Capítulo 2

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Al día siguiente, ya había clase normal. Empezaron las clases para los licántropos a primera hora de la mañana. Kaneki se puso su uniforme, que consistía en una camisa con una chaqueta de tonos azules oscuros, y pantalón del mismo color. Cada uno se reunió con su grupo de amigos y se dirigió hacia el aula en el que habían estado el día anterior. Habían peleas por ponerse en primera y última fila. El albino se sentó en la fila que estaba justamente en la mitad de la clase, junto a un chico de cabello castaño, largo y alborotado, con los ojos color miel. Le daba igual al lado de quién se sentaba, sólo quería que empezara la clase ya para poder acabar el día rápido.

Sin embargo, esa cara le resultaba familiar. ¿Se habían visto en algún lado? ¿En algún otro tiempo? Entonces, el chico de su lado lo miró alegremente.

–¡Kaneki! ¡Cuánto tiempo sin poder estar los dos juntos de nuevo!

Kaneki lo miró extrañado, sin saber muy bien quién era. El castaño lo notó y su expresión cambió a una de tristeza.

–¿No te acuerdas de mí? Bueno, ha pasado mucho tiempo desde que jugábamos juntos como dos lobeznos por los bosques...

Una imagen le vino a la mente. Él de pequeño, un joven lobezno albino, corriendo por una arboleda con otro castaño. Nunca olvidaría esos ojos caramelizados, ni a esa persona con la que siempre se divertía mientras había paz.

–Shin, ¿eres tú?

La sonrisa volvió al castaño.

–¡Bingo! Puede pasar por la banca para recoger su premio.
–Sigues con ese maldito humor sin gracia —dijo con una sonrisa.
–¡Pero te hice sonreír!
–Me alegro tanto de volver a verte.

Shin, al ver que Kaneki seguía siendo igual de tímido, abrazó al albino por la alegría y emoción. Kaneki tuvo que aguantar las ganas de llorar por su reencuentro. Habían pasado tantas cosas desde la última vez que se vieron... Extrañaba tanto a su mejor amigo desde que ocupó el puesto como Alfa en su manada. Correspondió el abrazo y acurrucó su cabeza en el hombro del contrario.

–Yo también te he echado de menos —respondió Shin como si hubiera podido leerle la mente.
–Tenemos tantas cosas de las que hablar... Desde hace 9 años no nos vemos.
–7 si cuentas cuando tuviste que venir como Alfa de los Koriyuki a lo que nos pasó con los vampiros.
–Bueno, sí... Lo siento mucho, hermano.
–Nah, ya hace mucho tiempo.

Shin había sido para Kaneki el hermano mayor que nunca había tenido. Tenía un hermano pequeño, pero le hubiera gustado saber qué era ser el hermano pequeño. Conoció a Shin cuando sus padres fueron a visitar al Alfa de los Kazuki, manada del Oeste. Cuándo se trataba de viajar y tratar con otras manadas, Kaneki era muy tímido. Shin fue el que se acercó a él y insistió en conocerlo a fondo, y así comenzó su amistad. Él era unos meses más mayor que el albino, pero lo trataba como si fuera mucho más pequeño que él.

Entró el profesor por la puerta y todos regresaron a sus pupitres. Comenzó pasando lista.

–Kaneki Koriyuki.
–Presente.
–Shin Kazuki.
–¡Aquí estoy!
–Hana Minatozaki.
–¡S-Sí!

Kaneki se fijó en la chica que había respondido ante ese nombre, que justamente se sentaba a su izquierda. Le llamó la atención su largo pelo rojo fuerte. Había ido pocas veces a la manada de los Minatozaki, pero nunca había visto a alguien pelirrojo. No era muy común, por no decir inexistente.

En este caso, el profesor era el anciano de la manada de los Attakai. La clase empezó con información sobre las distintas razas que existen en el planeta: licántropos, vampiros, ángeles, demonios, monstruos marinos, humanos... e incluso habló de los ookami y espíritus japoneses.

Kaneki no se había traído nada, ya que era la primera clase y pensaba que no iban a hacer, pero al ver que había gente copiando lo que decía y apuntaba el Attakai, se vio en un apuro. Shin estaba en las mismas, y decía que no iba a coger apuntes ni nada. Así que se vio obligado a tener que pedirle ayuda a la pelirroja.

–Am, Minatozaki.
–¿Eh? Oh, Kaneki. Por favor, llámame Hana. Se me hace raro que me llamen por el apellido.
–Perdón.
–¡No, no te preocupes! ¿Qué querías?
–¿Podrías prestarme una hoja y un bolígrafo?
–¡Claro! ¡Ten!

Hana buscó por su bolsa la libreta y los bolígrafos que se había preparado para el día siguiente. Abrió los pocos bolsillos que tenía, pero los bolígrafos no aparecían. Le dedicó una sonrisa nerviosa a Kaneki y siguió buscando. Acabó por rendirse y decidió al menos darle una hoja. Cuando abrió la libreta, automáticamente la cerró avergonzada: había cogido su blog de dibujo en vez de la libreta que quería. Volvió a mirar a Kaneki muy nerviosa.

–Parece que se me han olvidado las cosas —le dijo la pelirroja mirando al suelo.
–Oh bueno, no te preocupes. Gracias de todas formas —le dijo mientras sonreía en agradecimiento.

La pelirroja se sonrojó ante la sonrisa sincera de Kaneki y rápidamente ocultó su rostro entre su cabello. Al instante, se llevó las manos a la cara y dio unas pataletas bajo el pupitre. La primera vez que habló con Kaneki hace mucho tiempo lo arruinó todo, y de nuevo lo había hecho.

–Qué vergüenza... De esta forma no podré acercarme a él y decirle...

Tras cinco horas de clase, con pequeños descansos entre hora y hora, a las 12 les dejaron un recreo para comer. Felizmente, todos salieron corriendo en estampida. Hana corría con sus amigas, pero se tropezó y cayó al suelo durante la carrera de los demás por llegar a la cafetería.

–Auch, eso dolió... ¡Moo, ahora he perdido a Hinami y a Sakura! Y no me esperarán para comer —dijo Hana haciendo un puchero.
–¿Te encuentras bien?

Hana vio que Kaneki estaba frente a ella tendiéndole una mano. Algo avergonzada la cogió y se levantó del suelo.

–S-Sí, no es nada. Soy un poco torpe jejeje.

La pelirroja se quedó hipnotizada con los ojos del albino. Eran azules y fríos como el hielo. Los ojos del Kaneki que ella conocía eran inocentes y cálidos, pero ya no eran los mismos... Después de todo lo que había pasado, era comprensible que no fuera la misma persona.

–Deberíamos ir a la cafetería o nos quedaremos sin nada.
–¡Espero que Hinami y Sakura me hayan guardado algo! ¡Sino tendrán que verselas con la heredera de los Minatozaki! —dijo mientras se ponía como si estuviera luchando.

Kaneki no pudo contener una carcajada ante el comportamiento de la pelirroja. Hana sonrió al volver escuchar aquella risa. El albino puso su mano sobre el cabello de la chica y finalmente le dijo:

–Tú y yo ya nos hemos visto hace mucho tiempo, ¿verdad?

Los ojos de Hana se abrieron por la sorpresa. Se acordaba de ella, ¿verdad? A pesar del cambio de look que se había hecho, la había reconocido. En ese instante, entraron corriendo Hinami y Sakura, las amigas de Hana y la cogieron de los brazos para llevársela corriendo.

–Hemos reservado una mesa para nosotras, pero si no vamos rápido nos la quitarán.
–Como tardabas en venir y te habías perdido, vinimos en tu búsqueda. Así que vámonos.
–¡Esperar! ¡Sé caminar!

Y se la llevaron casi a rastras, pero le dio tiempo a decir, gritando, "Adiós Kaneki". Kaneki continuó tranquilamente su camino hacia el pequeño edificio que era la cafetería. En la puerta de la academia, estaba Yuki con un vestido largo negro, con guantes negros y una rosa roja en el cabello. Llevaba también un parasol para protegerse del sol del mediodía. Parecía estar esperándolo. Sin embargo, tenía una mirada triste...

Shin le gritó a Kaneki que fuera rápido, que no quedaba casi nada y lo miró diciéndole que enseguida iba. Regresó su mirada en busca de la vampiresa, pero había desaparecido con el aire. ¿Qué había pasado?

Guerra Sangrienta (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora