Escribiendo en mi cuaderno
una noche descubrí
que era un libro de desgracias,
un infierno de por sí.
Que tenía en él la mancha
y observé con estupor
que era el negro el que brillaba
y yo le di ese color.
Más pensando en ese sino
me di cuenta de mi error,
pues pensaba que el pasado
siempre fue un tiempo mejor.
Y en mi lucha contra el tiempo
fui incapaz de disfrutar
de las flores que adornaban mi camino bipolar.
Y es que si recibo poco
es porque poco yo igual doy,
que el futuro es incierto
y el pasado es también hoy.
Y si en algo fallo,
no es culpa de los demás.
No podremos andar siempre,
todos al mismo compás.
Yo por miedo a perder
nunca me supe arriesgar,
todo siempre lo hice a medias,
ni siquiera llegué a amar.
Observando ese diario,
por fin lo reflexioné.
Esta vida me acuna,
pero no soy un bebé.
No te puedes quedar quieto,
basta de ser holgazán.
Álzate hacia tus sueños
como un enorme titán.
Rompe todas tus cadenas
y no dejes de luchar,
si el camino será fácil
eso es cosa del azar.
Y si fallas o te caes,
¡qué demonios, aún mejor!
El más genial de los mentores
es el traje del dolor.
No te rindas
ni deprimas,
no te dejes doblegar.
Y al final de esta lucha,
eso te hará ganar.
Tú discúlpate
y perdona,
enamórate
y razona.
Sé tú mismo, no te engañes
no te sientas abatido
si algo llega con demora.
Sé un ángel,
un demonio,
sé un alivio y un agobio.
Reconoce tus defectos,
ama todos tus aspectos.
Busca ayuda, busca apoyo
o sé una guía para otro.
Busca alguien hecho pedazos,
sé un descosido para un roto.
Sé consciente de lo que eres
y de lo que te mereces.
Una vez se nos perdona
no hagas daño muchas veces.
En resumen, esta vida
sólo hay que disfrutarla.
En el fondo no hay huida
Y todos vamos a dejarla.
Si hay algo que te atrapa
sólo hay que echarlo al fuego,
tú no dejes que te impida
disfrutar de este juego.
Y cerrando esa libreta
fui capaz de liberarme,
de la chica del pasado
ya no queda ni un adarme.