Capítulo 3.

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Alex iba caminando por el sendero angosto de un bosque muy frondoso, hojas secas y amarillentas caían sobre ella desde los árboles como una especie de lluvia otoñal mágica, un fuerte olor a tierra húmeda inundaba sus fosas nasales, iba vestida solamente con una camiseta, unos jeans y sin calzado a pesar de que la temperatura del lugar era muy fría. La tierra helada se metía entre los dedos de sus píes, de vez en cuando alguna piedra filosa o rama seca le lastimaba la planta de éstos pero eso parecía no afectarla ya que algo dentro de ella la animaba a continuar sin pararse en ningún momento, luego de caminar exhaustivamente durante lo que le pareció una eternidad se adentro en un claro del bosque que llevaba hacia una casa de inmensas dimensiones que tenía apariencia de una mansión muy lujosa. Al acercarse a la entrada de la casa, que ella estaba segura de no haber visto antes, la puerta de la misma se abrió por sí sola sorpresivamente. Al traspasar la entrada escucho la voz de su madre llamándola desde una de las habitaciones de la izquierda.

-¿Mamá? -pregunto desconfiada, pero no recibió respuesta.

Entonces se dirigió hacia el lugar desde donde provino la voz de su madre. Entró en una habitación que parecía ser el comedor de la casa y para su sorpresa su madre estaba sentada en la cabecera de una fastuosa mesa adornada con floreros repletos de hermosas flores y con una vajilla fina perfectamente acomodada como para una gran cena.

-¿Qué haces aquí, mamá? -le preguntó.

-Ven Alex, siéntate aquí -le respondió su madre, ignorando su pregunta y señalándole una silla que se encontraba a su derecha en la mesa.

Alex camino hasta la silla designada y se dejo caer en ella sin entender que hacían ambas en aquella casa tan lujosa que no conocían de nada. Su madre volvió a sentarse en su lugar y a sonreír tranquilamente sin dirigirle ni la mirada ni la palabra. Cuando Alex intento volver a hablar con su madre se distrajo con un ruido que comenzó a hacerse audible, era un sonido constante que iba aumentando de intensidad progresivamente.

-¿Ma escuchas eso? -le preguntó a su madre, pero no recibió respuesta. -Suena como el goteo de la lluvia, solo que se va haciendo mas fuerte -concluyó.

De repente todo frente a ella comenzó a nublarse y a ponerse negro, quiso gritar pero descubrió que ya no podía hablar, quiso moverse de la silla pero estaba completamente paralizada en su lugar y su mente comenzó a marearse irremediablemente. Lentamente sus ojos se fueron cerrando contra de su voluntad y se sumergió en una profunda oscuridad donde solo fue acompañada por aquel sonido de goteo incesante.

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Lentamente Alex fue abriendo los ojos, estos le pesaban muchísimo como si estuvieran completamente hinchados; cuando por fin pudo mantenerlos abiertos en una rendija muy fina como para poder fijar la vista, después de numerosos intentos, la penumbra de aquel lugar donde se encontraba no le ayudó mucho como para que pudiera identificar algo de lo que se encontraba en su entorno. Cuando intento mover la cabeza para posicionarse de una mejor manera descubrió que su cuello le dolía excesivamente como para movilizarlo, instintivamente intento llevarse la mano derecha a la nuca para frotársela pero descubrió horrorizada que ambos brazos se encontraban limitados por algo que la sujetaba desde las muñecas. Sus dos brazos se encontraban por encima de su cabeza y por mas que intento moverlos algo fuertemente sujeto a sus muñecas se lo impidió; cuanto mas insistía en intentar soltarse del agarre más se apretaba la sujeción.

Después de intentar librarse por varios minutos y entender que no lograría nada, dejo caer su cabeza sobre el colchón donde se encontraba acostada y cerró sus ojos cansados; en ese momento su mente comenzó a ir a una velocidad vertiginosa, maquinando muchísimas cosas a la vez: ¿Dónde estaba?, ¿Cómo había llegado hasta aquí?, ¿Por qué estaba sujeta por las muñecas?, ¿Por qué no recordaba nada de lo que paso previo a despertarse en aquel lugar? Y muchas otras preguntas que no recibieron ninguna respuesta por el momento.

Cuando su mente comenzó a tranquilizarse y a despejarse un poco volvió a incorporarse para intentar liberarse nuevamente, estiró y estiró reiteradamente su brazo derecho con mucha fuerza para poder deslizarlo a través del brazalete de hierro que rodeaba su muñeca, después de intentarlo insistentemente comenzó a sentir que éste comenzaba a lastimarle; sintió que algo caliente y líquido se deslizaba por su brazo, primero lentamente pero después de un momento fue aumentando con rapidez.

A pesar del dolor que comenzaba a sentir, continuo insistiendo en su labor pensando ingenuamente que estaba, a cada segundo, más cerca de la libertad; aunque muy en su interior sabia que lo que estaba haciendo no le servía de nada, que solo se estaba lastimando y que no la estaba llevando a ningún lado.

En el momento en que estaba desistiendo de continuar, escucho el sonido de la cerradura de una puerta abriéndose, este sonido llego hasta sus oídos de una manera ensordecedora provocando en ella la necesidad de gritar a todo pulmón, cuando abrió la boca para que el grito saliera descubrió que nada salía de entre sus labios, sus ojos comenzaron a moverse de un lado a otro desesperadamente y estos pudieron captar que una puerta se abría frente a ellos, que una luz blanca brillante entraba por ella y que la silueta de una persona se apareció en el marco de la puerta; luego una luz enceguecedora quemó sus ojos obligándola a cerrarlos fuertemente.

-¿Alexandra? –peguntó una voz grave y profunda.

Secretos peligrosos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora