Prólogo

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Cada uno está marcado con una gran distinción, que podría definir tu futuro.
¿El color de piel?
¿La estatura?
¿O tal vez algo tan simple como tu sexo?
Nada de eso. Aunque en un pasado sí hubiera podido ser así, pero ahora las cosas han cambiado, desde la llegada de la magia y de su expansión a cada brisa de aire, desde las gélidas brisas de los Polos hasta las calientes brisas del desierto.
Ahora 'todos' podían gozar de ella, estudiarla, manipularla... pero no todo son ventajas. Con su llegada nos dieron la bienvenida una serie de seres que pasaron a ser ya no tan mitológicos, y que salieron de sus escondites para cobrar lo que es suyo, la magia, su esencia, su vida. La única manera de derrotarlos sería matar a sus Reyes, pero nadie podrá conseguir tal hazaña, no mientras yo pueda vivir para verlo. Ah, no me enrredaré más; la marca de la que te estaba hablando, querido amigo, es el color de ojos: dorados, naranjas, rosáceos, rojos, verdes, azules...
Dependiendo de tus ojos podrías labrarte un futuro en un tipo de magia, conviviendo solamente con gente de tu mismo tipo, aprendiendo de ellos y, quizás, incluso poder calificarlos como 'familia'. Pobre de ti si naces con algún color 'infiel', ojos apagados sin ser capaces de apreciar las auras mágicas. Esa... esa es nuestra perdición.

Ahora, Minaliel, abre los ojos y demuéstrame qué escondes bajo los párpados...

El renacer de EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora