadyRochu

¿Sólo Amigos? [RoChu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora