Capítulo 1 - Las Ruinas

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Frisk levantó la mirada desconfiado pese a la dulzura e inocencia en esas palabras. Ante él una mujer con aspectos de cabra, como si hubiesen cruzado a las dos especies, le miraba cariñosamente. Era bastante alta a ojos del chico, con un pelaje blanco, suave y limpio y un par de cuernos pequeños que sobresalían cerca de la parte donde empezaban sus orejas, largas y caídas. Sus piernas eran más bien inclinadas hacia el aspecto de animal, siendo sus pies zarpas. Llevaba una toga azulada que le llegaba hasta los tobillos, con un símbolo triangular que la capacidad del pobre niño no llegaba a comprender. Aún así, con ese aspecto y esa mirada de compasión, el humano no confiaba demasiado.

-Oh... veo que has visto a esa flor y ya... te has asustado, ¿Verdad? No te preocupes, no te haré daño, solo soy una mujer que quiere algo de compañía. 

Las palabras y la forma de hablar eran demasiado convincentes. Frisk se puso de pie, volvió a examinar a Toriel y le cogió de la mano. Hacer esto provocó que la mujer se sonrojase notablemente.

-Eh...- No puedo evitar soltar una risita nerviosa como una adolescente y titubear un poco.-Tranquilo, tu no te sueltes de mí.

Suavemente, ella le dio un tironcito en el brazo y comenzaron a andar juntos fuera de esa habitación. El niño notó que ella no paraba de mirarlo de reojo y soltó una risita. Definitivamente, esta no quería hacerle daño ni de lejos.

Fuera de la estancia había una especie de recepción. Podía ver dos escaleras a los lados que llevaban a una entrada con un extraño cartel escrito en unas letras extrañas que parecían manos. Curioso código el de los monstruos. El chico se asustó al ver un destello entre las escaleras. Soltó la mano de Toriel y fue a investigarlo curioso. Al tocarlo, tuvo una sensación extraña y sintió que sus heridas se curaban. Pegó un bote del susto. Aún así, algo le decía que tenía que continuar, un sentimiento en lo más profundo de su pequeño corazón llamado DETERMINACIÓN. Así que subió las escaleras y siguió a la señora hacia el interior de esa entrada. Ahí dentro, ella le miraba con un intento de cara seria. Tras ella habían varios interruptores metálicos en el suelo, un cartel en el idioma de las manos, una palanca amarilla en frente suyo y una puerta cerrada morada con el símbolo que llevaba la toga.

-Bienvenido a tu nueva casa, pequeño humano. Déjame que te enseñe como funciona todo esto, es muy peligroso y no debes de hacerte daño.

Acto seguido, Toriel pisó unos cuantos interruptores y bajó la palanca. La puerta se abrió estruendosamente.

-Estas ruinas están llenas de puzzles, un intento de fusión antiguo entre maneras de divertirse y llaves. Si quieres pasar de una habitación a otra en este lugar, tendrás que resolverlos cuidadosamente o si no te puedes quedar encerrado.-Se quedó sin palabras durante unos segundos.-Bueno, en realidad no hay manera de quedarte atrapado aquí literalmente, tienes a una mamá que cuidará de ti.-Le mostró la más cariñosa de sus sonrisas al pequeño, que respondió tirándose sobre ella en un abrazo juguetón. Estaba muy suave.

-Eres de pocas palabras y muchas acciones, ¿Eh pequeñín? No te preocupes, no dejaré que te pase nada.-En cuanto se despegaron, ella pasó por la puerta y Frisk la siguió. Le recibió un relajante murmullo de agua, limpia y diáfana, que corría bajo unos puentes de madera. Todo este ambiente no parecía amenazante, era relajante.

-Y... mamá Toriel, ¿Cuál es el puzzle de aquí? No veo nada

Esas palabras, especialmente mamá, le provocaron un sonrojo.

-Eh-Ehm... Tendrás que bajar las palancas que he marcado especialmente para ti.

Mirando a su alrededor, descubrió que, pasando los puentes, habían varias palancas. Dos de ellas estaban rodeadas por círculos amarillos de tiza. No le fue muy difícil al chico ir hacia ellos y bajarlos, aunque tenía que saltar y agarrarse de ellos. Al final de la sala, Toriel le esperaba.

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