Todo llega a su fín (Jezabell, parte final)

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Fué una noche de verano, decidimos salir con unos amigos de litros cerca de la playa, salimos de la cama ya que antes de salir habíamos quedado solos en mi casa para tener un encuentro sexual bastante intenso y agresivo. Al comienzo todo parecía normal, besos por el cuello, caricias sobre la ropa, lo que suele ser un tanteo antes de empezar lo bueno.
Derrepente las cosas se desmadraron, me arrancó de golpe la camisa y comenzó a morderme por el cuello, los hombros, el pecho; esos mordiscos despertaron mi lado más salvaje.
De un empujón la tiré de cara a la cama, me senté en su culo para que no pudiera girarse ni levantarse y la quite de golpe la camiseta negra de tirantes y ese sujetador de encaje rojo que más tarde descubriría que iba a juego con su tanga. Cogí un hielo y lo deslicé por su espalda, mientras recorría con mis labios el reguero de agua que dejó sobre ella el cubito de hielo. Giré su cuerpo para poder desabrochar el boton de esos shorts vaqueros tan ajustados que llevaba puestos; empezé a bajarlos y a la vez bajaba mi lengua lentamente hacía esos labios inferiores tan jugosos y calentitos. Me dejé llevar y empezé a juguetear con mi percing en su clitorix mientras le introducía dos dedos para ir lubricando el asunto cuando derrepente me agarró del cabello y empujó mi cabeza hacia su vagina con intención de que profundizará más y no parase de darla placer a base de lametones.
-Quiero probar algo contigo- dijo excitada y entre gemidos- un sesenta y nueve.
-Claro, me apetece muchisimo- lo contesté, mientras me dejaba desabrochar los vaqueros por ella.
Me coloqué boca arriba en la cama, ella agarró mi miembro y jugueteo un poco con él antes de colocarse en posición para comenzar la postura anteriormente narrada.
Mis manos apretaban ese culo tan redondito y perfecto mientras mi lengua hacía su trabajo, cosa que a ratos era complicada ya que ella estaba haciendo lo mismo con mi pene.
Unos quince minutos después nos dejamos de tonterías y nos decidimos a follar como salvajes, enlazamos nuestros cuerpos y nos movíamos a la par; mientras ella entre gemidos de placer clavaba sus uñas en mi espalda, yo daba buena cuenta de su cuello dejándole marcados varios mordiscos.
Rapidamente cambiamos de postura ya que sabíamos que era la manera perfecta para terminar corriendonos los dos.
Se colocó a cuatro patas encima de la cama, colocando su culo en pompa para facilitarme penetrarla con fuerza.
-No te olvides de "eso"-me dijo antes de que la embistiera duramente.
Supe rapidamente a que se refería, agarré su melena con una mano y con la otra agarraba uno de sus enormes pechos mientras la embestida iba subiendo de intensidad poco a poco. La cama temblaba como si de un terremoto se tratase y solo se oigan gemidos de placer, hasta que en una última acción donde salió mi miembro por completo para introducirse violentamente una última vez y hacernos llegar al extasis, terminamos por corrernos y caer rendidos a la cama.
Allí estabamos tumbados los dos, con nuestros cuerpos totalmente desnudos, con la respiración agitada por el esfuerzo tan satisfactorio que acabábamos de hacer; cuando llamaron para decirnos que nos esperaban para comprar la bebida y marchar con el grupo.
Prestos empezamos a vestirnos para acudir al supermercado, una vez allí pensamos en que sería mejor tomar, vodka con lima o ron cola. Al final decidimos llevarnos el vodka por cambiar un poco y probar combinados diferentes.
El caso és que marchamos a la playa donde el resto nos estaba esperando, éramos 15 personas en total, riendo, contando anécdotas y jugando a juegos para beber. Una hora después me apetecía moverme y ví un camino que no sabía donde llevaba asique me dispuse a investigarlo.
-¿Dónde vas? No me dejes aquí que me aburro- me dijo Jezabell que después de varias copas estaba algo ebria.
-Voy a ver donde lleva este camino, ven conmigo si quieres- contesté rápidamente.
Entramos al camino y comenzamos a avanzar, erá un bonito paseo donde podías ver tranquilamente las estrellas con el mar debajo, se podría decir que erá un ligar idóneo para estar en pareja. Me tumbé en la hierba para contemplar las estrellas, derrepente Jezabell se sentó a mi lado, empezó a hacerme caricias y a besar mi cuello. Se abalanzó sobre mí insinuando lo que quería pero yo haciéndome el tonto pregunté:
-¿Que ocurre?¿Hay algo que tengas que decirme?
-Sí, pero me da algo de vergüenza - dijo ella sonrojandose y con una tímida risa.
-Dime lo que sea, no me reiré te lo prometo- contesté aunque imaginaba su respuesta.
-Quiero que me folles aquí y ahora, siempre quise hacerlo al aire libre- dijo ella.
En ese momento comenzo a desabrocharme la camisa que llevaba puesta y al acabar con ella siguió con mi pantalon. En esta ocasión ella optó por llevar una faldita negra muy sexy lo que facilitó todo a la hora de llevar a cabo el asunto.
Se quitó el tanga, y rápidamente se sento encima de mi miembro y comenzó a cabalgarme duramente sobre la hierba, agarre su cintura, la volteé y mientrás rodábamos por la hierba seguíamos follando como salvajes. Al final del prado donde empezamos la faena había una especie de mirador, desde allí se veía el horizonte y los barcos con sus luces que esperaban permiso para atracar en el puerto. Nos levantamos, ella se apoyó en el mirador poniendose en posición para continuar con el acto sexual y yo sin pensarlo la empotré duramente una y otra vez hasta que solto un gran gemido de placer al correrse. Se dió la vuelta y se arrodilló para comenzar a comerme el miembro ya que sabía que aún no llegue a correrme.
-Voy a hacer que te corras como nunca- dijo mientras masajeaba mi pene y me miraba con lujuria.
Comenzó con la felación con un ritmo acelerado y constante, parecía que quería sentir mi semen en su boca ya. Estaba ya casi a punto de conseguirlo cuando derrepente escuchamos unas voces que se acercaban a nosotros mientras nos llamaban. En ese momento llegó la excitación final, pensar que estaban punto de pillarnos me puso muchísimo, tanto que me corrí de golpe en ella. Al saber que nos estaban buscando nos vestimos rápidamente y contestamos a la llamada.
Nadie supo que fué lo que ocurrió en ese mirador, nadie se dió cuenta de lo que ocurrió esa noche y nadie a sabido nada hasta el día de hoy.
Ese día fué el último que Jezabell y yo tuvimos esos encuentros, cada uno tomó su camino e incluso cambió de ciudad. Lo que siempre quedará son esos fantástico encuentros sexuales que vivimos.

Confesiones De AlcobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora