The Killer °Billdip°

~Capítulo 4~

—Hey Pino, ¿Te gustan los relojes? —Preguntó el rubio queriendo entablar una conversación con su compañero de trabajo.

—Supongo que sí... —Respondió Pines, acercándose a él y ajustando su mandil de las cuerdas traseras.

—Uff... —Suspiró el mayor, cabizbajo dando por finalizado el tema ya que Dipper no le preguntó de vuelta lo mismo. —Mañana tengo exámenes, qué horror —Inclinándose poco a poco sobre el mostrador, posó sus codos y con aburrimiento recargó su mentón sobre sus manos viendo en dirección a la puerta.

—Por cierto —Interrumpió Dipper girándose para encararlo, llamando la atención del moreno quien alzó su única ceja visible en muestra de prestar atención. — ¿Qué le pasó a tu ojo?

—Oh vaya ¿Esto? Larga historia, o más bien un accidente con un lápiz. —Volvió a pararse derecho mientras reía a lo bajo como si sacarse un ojo fuera tan normal.

A la hora de enderezarse, Mason pudo percatarse de un collar que colgaba del cuello ajeno, uno que chocó contra el mostrador revelando una llave de color cobre, oxidada y anticuada así que sin aguantarse la curiosidad señaló el objeto y añadió;

— ¿Esa es la llave de tu casa?

—Mph, sí algo así —Respondió, tomando la llave y volviendo a meterla entre sus prendas

—Qué interesante... —Alzó ambas cejas, vamos era el siglo XXl, ya no se utilizaba ese método tan viejo para resguardar las llaves de su casa existiendo los "llaveros", pero de igual manera le restó importancia.

(...)

Ya eran alrededor de las 8:00 p.m. cuando el castaño, habiendo terminado sus labores, abría la puerta dejando salir parte de su brazo tanteando el clima, sintiendo las pequeñas gotas que daban inicio a una fina brisa de agua fresca.

Pines bufó, agregando al viento un "genial" bastante sarcástico antes de tomar sus cosas, terminar de cerrar el local y retirarse. La lluvia comenzó a apretar conforme caminaba ya sin preocuparse siquiera en correr hacia algún techo o buscar alguna prenda con la cual pudiese evitar mojarse aún más, después de todo llevaría empapado a su hogar. Podía observar con a su alrededor la gente corría, algunos cubriéndose con sus abrigos, bolsas o mochilas, otros cuantos sacando paraguas y abriéndolos mientras él continuaba ahí, caminando con la parsimonia misma como si se tratara de un caluroso día de verano, sonriendo gustoso de que la lluvia cayera sobre sus cabellos y prendas. Su rutina siempre era igual, trabajaba, salía, se daba una ducha, hacía un poco de tarea y se acostaba a dormir repitiendo el mismo ciclo día con día.

A diferencia de que hubo una constante que interrumpió su rutina diaria, un complemento que lo hizo detenerse así de repente.

—Wow, sí que se soltó la lluvia ¿No? —Aquella frase lo hizo girarse a verle. — ¿Puedo? —Preguntó, extendiendo su brazo lo suficiente para que el paraguas de amarillo chillón que portaba pudiera cubrirlos a ambos de la lluvia.

—Oh... Gracias Bill —Agregó con educación, pasando el dorso de su muñeca por su nariz y barbilla retirando los caminos de agua que se habían trazado además de un escurrimiento nasal que amenazaba con una enfermedad en camino.

—Creo que alguien va a tener un resfrío —A tono burlón, Bill arqueó las cejas viéndole con ternura.

—Creo que alguien tendrá un golpe en las costillas —Farfulló sonriendo y mirando al rubio antes de que ambos soltaran una breve risa para romper la tensión del ambiente. Al menos su rutina había sido cambiada por un momento divertido.

Sobre el brazo izquierdo del mayor, reposaba un abrigo de color negro que se había retirado por lo caluroso que resultaba ser, pero al momento de ver a Dipper empapado y temblando cual perrito de la calle, decidió extenderlo e invitándolo a tomarlo.

—Se ve que no la estás pasando bien además no sería viable que te enfermaras y tuviese que encargarme yo de la tienda.

—No Bill...

—Anda —Interrumpió, volviendo a insistir con el abrigo. —Yo no estoy empapado, además tengo exámenes mañana, espero enfermarme para no hacerlos —Bromeó, cerrando su ojo y riendo al momento, acción que le transmitió un sentimiento de ternura al castaño de nariz rojiza haciéndolo sonrojar inclusive.

—Bueno... Es excusa suficiente, gracias.

—No hay de que "Pino" —Respondió, volviendo su vista hacia enfrente.