Un mal recuerdo: contienda (pt. 1)

345 23 3
                                    

VIII

Un hombre descompuesto por la severidad de sus heridas, yacía envuelto en vendajes hasta el cuello y resguardado en una camilla aislante. Saitama se reincorporó, tras un debate silencioso de miradas furtivas determinado por sus amigos héroes, quienes aminoraban el fastidio por su soledad a causa de la desaparición de Genos, y caminó sin ningún apuro hacia el lugar de origen de esa escalofriante voz. Intranquilo por lo que pudiese encontrarse ahí dentro, se inclinó a ver por una de las ocho ventanillas que permitían la visibilidad del interior.

Saitama retrocedió al instante, con una expresión en el rostro que denotaba la repulsión que le invadió al ver al individuo dentro del proyecto de incubadora. La volatilidad de sus movimientos espantó a los héroes a sus espaldas, quienes se encontraban atentos al más mínimo detalle que él pudiera resaltar en su cambio de humor o rasgos faciales. Negando con la cabeza, ahora por el desconsuelo que le carcomió, Saitama volvió a inclinarse a ver por la ventanilla, a pesar de las advertencias de Tatsumaki porque mejor lo dejase descansar en paz.

Cuando aborreció lo mucho que le hacía falta Genos para reconocer los rostros de los héroes, Saitama se dio con la sorpresa de que podía recordar el nombre de este individuo. Apoyando un brazo para darse una mejor vista, totalmente sordo a las susurrantes voces de sus amigos héroes a sus espaldas, admiró compasivo el cuerpo de un ser mutilado bendecido con el desgraciado poder de acelerar el proceso de sanación en su cuerpo.

– Zombieman – susurró, Saitama, con una desanimada sonrisa en los labios, tal vez por el hecho de que éste personaje era extraordinariamente sensible a la muerte de un ser humano.

Tatsumaki hizo un quejido de fastidio por ser la única que suspiró un "¡ah!", sintiéndose muy ridiculizada por la inestabilidad de su mente. La empatía la invadió y observó a todos los héroes que los rodeaban, aún recostados, malheridos e inconscientes sobre sus camillas; no podrían esperar nada bueno dentro de esa incubadora. Zombieman era "inmortal" y las imágenes que alguna vez Tatsumaki admiró en la pantalla grande, en los estrenos de películas de terror, arrasaron con su mente regenerando imaginariamente sus huesos, sus órganos y su pálida piel.

– Cuando Genos comprendió el sistema con que los monstruos hacían sus apariciones, fue muy tarde para él. Estaba destinado a perecer – declaró, Zombieman, héroe nihilista de clase S, con la indolencia de quien espera su muerte algún día – No había a quien alertar, ni a quien advertir...

– ¿Genos está muerto? – cuestionó Saitama.

– No sé si esté muer...to o... no – Zombieman tosió de forma involuntaria, mientras los huesos incrustados en su garganta volvían a unirse para dejar salir un tono de voz más uniforme – Yo sólo espero que haya podido resistir todo ese castigo – Contó cada una de las sombras que conseguía vislumbrar desde el interior y suspiró – Fuimos totalmente inútiles... odié eso.

– ¿Por qué nos estás metiendo a nosotros en tus problemas? – refunfuñó, Tatsumaki.

– Esperaba encontrarme en mis capacidades para poder hablar – objetó, Zombieman, como si de callar a un infante se tratara, y se enderezó a pesar de la fragilidad de su columna aún visible.

Las enfermeras volvieron la mirada al escuchar el sordo golpe de la incubadora contra el suelo, pero pegaron un grito al ver el cuerpo sangrante de quien se encontraba vendado y acababa de partirse a la mitad. ¿Falta de profesionalismo?, tal vez, pensó Saitama mientras se ponía de pie a correr las cortinas que dividían las camas. Mumen hizo lo mismo por el lado izquierdo y Metal Bat terminó por cerrar el cubículo, en el centro. Tatsumaki sólo se limitó a enfadarse con ellas.

One Punch Man - Inteligencia ArtificialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora