Continuación.

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-Bueno, esta bien. ¿Pero es seguro que me pasas el dinero cuando llegue? –le dijo Alex al tubo del teléfono que tenia pegado a la oreja. -¡Gracias! Nos vemos allá -respondió después de una pausa.  

Colgó el teléfono y miro el reloj de pared que tenían en la cocina. Media hora. En media hora debía estar en su trabajo. Se dirigió a su habitación y saco del armario su ropa del trabajo, era un uniforme de camarera. Lo observo buscando arrugas muy visibles, no tenia nada de ganas de ponerse a planchar. Por suerte no iba a ser necesario, estaba  en condiciones. Dejo el conjunto, que consistía en una falda hasta las rodillas y una camisa de mangas largas ambos de color negro, sobre la cama. Fue hasta el baño y se miro en el espejo. 

Sus ojos eran color marrón claro o mejor dicho color pardo (se aclaraban un poco mas cuando les daba el sol, haciéndolos parecer verdosos), su piel era de un color blanco normal, común. Sus labios no eran ni muy gruesos ni muy finos, estaban a la mitad. Su cabello era castaño claro y lo llevaba largo hasta la cintura, usaba un flequillo medio corto de costado por el lado derecho de su cara. Debía recoger su cabello en una coleta, ya que era una de las reglas en su trabajo. Cuando termino con el peinado procedió a lavarse los dientes. Maquillaje usaba, pero muy poco: un poco de base en polvo, mascara para pestañas negra, delineador negro y algún brillo de la gama de los rojos para los labios.

Al terminar volvió a la habitación y comenzó a vestirse. Su cuerpo era normal también, era delgada con las curvas marcadas suavemente. Era alta, la ultima vez que se había medido en una revisión medica, midió 1.75 mt. Por esa razón no usaba zapatos de taco muy alto, ya que se sentía una gigante si los usaba. Por eso para trabajar usaba unos zapatos bajos parecidos a unas botinetas con cierres a los costados. Además eran muy cómodos ya que debía mantenerse parada mucho tiempo, yendo de un lado a otro. Las usaba con unas medias panty lisas de color negro, pero no de las oscuras si no de las claras.

Cuando termino de vestirse, se echo un poco del perfume que le había regalado su madre en las muñecas que luego froto detrás de sus orejas. Una vez lista se puso un sobretodo de color gris que le llegaba también hasta las rodillas. Se puso una bufanda de tela fina de color rosa pálido, cogió su bolso negro que cruzaba por su hombro. Saludo a Lucy que dormía plácidamente en uno de los dos sillones que tenían y le dijo:

-Adiós mi bella, enseguida estoy de vuelta y te traeré un regalo, lo prometo.

Se dirigió a la puerta, la abrió y salió. La cerro y le dio dos vueltas de llave. No se despidió de su madre porque ya lo había hecho una hora antes, cuando su madre también salió para tomar el bus he irse a su trabajo.

Alex salió del edificio donde vivían y corrió hasta la parada del bus que quedaba a una cuadra. Hacia mucho frio esa mañana, estaban en pleno otoño. Otoño era la estación favorita de Alex, amaba ver los arboles teñidos de los distintos colores que traía el otoño, las hojas secas que caían de ellos armando montones en el suelo y el sonido que hacían cuando uno caminaba entre ellas. Era uno de sus sonidos favoritos.

Llego a la parada y no tuvo que esperar mucho, porque cuando se asomo vio al bus doblando la esquina, Alex sonrió y pensó que este iba a ser un buen día de suerte. Subió al colectivo, pago y se sentó, fue mirando el paisaje por la ventana, un paisaje que ya se conocía de memoria, pero que igual le encantaba ver todas las veces. En menos de lo que se esperaba se encontró parada afuera de las puertas de su trabajo, el restaurante "El reloj". Entro y se dispuso a trabajar. 

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Veinte minutos faltaban. Veinte y podría salir un rato del trabajo para ir hasta la tienda, comprar algunas cosas y llevarlas a su casa. Su jefa y compañera de trabajo Ruth, le prometió que le pagaría el dinero adelantado por todo el día trabajado. Eso la puso muy feliz, iba a valer la pena el esfuerzo de trabajar en su día libre.

Secretos peligrosos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora