Dejándonos llevar( Meli, experiencias culinarias)

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Hay momentos en los que la vida te enseña que es mejor dejarse llevar, los momentos más perfectos surgen así de la nada, sin planearlo y sin siquiera darte cuenta.
Era una noche calurosa de verano, por fín me tocaba disfrutar de unas vacaciones; el primer día nada más salir del trabajo fuí a ver a Meli al trabajo ya que al yo estar de vacaciones pidió cambio de turno a las mañanas.
-Belleza, ponme lo de siempre que vengo con hambre- la dije apenas entré por la puerta del local.
-¿Que tipo de hambre me traes?- contestó con picardía.
-De las dos pero ahora solo me puedes saciar una- derrepente se sonrojó y ambos empezamos a reir.
Me sirvió el café y el pincho de tortilla. Se apoyó en la barra para hablar conmigo, al inclinarse pude ver el sujetador negro de encaje que llevaba; ese tipo de ropa interior junto los corsets me hacen perder el sentido y ella lo sabía.
-Salgo a las 15:30, ¿comemos juntos por ahí? -me susurro bajito ya que la jefa acababa de salir de la cocina.
-Vale,¿ te parece comida en la playa? Tengo ganas de tomar el sol y darme un chapuzón- la contesté en cuanto la jefa entró de nuevo a la cocina.
-Tenía otra cosa en mente pero me gusta la idea- su sonrisa dejaba clara cuál era su idea.
Pagué el desayuno, espere que nadie mirase y me despedí de ella con un pico rápido, no quería que la jefa se enterase de nada.
Una vez en casa, me tiré en la cama a descansar un poco, cerré los ojos cinco minutos y cuando quise darme cuenta eran las 14:45.
-Mierda- grité - no me va a dar tiempo a preparar todo.
Empezé a cojer las cosas, toalla, mochila, palas, crema solar...y acto seguido fuí a la cocina a empezar a preparar una tortilla de patata.
Cuando me quise dar cuenta de la hora escuche que llamaban al timbre de casa. ¡Era ella!
-Vas a tener que subir o esperar, me quedé dormido y estoy terminando de preparar la comida- contesté a través del telefonillo.
-Subo no hay problema, ábreme-sin terminar la frase ya a estaba abriendo la puerta.
Entró en casa, se asomó a la cocina donde me encontraba cocinando a pecho descubierto, no llevaba más puesto que el bañador.
Entró a la cocina, me rodeo la cintura con sus brazos y dijo:
-¿Y si empiezo ahora con el postre? Porque llegar y verte así es una provocación que no se puede dejar pasar- su sonrisa se tornaba cada vez mas picaresca a medida avanzaba la frase.
Seguido se quitó la camisa dejando ese sujetador negro al descubierto y apretó sus pecho contra mi espalda.
-Cuidado a ver si al final se me quema la comida y la liamos - dije dando vuelta a la tortilla.
Fué sacar la tortilla de la sartén y sin más tiempo que el de apagar la vitrocerámica, nos dejamos llevar por la lujuria.
Cuando quise reaccionar Meli ya estaba besando mi cuello mientras acariciaba mi torso desnudo con sus manos, yo mientras aproveché para desabrochar su sujetador y retirarselo suavemente.
La aparté lo justo para hacerlo y seguir bajando hacia sus pantalones, eran unos shorts vaqueros muy ajustados que marcaban perfectamente su trasero.
-Click, creo que se te desabrochó el botón - la dije mientras me disponía a quitarle los shorts.
Si apenas darnos cuenta acabamos totalmente desnudos en la cocina, momento en el que se me vino en mente probar cosas nuevas, tenía en a nevera nata montada, sirope de fresa, mermelada....tanto que no sabía por donde empezar.
Derrepente Meli cogió el bote de sirope y me lo echo sobre mi pecho, seguido empezo a lamer el sirope mientras este caía por mi cuerpo.
Al final me decidí por cojer la nata, la sente en la encimera de la cocina totalmente desnuda, para empezar le puse nata en sus pezones y seguido dibujé una línea que bajaba desde ellos hasta su vagina.
Lentamente comenzé a comer la nata de sus pezones, recreándome en ellos con el piercing de mi lengua; por sus gestos y sus pequeños gemidos parecía que a gustaba.
Una vez termine con ellos deslizé mi lengua siguiendo el camino que marqué con nata por todo su vientre hasta la cintura y cuando parecía que iba a comenzar a comerme sus labios inferiores me retiró y se lanzo encima de mí. En un acto reflejo la enganché del trasero y ella rodeó con sus piernas mi cintura y clavó sus uñas con tal fuerza que hizo heridas en mi espalda, cosa que en vez de enfadarme me excito más aún.
La penetré fuertemente y con tal ímpetu que la pared de la cocina tembló, era la primera vez que usaba la cocina para aquello. Con ella en brazos, mientras movia sensualmente la cadera, me giré y apoyé su espalda contra la nevera, la cuál empezó a temblar con los embistes que la daba para hacerla llegar al orgasmo. Cogí el sirope y embadurné nuestros cuerpos él, mientras iba derramándose le daba mordisquitos en los pezones que entre el sirope y la excitación estaban erectos.
-¡Para!- exclamó- aún es pronto- prosiguió mientras descruzaba sus piernas de mi cintura y sacaba mi pene de ella.
Se arrodillo y empezó a chupar el sirope que se había acumulado en mí miembro.
-Mmmm...esta deliciosa- me dijo mirandome desde abajo con cara lujuriosa.
Continuó así varios minutos, metiendo y sacando mi pene de su boca hasta dejarlo sin gota de sirope.
-Mi turno- la dije levantandola y posandola en la encimera.
Acto seguido empezé a besarla los labios inferiores, a juguetear con mi piercing en su clitorix y a jugar dentro de ella con mis dedos.
Llegó un momento en el que ya los gemidos eran muy constantes y en ese momento decidí bajarla, darle la vuelta y volver a ensartarla con mi pene.
Esta vez con ella apoyada en la encimera, poniendo ese culito redondito y tan sexy en pompa los embistes se volvieron fuertes, rápidos e intensos; estaba buscando hacerla correrse de placer y que todo el vecindario la oyera.
-Cojeme de la melena y tira- dijo ella entre gemidos
Cogí su pelo,lo enrosque como si fuese a hacer una coleta con mi mano, lo hice y mientras con la otra mano la azotaba el trasero; ambos nos corrimos ahogando con un gemido enorme todo sonido del exterior.
-Ahora tocará darse una ducha para quitar el pringue de la nata y el sirope- dije mientras sacaba de ella mi pene.
-O repetir en ella- contestó mientras me guiñaba el ojo.

Realmente fué una experiencia nueva, satisfactoria y que se volvería a repetir en varias ocasiones. De momento este capítulo llega a su fín. ¿Quién sabe que podrá deparar el siguiente?

Confesiones De AlcobaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora