Estaba feliz de haber podido salir ya de aquél páramo y, montada en el caballo, me dirigí hacia el Norte. ¿Hacia el Norte siempre hay civilización, verdad? No iba a replanteármelo mucho, a lo lejos podía observar un bosque y, si agudizaba mucho la vista, distinguía la silueta de una mujer frente a los árboles. Cuando llegase le preguntaría donde estaba la ciudad más cercana; sí, eso haría. O igual no.
Al llegar a su altura, la miré de arriba a abajo... ¡Llevaba la misma ropa que la mujer de mi pesadilla! Y cuando habló, descubrí al instante quien era.
—Enhorabuena, Magia, demostraste ser digna de los poderes a ti dados y ser digna del título que llevas. Mas, a partir de aquí, el camino será todavía más arduo y duro. Para ti no pasó mucho tiempo desde que entraste en este plano pero, para el resto de tu mundo, sí. Pasaron dos años para ellos, siendo exactos. En estos dos años, las tensiones entre los feéricos renegados, con el apoyo de ciertos grupos agresivos de los humanos apagados, y los humanos agraciados han crecido exponencialmente hasta el punto de que se ha declarado la guerra. Dicha guerra se va a celebrar dentro de poco si alguien no lo impide.
—Pero... ¿Qué se supone que yo puedo hacer? No soy más que una chica que acaba de recuperar su poder...
—No, Arianrhod, eres más que una chica. Eres la Magia, y este es tu destino. Has de enfrentarte a Peitho, el lider de los feéricos renegados. Es tu destino.
Observé impotente como su cuerpo se iba poco a poco difuminando en una oscura y densa niebla hasta desaparecer por completo, dejándome con más dudas que respuestas. Además, ¿Qué era eso de un plano distinto y que habían pasado 2 años? ¡Si apenas habían pasado unas horas! Sacudí las preguntas de mi mente e hice que el caballo avanzase en el bosque. Poco a poco, mis párpados me pesaban más y más hasta que, por el cansancio de este viaje, acabé sumida en un profundo sueño...
Del que me acabó despertando un hombre. Estaba tirada en mitad de un camino y obstaculizaba el paso de los... Espera, ¿Qué? ¡Me despertó un soldado humano! Me incorporé todo lo rápida que pude y le pregunté a donde iban pero, por más que me esperase su respuesta, esta me dejó conmocionada.
—Vamos a la guerra
Me aparté para poder buscar mejor a los "jefes" y, por supuesto, les encontré. Eran los mandatarios de las distintas ciudades más importantes, y a todos les impresioné hace tiempo; a todos menos a uno. Igualmente, tenía que hacer algo, no podía quedarme quieta para ver como se mataban los unos a los otros.
—Señores, no podéis mandar a tantos hombre a la muerte. Dejadme ayudar. Al fin y al cabo, soy la Magia. Puedo venir bien para evitar la muerte de estos soldados. Concertemos una pequeña reunión, debatamos esto.
Podía verse en los ojos de aquellos humanos mágicos el miedo de la guerra. Perp desde que vieron que no era la Magia tantos años atrás, se notaba que no se fiaban de mi... Por suerte, el miedo a la guerra superó a la desconfianza
—Demuéstranos que eres la Magia, y tal vez aceptemos tu ayuda —dijo un feérico que estaba tras ellos. Los dirigentes humanos mágicos y los feéricos ya estaban reunidos por lo que sería más sencillo convencerles.
Me acerqué más a todos ellos y, uno por uno, fui mirándoles a los ojos.
—¿Os sirve con el multicolor de mis ojos?
Los jueces se miraron unos a otros, asombrados, para acabar encargando a un soldado una armadura de mi tamaño. Al parecer, por fin vieron que era la Magia, y de las filas salió un soldado con mi nueva armadura. Me fijé mejor en este, y las lágrimas brotaron de mis ojos mientras le abrazaba. ¡Era Angus! ¡No podía creérmelo! Tenía tantas preguntas, tantas palabras guardadas para él, que no sabía por donde empezar... Pero los mandatarios se me adelantaron preguntando por la situación del enemigo aunque usaron una palabra que no me cuadró demasiado. Le llamaron espía. Miré con detenimiento a mi marido mientras él hablaba.
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El renacer de Ella
FantasyCada uno está marcado con una gran distinción que podría definir tu futuro. Desde la llegada de la magia la marca es el color de ojos: dorados, naranjas, rosáceos, rojos, verdes, azules... Pero pobre de ti si naces con algún color 'infiel', ojos apa...