Hemos escrito una historia
preciosa.
Hemos hecho que las palabras sonaran en el aire, como una dulce melodía, creando la música que acompañaba todos y cada uno de nuestros pasos, como si marcara el ritmo que nosotros debíamos tomar.
He mirado a tus ojos y he ardido. Han salido chispas, y después llamas, y después un incendio en mi pecho que has apagado con tus besos, con tu saliva y yo misma con mis lágrimas.
Hemos sido poetas por una noche que se repetía cada día. Y han sido casi 1000 días a tu lado.
Mil días. ¿No suena a poco?
Depende de cómo lo mires, mil días pueden sentirse como una eternidad, o como un simple parpadeo.
Nosotros vimos la eternidad pasar en el sueño de un sólo amanecer.
Creo que pensar en si nos hemos lastimado o no, en si hicimos las cosas bien o no, en los errores que cometió cada uno... Es algo absurdo ya.
Innecesario, pues no va a cambiar nada hoy por hoy.
Irrelevante, pues sinceramente, el pasado ya no tiene importancia.
Podría decirse que debemos vivir el presente, única y exclusivamente el presente, sin importar lo que vaya a pasar mañana, lo que vaya a ser de nosotros en cuestión de unas horas.
Pero quizás aterrizar ahora, a tiempo, es mejor que estamparse por intentar hacer un aterrizaje de emergencia.
Veo que llega la hora, y ahora estoy en el punto decisivo.
Será definitivo.
Seremos o no.
Sólo hay dos caminos que tomar, y viene con cuenta atrás. Tarde o temprano llegará el día final, y para entonces debemos haber escogido. Y ese día será más temprano que tarde.
Si para cuando llegue ese día me quedo aquí, sola, no voy a pensarlo más. Será decisivo. No tiene ningún tipo de complicación.
Los juegos a tablero no son infinitos, todo llega siempre a un fin. Puedes empezar una nueva partida, o puedes doblar el tablón y meterlo en la caja con todas sus piezas. No puedes quedarte sentado para siempre, mirando la partida finalizada y dudando sobre si empezar una nueva o dejarlo tal cual. Vas a tener que levantarte a hacer cosas, digo yo. A continuar con todo.
Hay veces que la partida te ha ido mal, te frustras y decides dejar de jugar.
Otras veces le echas valor y pruebas de nuevo. Yo soy de las que siempre repiten: cojo los dados y vuelvo a tirar.
Yo ya he tirado.
Pero hemos sido los autores de esta historia, esta historia preciosa. Escrita en pluma y tinta, y resulta que la tinta se termina. Como el juego.
Como la vida misma.
O metes un nuevo cartucho y sigues escribiendo, o cierras el libro. No puedes dejar que la pluma se seque por tu indecisión. No puedes mirar la hoja para siempre y releer las letras una y otra vez. Es una fantasía, pero vivir en el recuerdo no es vivir.
Futuro, ya estás aquí.
O empiezas la partida otra vez, o guardas el tablero, o buscas un juego nuevo.
O recargas la pluma y sigues con tu historia, o la terminas, o empiezas un libro nuevo.
Hemos escrito la historia más preciosa del mundo, pero nosotros vimos la eternidad pasar en el sueño de un sólo amanecer.