Capítulo 1.

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La gata siamés camino sobre el cuerpo acostado en la cama, el cual se encontraba tapado con un cubrecama color verde oscuro. Camino hasta la cabecera, se sentó, extendió una de sus patas y comenzó a tocar suavemente la cabeza de la persona; jugo un poco con el cabello oscuro y emitió algunos "miaus", pero no obtuvo respuesta. Entonces decididamente clavo sus pequeñas uñas rápidamente en la cabeza de la persona acostada, y finalmente consiguió la atención que quería.

Alex se levanto sobresaltada, emitiendo un grito:

-¡¡Aaaaahhhuu!!.

Se sentó rápidamente en la cama y miro alrededor, sus ojos chocaron con unos celestes y serios ojos felinos.

-¡Lucy!, lo has hecho tu ¿No? -le dijo un poco enfadada.

-Miau -recibió como respuesta.

-¡Eres malvada!, ¿Justamente hoy tienes que levantarme temprano?¿En mi día libre? -protesto, aunque ya no tan enfadada como antes. Bastaba con solo ver a su hija felina sentada en el piso, mirándola con sus bellos ojos para que cualquier atisbo de mal humor se esfumara; y sentimientos de amor y ternura la invadieran. -¿Qué?¿Tienes hambre?.

Lucy no contesto solo se limito a mirarla, Alex simplemente suspiro, corrió las mantas para poder levantarse y se puso de pie. Se desperezo estirando ambos brazos por encima de su cabeza, luego se agacho y acaricio la cabeza de Lucy, diciéndole:

-Enseguida te alimento, bella. Deja me pego una ducha.

Alex camino hasta al baño, se metió y cerro la puerta tras de sí. Se sentó en el váter e hizo sus necesidades. Mientras aprovecho para ir desvistiéndose, tiro al piso su "pijama", que consistía en un remeron grande de un dudoso color blanco con estrellas negras que le llegaba hasta las rodillas y unas gruesas medias largas de color negro. Al terminar se paro y fue hasta la ducha, giro el grifo para abrir el agua, cuando estuvo a la temperatura adecuada, se metió dentro y procedió a bañarse. 

Afuera Lucy se quedo mirando fijamente la puerta cerrada donde había entrado su dueña. Espero un rato a que saliera, pero cuando no lo hizo, camino hacia la puerta del cuarto apenas abierta y salió. Estando afuera en el pasillo sus oídos escucharon ruidos provenientes de una habitación contigua, entonces se encamino hacia ella, al llegar diviso a su otra dueña, ella estaba ocupada con algo que hacia ruido y emitía un rico olor a comida. Se acerco rápidamente a sus pies y le maulló.

-¡Hey! ¿Tienes hambre?  -le dijo con una sonrisa, -Ya mismos lo solucionamos, querida.

Dicho esto, Rebecca dejo la sartén donde estaba cocinando unos huevos y abrió una puerta de la alacena, saco una lata de alimento para gato y procedió a abrirla con un abrelatas que saco del primer cajón inferior de la mesada. Una vez abierta fue en busca del plato de la gata y coloco la comida dentro, luego llevo el plato hasta el lugar de donde lo había cogido, que era el rincón de alimentación y recreación de Lucy, lo dejo en el piso y le dijo:

-Ven, la comida esta servida. No quiero a nadie muriendo de hambre en esta casa.

Lucy se acerco, hundió el hocico en el plato y empezó a comer tranquilamente. Rebecca se quedo observando al animal comer y pensó: "Disfrútalo, querida. Que es la ultima lata. Ya veremos como hacemos para comprarte algunas mas". Despejo esos pensamientos y fue rápidamente hasta la cocina para sacar la sartén del fuego antes de que se le quemaran lo huevos fritos. Tiro la lata vacía al tacho de basura, saco dos platos de la alacena y sirvió los huevos en ambos, uno en cada plato. Los llevo a la mesa y los coloco junto a dos tasas de café. Se sentó, abrió el diario y comenzó a leerlo mientras esperaba a su hija. No tuvo que esperar mucho.

-Buen día, ma –dijo Alex entrando por la puerta y acercándose a la mesa, –¿Sabes si queda alguna lata para Lucy?

-Buen día, hija. Si, quedaba alguna... -le contesto mientras veía a su hija dirigirse a la alacena para buscar la lata. -Que acabo de abrir para alimentar a la gata -termino la frase con una sonrisa cuando vio a Alex dar media vuelta con el ceño fruncido, se acerco a la mesa nuevamente para sentarse frente a su desayuno. -La ultima.

Alex levanto la vista del plato y miro a su madre con preocupación en el rostro.

-Parece que no es lo único que se esta acabando –dijo dirigiendo su vista al plato nuevamente.

Ambas sabían que estaban en esa época del mes donde los alimentos y productos en la casa escaseaban. Donde debían estirar lo ultimo que quedaba de dinero para llegar a fin de mes. No era una buena época, siempre transitaban esos días con privaciones.

-Voy a llamar a Ruth, para decirle que iré a trabajar hoy –dijo Alex a su madre, cuando termino de darle un sorbo a su taza de café.

-Pero hija, es tu día de descanso –le respondió Rebecca, alzando la vista del diario que estaba leyendo. -Tienes un solo día a la semana y necesitas usarlo para descansar.

-Ya lo sé mamá, pero tengo que hacerlo -le dijo, -Así puedo pedirle que me pague el día y usar el dinero para comprar algunas cosas.

-Pero...

-Ningún pero mamá, no queda de otra -le corto antes de que pudiera seguir hablando.

Rebecca bajo la vista y se sintió mal, no porque Alex le hubiera contestado de mala manera, si no porque odiaba muchísimo aquellos días donde el dinero que ganaban no alcanzaba y tuvieran que esforzarse aun mas. Mas de lo que ya se esforzaban día a día para subsistir. Mas de lo que se esforzaban para seguir adelante, para no rendirse. Odiaba ver a su hija de 17 años esforzándose y trabajando para ayudarla con el dinero para vivir. Se odiaba a si misma por no poder darle una mejor vida a su hija, una donde ella no tuviera que preocuparse por trabajar, si no que su única preocupación fuera ir a la universidad y que ropa se pondría para salir.

-Lo siento, mamá –la voz se Alex la saco de sus pensamientos. -No quise hacerte sentir mal.

-No mi amor, no tienes que pedirme perdón. No has hecho nada –le respondió y sus ojos se llenaron de lagrimas. -Al contrario, haces muchísimo.

Alex estiró la mano por encima de la mesa y cogió la de su madre que sostenía el diario.

-Te amo muchísimo mama –le dijo mirándola a los ojos.

-Y yo a ti, hermosa –le contesto sonriendo levemente. -No sabes cuanto.



Secretos peligrosos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora