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Graduación. Parte 2.


Miércoles 29 de Junio, 6:30 PM. Año 2012.



—Buenas tardes estudiantes. Este año felicitamos a los nuevos ingresados, los intermedio y los que nunca volveremos a ver... —aplaudieron al unísono. La directora sonrió satisfecha y acomodó su cabello castaño a un lado—. ¿Triste, verdad? Hoy es un día para despedirse, pasarla bien con su compañeros de estos cuatro años. Hacer planes de vida con algunos, incluso, declarar esa historia de amor tan tímida que muchos de aquí tienen. La tarde pronto sera noche, y, será joven, al igual que ustedes presentes aquí —se escucharon pitidos desde la multitud abajo del escenario—. Pero, antes de que empiecen a festejar... no quiero insinuaciones de sexo en la pista de baile. ¡Listo, gocen su día chicos!

La multitud empezaba a enloquecer con la música zumbado en sus oídos. Los trajes de los jóvenes eran de color negro, todos, y los vestidos de las chicas largos con diseños de flores, a excepciones de algunas transferidas de intercambio. Yao vestía su traje formal chino rojo, tenía su cabello suelto con mechones agarrados en un lazo rojo. Él quería estar lindo para esa noche, sin embargo no vio el momento en el que le hubiesen confundido con una chica. Iván, a lo lejos, tenía en las manos su tumbler favorito; su vaso de vodka que contenía vodka obviamente, mezclado con una de sus preparaciones viniendo de Moscú. Se supone que no debía beber eso a su edad de diecisiete años, pero nadie quería hacerle enojar ahora. Él miraba con celos y amor al chino, amoroso por lo lindo que estaba ese día, y celoso por las personas queriendo sacar a bailar a Yao. Él no tenía derecho a estar molesto de todas maneras, y entonces se puso deprimido.

—Kolkolkol..

Yao buscaba con desesperación al ruso por todos lados, le había perdido de vista desde que la gente empezó a bailar como locos a su alrededor. Sino encontraba al ruso, todo se iría al caño.



Y eso es lo que pasaba ahora.

Yao caminaba por las calles oscuras de Beijing, mirando en todos lados algún rastro del ruso. Su vuelo no pudo salir hoy por cosas de milagros según Yao. Pero eso no valía la pena si no encontraba a Iván. Pensó en la posibilidad de que este en la casa, y recordó que ya tenía que buscar un lugar donde mudarse. Mordió su labio al saber que había acabado la segundaría ya. Era extraño, más que con la primaria.

Al llegar, lo primero que noto fue un vaso roto en el piso, ok, hay posibilidades muy bajas de que Iván pueda emborracharse, pero, esta despechado, ¿no?

—Iván... —le llamo con cautela Yao. Caminó hasta la puerta de su cuarto—. ¿Estás aquí aru?

Al entrar no encontró a nadie. Había una nota escrita arriba de la cama:


"Yo lo siento tanto. He comprado otro vuelo para las 8:21 de la noche.

Para Yao, con amor"


Yao miró el reloj en la pared marcando las ocho y once. Estaba totalmente estático. Es decir, ¿qué podía hacer? ¿Ir de osado y detener el avión para declararse?
Se tiró en la cama del ruso y suspiro triste. No sabía si era muy lejos, pues no dejo el nombre del aeropuerto escrito. Yao le quería aquí, a él no le importaba estar tan encaprichado con el ruso ahora, solo le quería cerca. Agarró su teléfono y marco unas cinco veces al número del ruso, era un caso de depresión o despecho.

¿Sólo Amigos? [RoChu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora