Capitulo 2

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- Voy a tener que poner el anuncio otra vez - comentó Harry dirigiéndose a Niall mientras limpiaba la vasta cuadra de un solo ocupante.

- ¿Y qué ha sido de tus dos únicos candidatos, el jardinero y el chapuzas? - Ayer los llamé para concertar una cita...

- En la cual planeabas soltarles por fin que el trabajo consistía en casarse contigo - suspiró Niall -. ¡Dios, no me gustaría tener que pasar por eso!

- Bueno, pues ya vez, según parece yo tampoco voy a tener que pasar por eso. Él uno había encontrado trabajo, y el otro se había mudado sin dejar su dirección. No debería de haberme angustiado tanto por la elección.

- ¿Qué elección? ¡Pero si solo te han contestado cinco personas! Dos con obscenidades, y otra en un tono tan misterioso como sospechoso. El anuncio era demasiado vago en cierto sentido, y al mismo tiempo excesivamente revelador. ¿Cómo diablos se te ocurrió poner eso de «domesticado y de buenos modales»? Quiero decir que no estás precisamente en posición de elegir. Bueno, a pesar de todo no puedo decir que lo lamente - admitió Niall abiertamente. - ¡Niall ... ! – lo increpó Harry.

- ¡Escucha, me dan escalofríos solo de pensar que vas a estar solo en casa con un extraño! - exclamó el rubio con ansiedad -. Y de todos modos, como tampoco dices abiertamente que lo que buscas es un marido temporal, ¿qué posibilidades tienes de que cualquiera de los hombres que llaman acceda?

- Apuesto a que alguno accederá si le ofrezco el suficiente dinero. Necesito mi herencia, Niall, y no me importa lo que tenga que hacer para conseguirla. No me importa si tengo que casarme con el jorobado de Notre Dame para satisfacer las condiciones del testamento - admitió Harry honesto -. ¡Esta casa ha pertenecido a mi familia durante más de cuatrocientos años ... ! - Sí, pero se está derrumbando delante de tus narices y está acabando contigo, Harry. Tu padre no tenía derecho a dejarte esta carga sobre las espaldas. Si él no hubiera dejado Fielding's Folly en semejante estado financiero tú no te verías ahora en esta situación. Harry inclinó la cabeza. Sus ojos verdes expresaban resolución. - Niall... tengo dos manos para trabajar, y mientras me quede aliento Folly pasará a manos de Hanna.

Harry contempló a su hija de dos años con orgullo y satisfacción. Sentada en un soleado rincón del jardín la niña vestía a una de sus muñecas preferidas. Hanna tenía suerte, pensó. No había heredado el pelo rizado de el, ni sus ojos miopes o su nariz. Tenía un precioso pelo liso castaño y rasgos finos y esbeltos, era sorprendentemente guapa y femenina para su edad. En resumen, iba a ser todo lo que el rizado había anhelado siempre ser.. No sería la fea de las fiestas, no sería descarada ni poco atractiva ni sus rasgos serían tan simples como 3 para no llamar la atención. Ni nunca se sentiría tan humillada como para arrojarse a la cama de un extraño solo para demostrar que era capaz de atraer a otro hombre. Aquel doloroso recuerdo hizo palidecer a Harry, que miró a otro lado con un vergonzoso sentimiento de culpabilidad preguntándose cómo le explicaría a su hija las vergonzosas circunstancias de su nacimiento. Hanna le preguntaría algún día el nombre de su otro papa. ¿Y qué le diría Harry? Que no lo sabía, que no se lo había preguntado. Que no había querido saberlo. Más aún, que podría cruzarse con él por la calle sin reconocerlo porque aquel día no llevaba puestas las lentillas y, por lo tanto, no tenía ni idea de qué aspecto tenía. Pero tenía los ojos celestes, el pelo negro o castaño y una voz maravillosa...

Aquellos recuerdos se agolpaban en su mente haciéndolo perder toda su confianza en sí mismo. Se había comportado como un buscon con el primer play-boy con el que se había topado. - Bueno, entonces supongo que volvemos al punto de partida en lo que respecta al tema de encontrar marido... - concluyó Niall secándose un sobre del bolsillo de los vaqueros -. Toma, ábrelo. Creo que es otra solicitud, aunque un poco tardía. Llegó esta mañana de Londres. Niall había aceptado que Harry utilizara su nombre y dirección. Ella necesitaba preservar su intimidad. Todas las cartas eran enviadas a la casa de los guardas que Niall había comprado dentro de los límites de la propiedad de Harry. Este sabía que se arriesgaba al poner un anuncio para encontrar marido, pero no tenía alternativa. Si lo descubrían lo acusarían de engaño en el cumplimiento de las condiciones del testamento y lo excluirían de la herencia pero, ¿qué otra cosa podía hacer? Era responsabilidad suya asegurarse de que Fielding's Folly pasara a manos de futuras generaciones, no podía fallar a la palabra que le había dado a su padre en el lecho de muerte. Se había comprometido a conservar Folly costara lo que costara. ¿Cómo iba a permitir que cuatrocientos años de historia familiar acabaran con él? Y, lo que era aún más importante, solo cuando consiguiera la herencia estaría en posición de volver a contratar a todo el personal que se había visto forzada a echar a la muerte de su padre. Saber que aquella pobre y fiel gente se veía en semejante situación por la incompetencia financiera de su padre le pesaba sobre la conciencia. Harry rasgó el sobre y leyó la escueta carta. - No es británico... y tiene experiencia como consejero financiero... - Lo más probable es que sea un empleado de un banco - comentó Niall sin dejarse impresionar.

La venganza de LouisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora