Predicción

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IV

Saitama mantenía los ojos cerrados, caminando de espaldas en sentido contrario a su discípulo y concentrado en no apresurar su impaciente conteo. La apresurada huida del cyborg era inconfundible para sus oídos mientras éste escapaba a ocultarse de él. Sin necesidad de abrir los ojos, Saitama conseguía visualizar el extenso camino que debía recorrer para dar con su objetivo; el cual se moría por verle... El punzante tacto de los escombros bajo sus pies y la sensación de las brasas carbonizando la ciudad alrededor de su cuerpo, le permitía un placentero panorama.

Genos se desplazaba a toda velocidad, perdiéndose en una irreconocible ciudad Z. Los segundos corrían sin interferir su frustrante análisis en las edificaciones; las condiciones de éstas eran deplorables, siendo poco prometedoras para un disimulado refugio. Esquivando pesados escombros y sobrepasando profundas perforaciones que obstaculizaban su escape, Genos sólo podía esperanzarse en que el vanagloriado poder de Saitama no opacara su raciocinio.

– El tiempo se agota... no puedo seguir escapando. Debo encontrar un refugio. – Se apresuró a ocultarse, ignorando que Saitama atendía a la repentina usencia de sus pisadas.

Saitama dejó de caminar en reversa, concentrando dos dedos en su sien derecho y rememorando las condiciones de su traumatizante juego del terror: si veneraba las habilidades de Genos, hacía la siguiente búsqueda aún más elaborada; pero si éste volvía a dirigirle una desafiante mirada, neutralizaría cualquiera de sus funciones restantes. Y contando...

– diecisiete, dieciocho, diecinueve... veinte – dijo, abriendo los ojos, saboreando cada segundo de desventaja –. Listo o no, allá voy... – continuó con una escalofriante sonrisa.

Saitama recorrió su obra maestra con indiferente mirada, poco concentrado en lo pintoresco que lucía una ciudad en completa devastación y cenizas. Con una leve inclinación y extendiendo los brazos hacia atrás, dio un potente impulso; el suficiente para mantenerlo en el aire y decidirse por una de todas las tentadoras direcciones que lo conducirían a Genos. Desde el cielo, la ciudad se veía como un laberinto; uno donde se destruyeron las paredes para facilitar el recorrido, por supuesto. El cuerpo de Saitama descendió, aún indeciso por donde comenzar.

– Ahora entiendo el porqué de su insistencia en regresar... – dijo rascándose la cabeza. – El lugar está hecho un maldito alboroto. Supongo que tendré que recurrir a esto. – apretando un puño.

Silenciosamente escondido en la oscuridad de una engrosada e inmensa caja fuerte, Genos se encolerizaba intentando reparar su inservible propulsor. Maldecía inmensamente que siempre fuera a destruirse una de sus extremidades al punto de ponerle en serios aprietos. De tratarse de cualquier monstruo misterioso, pensó que no le haría falta. Sin embargo, frente a Saitama...

– Vamos... vamos, funciona. Porquería... inútil... – pero sólo una lamentable llama fue su mejor hazaña en los últimos tres días. – Debe ser una broma... – dijo agotado de todos sus fracasos.

Sin más, reposó su cabeza en el frío metal. Si bien el cuerpo de un cyborg no sufría de agotamiento, eso no significara que tres días de consecutiva persecución no fueran a fatigarlo. Una hora de sueño sería suficiente para él, pensó. Sin embargo, frente a las amenazas de Saitama, Genos había aprendido que veinte segundos de ventaja podrían ser los más valiosos.

– ¿Puedes verme...? – desenvainando una escalofriante sonrisa – Sé que puedes. Lo sé porque aún no he tocado ese desgraciado artefacto tuyo de rastreo – dijo Saitama con total desprecio.

Genos permaneció en silencio, negando a las provocaciones de Saitama mientras atendía su inservible armadura por enésima vez. A falta de paciencia e instrumentos; sobre todo por su ineficiencia ante la falta de sueño, apenas y podía concentrar una estrategia sobreponiéndose a la paranoica idea de que Saitama diera el punto final a toda una duradera persecución.

One Punch Man - Inteligencia ArtificialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora