Jezabell, parte 1

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Llaman a mi puerta, rapidamente acudí a abrir; sabía que era élla. La invité a pasar, se sentó en el sofá mientras le preparaba una copa.
¿Prefieres ron o ginebra?- le pregunté asomando mi cabeza por la puerta de la cocina.
Ron, esta bien- me dijo ella con voz sensual mientras me guiñaba un ojo.
En ese momento me quede mirandola fijamente, deleitándome con cada centímetro de ese cuerpo que sabía que no tardaría en tener desnudo en mi cama.
Era una chica morena, de ojos color miel, con una melena larguísima que le llegaba hasta su trasero, un trasero redondito pero bien puesto; cuando iba camino del salón con las bebidas me dí cuenta de que tenía unos pechos enormes, los cuales pude apreciar al ella quitarse el sueter y quedarse en una camiseta con un escote muy pronunciado.
Puedes acercarte para verlos mejor- dijo ella mientras se apartaba la melena-y tocarlos también-añadió sonriendo pícaramente.
Deje las bebidas en la mesa, me senté a su lado y pude comprobar que aparte de grandes eran firmes.
¿No tienes calor?-me preguntó haciendo un gesto de sofoco con su mano
Sin apenas darme tiempo a contestar se lanzó sobre mí y me arrancó la camisa que llevaba puesta. El corazón se me aceleró al notar sus suaves manos sobre mi torso desnudo en ese momento me besó, un beso apasionado, dulce, húmedo.
Puse mis manos en su cintura y comenze a levantar su camiseta con intención de quitarsela sin más demora.
No seas tan impaciente-me susurró al oido mientras sus manos bajaban hacia mi entrepierna- primero juego yo- añadió desabrochando el botón de mis pantalones.
En esos instantes la lujuria embriago cada centímetro de mí, no podía pensar en otra cosa que no fuese tomarla entre mis brazos y llevarla a mi cama donde empezaría la verdadera acción.
Sin más demora bajo mis pantalones y comenzó a acariciarme el miembro, esté como es lógico empezo a crecer bajo mis boxers reaccionando a sus caricias.
Parece que la cosa empieza a despertarse- me dijo mientras esbozaba una sonrisa de lujuria en su rostro.
¿Que esperabas?¿Acaso creías que soy de piedra?-contesté bromeando, lo que hizo que ella comenzara a reirse.
Ella quiso sacar mi miembro ya duro de la prisión donde se encontraba, no la dejé aún. Tenía otros planes antes de dejar seguir que las cosas acabaran siguiendo su curso.
La alzé del suelo y la subí a la mesa del salón, me miró con asombro e incertidumbre; no se esperaba esa reacción en mí.
Se acabó tu tiempo de juego ahora me toca a mí -la dije mientras bajaba sus pantalones.
La quité la camiseta y comenzé a besarla por el cuello, notaba como su respiración empezaba a acelerarse; seguí besándola pero esta vez bajando cada vez más hasta llegar a sus pechos, de un solo gesto la desabroché el sujetador que llevaba y lo retiré mientras me deleitaba besándolos y dando suaves mordiscos en sus pezones, lo que hizo que ella comenzara a gemir.
Deslizé mis manos hasta su cintura suavemente con la clara intención de despojarla de lo único que aún cubría su cuerpo. Me lo impidió y acto seguido se puso en pié.
Vamos hacía tu cama que estaremos mas cómodos -dijo mientras colocaba mis manos en sus caderas.
La coji en mis brazos y la llevé hasta la habitación, la deje suavemente encima de la cama y la arranqué ese precioso tanta de encaje negro que llevaba para la ocasión.
Coji unas esposas que tenía guardadas en el cajón, se las enseñe y la dije:
Ahora estarás a mi merced y te haré todo lo que quiera.
Ella solo se sonrojó e hizo un gesto de aprobación con la cabeza. La esposé al cabecero y dejé que mi imaginación volara.
Empezé besándola el cuello lentamente mientras una mano acariciaba su pecho y la otra se dirijia a su vagina. Muy poco a poco mis dedos estimulaban su clitorix y de ella brotó un gemido el cual no pudo evitar que sonara bastante alto. Decidí que ya era hora de estimularla con mi lengua ayudandome del piercing que tengo en esta y aprovechando que esposada no podría evitarlo.
Su respiración comenzó a agitarse a medida que mi lengua iba moviendose entre sus labios en busca de su clitorix. No podía imaginar los gemidos de placer tan sonoros que comenzaron a salir de ella.
¡Dios sigue así que me está encantando!-exclamó mientras su cuerpo temblaba de placer-méteme los dedos y sigue-añadio. La hize caso y metí dos de mis dedos en su vagina bien lubricada gracias a mis esfuerzos que poco después se verían recompensados.
Empezé a ritmo lento, suave y constante; introducciendo y sacando mis dedos de ella mientras con mi lengua seguía estimulando su clitorix.
Me pidió que parase, que ella también quería jugar antes de que pasáramos a más. La quite las esposas, me giró en la cama y comenzó a besarme el cuello.
Bajó su mano y al llegar a mis boxers noto mi miembro ya bastante duro.
¡Mmm...ahora me divertiré yo!- exclamo mientras me retiraba la ropa interior.
Lo agarró con una mano y comenzo a masturbarme mientras bajaba hacia él besandome todo el cuerpo.
Derrepente se lo introdució en la boca, hasta ese momento jamás me habían practicado sexo oral y ¡dios como me gustó!
A la par que se lo introducía y sacaba de su boca con una mano lo masajeaba y con la otra se apartaba el pelo para dirijirme una mirada que me excito muchísimo.
Un rato después paró, me miró y me preguntó:
-¿Te gustó? ¿Quieres que continue más?
Sin contestarla la tumbé en la cama.
-Ya veo que quieres ir al plato fuerte- dijo entre risas.
Abrió sus piernas esperando a recibir mi miembro ya duro y caliente. Seguidamente me coloqué encima suyo y sin pensarlo dos veces la penetré con fuerza. Ella clavó sus uñas en mi espalda debido a la agresividad de mi envite mientras un gemido retumbo la habitación.
¡Dios no me esperaba esto!-dijo debido a que, como después me confesó; nunca había sentido nada del mismo tamaño dentro de ella con ese ímpetu y empuje.
Al principio la penetraba lento pero con fuerza, luego empezé a subir el ritmo poco a poco y ambos empezamos a gemir de placer.
-Espera un poco-me dijo-quiero enseñarte lo que yo se hacer.
Saqué mi miembro de ella y me tumbé boca arriba, se subió encima de mí sonriendo, agarró mi pene y se lo introdujo.
Comenzó a moverse suavemente con movimientos circulares mientras con sus manos sujetaba su melena.
Dime que te gusta-dijo ella mientras aceleraba el ritmo.
Claro que me gusta-contesté
En ese momento empezo a botar encima de mi endurecido miembro aumentando la velocidad poco a poco.
Quiero sentir como te corres dentro de mí-dijo entre gemidos
Esas palabras me excitaron aún más si cabe.
Agarre su trasero con ambas manos, la alzé y la quité de encima para cambiar de posición.
Si es lo que deseas déjame enseñarte como me gusta acabar bien las cosas - la dije mientras la colocaba a cuatro patas para afrontar el envite final.
Hazme lo que quieras- contestó
Sin perder tiempo agarré mi miembro y se lo volví a introducir en la vagina, esta vez más suavemente que la primera. Comenzé a moverme adelante y atrás mientras con una mano le agarraba la melena y con la otra la azotaba en ese trasero tan perfecto.
No podiamos contener ya los gemidos, nuestra respiración estaba muy agitada y derrepente llegó el momento del climax absoluto. Soltando un gran gemido de placer ambos nos corrimos a la vez.
Esa fué mi primera vez con ella, pero no la última.

Confesiones De AlcobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora