Capitulo 8

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Entonces tuvo una idea y se puso en marcha. Tomó el teléfono unto a la cama y marcó el número de Richard.

- Richard... soy Harry...

- ¿Qué tal, viejo amigo? Qué raro que llames, precisamente estaba... - Richard, ¿recuerdas que una vez me dijiste que en Internet se puede encontrar casi cualquier tipo de información? - lo interrumpió Harry sin más ceremonias -. ¿Podrías tratar de averiguar algo para mí y mandarme la información por fax?

- Claro, ¿qué clase de información deseas? - Cualquier cosa que puedas averiguar sobre un italiano llamado... Louis Tomlinson.

- Ese nombre me suena - comentó Richard ausente -. Me pregunto si estará metido en las carreras de caballos...

- Te agradeceré cualquier cosa que puedas mandarme, pero no le digas a nadie que yo he estado preguntando - advirtió nervioso.

- Tranquilo. ¿Ocurre algo malo? - inquirió Richard -. Pareces preocupado. ¿De qué conoces a ese tipo? ¿Quién es?

- Eso es lo que trato de averiguar. Te llamaré... gracias, Richard - contestó Harry colgando el auricular.

Harry examinó la foto de Richard cerca de su cama. Necesitaba descubrir quién era Louis para poder luchar contra él. Y de ningún modo iría a Italia. No podía abandonar Folly. Alguien tenía que dar de comer a las gallinas y a Nero, su viejo caballo. Y cuidar de los perros. Harry se quitó el traje y se puso unos vaqueros y un jersey viejo. No podía soportar la idea de dejar su casa. Pero si no lo hacía perdería Folly para siempre. Para siempre. Harry dejó caer los hombros sintiendo la derrota. A corto plazo, ¿qué otra elección tenía aparte de seguirle el juego a Louis? Y eso significaba ir a Italia con Hanna. Darcy sacó un par de maletas y las llenó con ropa suya y de su hija. Entonces alguien llamó calladamente a la puerta. Era Liam. Tenía en la mano los papeles del fax.

- Esto estaba en la máquina que hay en la librería, signoro.

Harry quedó desconcertado al ver en la primera página la fotografía de Louis, que Liam no había podido evitar ver.

- ¿Trabajas para Louis?

- Sí, signoro. Soy su ayudante ejecutivo.

Harry cerró la puerta. Se preguntaba si Louis habría censurado personalmente la información que le había mandado Richard o si, por el contrario, sus esfuerzos lo divertirían. Extendió los papeles sobre la cama.

Y comenzó a leer. Había un artículo titulado Asesinato por un billón de dólares en Wall Street. Era de hacía tres meses. Describía a Louis como a un magnate de las finanzas, un brillante conocedor de los mercados del mundo que había nacido rico y que cada día lo era más. Su fortuna personal se estimaba en tanto que había que contarla una y otra vez para creerlo. ¿Y era

ese el tipo que había tomado de el un cheque por adelantado? Louis era un piojo, peor que un piojo. Una bacteria. No tenía honor, decencia, vergüenza ni escrúpulos. Harry continuó leyendo. El artículo hacía referencia a su reputación de mujeriego, a sus rudas prácticas comerciales, a su naturaleza implacable, a su falta de sentimientos. Eran tantos los ataques que Harry decidió que era mejor no seguir leyendo porque, casi con toda probabilidad, aquello era una exageración y una mentira.

Nunca ningún Fielding había huido ni se había rendido, recordó Harry. Sin embargo todos sus problemas eran económicos, y Louis probablemente sabría mucho de ello. Estaba hundido se sentía destrozado por haberle confesado que tenía una hipoteca. Por mucho que el artículo exagerara era evidente que Louis era un inmejorable estratega en temas financieros. Era rico, temido y envidiado, y sin duda tenía un enorme poder e influencia. ¿Un fenómeno? Harry examinó la fotografía. Su aspecto de hombre prohibido y severo era completamente distinto de aquel hombre del que se había enamorado locamente en Venecia... y era tan terrible, tan inquietantemente parecido al hombre con el que acababa de casarse... No había nada en el artículo que sugiriera que estaba loco o que le diera por tener salidas peculiares o fuera de tono. No había adelantado nada con el artículo, ni un solo paso, seguía sin comprender los motivos por los que Luca deseaba castigarla. ¿De qué quería vengarse? ¿Qué había hecho él? Había pasado una sola noche con él y, sin embargo, por algún motivo, Louis había recorrido un largo camino hasta dar con el y atarlo a un matrimonio que nunca había pretendido ser sino una farsa. Y con ello lograría controlar cada uno de sus movimientos durante seis meses. El precio de la derrota sería aquello que más quería. Harry se esforzó, muy a su pesar, por recordar aquella noche en Venecia. Su explosiva respuesta al primer beso de Louis lo había asombrado incluso a el. En cuestión de segundos volvió al pasado, se zambulló en él como si de verdad creyera que recordarlo pudiera ser de algún consuelo...

La venganza de LouisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora