Capítulo 1

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Kaneki pasó toda la noche en vela atento a los movimientos de los vampiros, pero sobre todo se fijaba en la joven Hirai. Le había llamado la atención su actitud cuando había ocurrido el encuentro y de no ser una vampiresa, se habrían llevado bien. También aprovechó su insomnio para concienciarse de que tendría que aguantar un año entero a aquellos seres que tanto despreciaba y que, como Alfa de los Koriyuki, no debía demostrar ante los demás desprecio y repugnancia a los vampiros. Al fin y al cabo, la manada de los Koriyuki era admirada por las demás debido a su capacidad de tratar con indiferencia a los demás, y conocía el pacto que habían hecho los Hirai con sus antepasados para buscar la paz definitiva. Debía actuar de acuerdo al pacto ahora que era el Alfa.

Nada más salir el sol, los licántropos se levantaron de sus respectivas camas y se reunieron todos, hombres y mujeres, en la entrada a los dormitorios.

–¿Qué se supone que debemos hacer? —preguntó una chica interesada.
–Lo único que sabemos es que teníamos que estar aquí y que ya nos darían instrucciones —respondió un chico.
–De acuerdo, no os preocupéis. Supongo que habrá alguien en el edificio que vendrá a por nosotros —dijo Kaneki.
–Ojalá no sea la vampiresa de ayer...
–Cualquier cosa menos un chupasangre de esos. Preferiría un kitsune o incluso un humano.
–Pues siento decepcionaros.

Los presentes se giraron a ver el origen de esa voz. Ahí estaba: la hija mayor de los Hirai. Al instante empezaron los gruñidos en dirección a ella, pero Kaneki consiguió impedir que se lanzaran a matarla.

–Explícate —le exigió Kaneki.
–Tendremos horarios distintos. Nosotros iremos por la noche, vosotros por la mañana. Sin embargo, esto ha sido creado para la convivencia entre nuestras razas, así que se están planteando hacer clases o descansos en común para cumplir con lo dictado en el pacto.
–Entiendo. ¿Tendremos profesores vampiros?
–No os preocupéis por eso. Los ancianos de vuestras manadas se han ofrecido como vuestros docentes. No veréis un "chupasangre" por vuestra zona —dijo resaltando esa palabra que antes había usado una de ellas.

Tras eso, se evaporó como el gas y desapareció. El albino regañó a los licántropos recordándoles el motivo por el que estaban allí. Esperaron un tiempo hasta que apareció, para sorpresa de Kaneki, un gran conocido suyo.

–¿Konata? ¿Qué haces aquí? —le preguntó sorprendido.
–Mi Alfa, no se preocupe por la manada. He dejado a mi hijo Mirai a cargo. Se lo explicaré con más detenimiento en otro momento. Os llevaré a las aulas.

Estuvieron caminando un rato hasta que se detuvieron frente a una puerta con un logo muy simbólico para ellos: Lupina con los dos gemelos Rómulo y Remo. Todos entraron en silencio, impresionados por todo lo que estaban viendo. Era un gran salón de clase, como un aula humana, con capacidad de 50 personas. Konata se puso al frente y comenzó con la explicación.

–Bienvenidos. Para los que no me conozcáis, me llamo Konata y pertenezco a la manada Koriyuki. Voy a ser uno de vuestros profesores a lo largo de este año. Hay tres profesores más: un Attakai, un Kazuki y un Umizu. Lo que haremos aquí es aprender cosas sobre nuestra propia raza y sobre otras.
–¿Vampiros? —preguntó un chico.
–También —en seguida empezaron los murmullos—. Es a lo que hemos venido a hacer aquí, ¿no? Sino, ¿para qué ha sido creada esta academia? ¿Para libraros de vuestro aprendizaje como futuros Alfas?

Todo el mundo calló. Sabían bien porqué estaban allí, pero también sabían que les iba a costar mucho adaptarse a todo eso.

–Bien. Hoy, como es el primer día, os dejaremos acostumbraros a este lugar, ya que pasaréis un año aquí. Por cierto, ya tenéis los uniformes en vuestras habitaciones. Para distinguiros, nosotros llevaremos el color azul. Los vampiros llevarán el uniforme rojo. Bien, salid al jardín si queréis. Haréis una primera toma de contacto con vuestros compañeros.

Guerra Sangrienta (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora