Capitulo 13

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Harry cerró la revista agradecido pensando en que Louis no podría verlo. Al fin y al cabo estaba en Italia, y los hombres como Louis nunca leían ese tipo de publicaciones. El cheque recibido por contar todas aquellas mentiras sobre lo feliz que era en su matrimonio y lo maravilloso que era su marido lo compensaba de la vergüenza que sentía. Con aquel dinero se pondría al día en los pagos de la hipoteca y arreglaría el Land Rover.

Hacía dos semanas y tres días que no veía a Louis y cada día, cada minuto, lo había echado de menos. Louis lo perseguía. Tenerlo cerca, aunque lo hubiera ignorado, hubiera sido mejor. Anhelaba estar con él. Y estaba molesto y avergonzado por sentir ese anhelo por un hombre que había entrado en su vida con el único objeto de hacerle daño. Impasible ante cualquier indirecta, correcto y atractivo hasta el final, Louis les había llevado al aeropuerto. Hanna se había echado a llorar al comprender que él no les acompañaba. Al abrazar a la niña él había esbozado una expresión satisfecha. El efecto de aquellas dos cabezas castañas juntas sobre Harry había sido muy diferente.

El parecido físico entre padre e hija era asombroso. Y Hanna tenía derecho a saber quién era su padre. Además, Louis también tenía sus derechos, por mucho que no tuviera prisa por ejercerlos. Si no se lo decía a Louis algún día Hanna le exigiría una justificación. Su orgullo herido, su ardiente deseo de evitar una confesión y su pesimismo en cuanto a cómo iba a tomarse Louis la noticia no era razón suficiente para guardar silencio.

Richard había llamado por teléfono avisando de que visitaría Folly con su novia durante el fin de semana.

Llegó el viernes, justo cuando Harry salía de casa con Hanna. - Si os vais ahogaré mis penas en alcohol, te lo advierto. Me han dado plantón - explicó hundiéndose en el sofá.

Richard tenía debilidad por las rubias, pero parecía incapaz de retenerlas. Harry le dio una palmadita en la espalda y contestó:

- Hanna tiene una fiesta, y yo me ofrecí para quedarme a ayudar. Estaremos fuera un rato, así que si no quieres quedarte solo llama a Karen.

- Es una lástima que Karen no sea rubia - se lamentó Richard sacando una botella de whisky de una bolsa -. Ninguna de las mujeres que conozco es rubia.

- ¿Y no te dice nada eso?

- Debería de haberme casado contigo, probablemente hubiera sido feliz. - Richard... deja esa botella y ve a casa de Karen. - No voy a contarle que me han dejado plantado... se reiría de mí.

Harry en cambio sí pasó a ver a Karen y a contarle lo de Richard antes de ir a la fiesta. No volvió a casa hasta las siete, y para entonces Hanna estaba agotada y deseando irse a la cama. Tras acostar a su hija Harry miró la botella de whisky medio vacía. - ¿Tan mal te encuentras?

- Peor.

- Bueno, entonces vete a la cama tú también. ¡Vamos, levanta! Harry lo ayudó a subir las escaleras y lo guió hasta el dormitorio que había junto a la de él. Richard cayó sobre el colchón.

- He conocido a tu marido... ¿desde cuándo tienes marido?

- ¿A mi marido? - repitió Harry atónito.

- No ha sido muy amable - le confió Richard en tono de secreto, tomándolo de la mano -... trató de pegarme... y hubiera acabado mal si no me hubiera caído antes. Richard tenía que estar soñando, pensó Harry. Sin embargo justo en ese instante se escuchó una voz desde el dintel de la puerta:

- ¿No es agradable?

Harry se asustó tanto que soltó a Richard y se volvió.

- ¿De dónde has salido? ¡Llevo más de una hora en casa!

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⏰ Última actualización: Apr 14, 2017 ⏰

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La venganza de LouisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora