Niño lindo

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"Solía pensar que podía confiar en ti, yo era tu mujer"


Si, Julian estaba enamorado de mí. Y yo lo veía como el chico más bonito del mundo... pero todo había sido una broma. Él nunca me quiso ni lo iba a hacer.

Era un día de invierno y nos habíamos citado en la pequeña plazoleta cerca de la escuela. Estaba nerviosa, mis manos sudaban debajo de los guantes que poseía y mis mejillas estaban rojas.

A la distancia lo vi caminando con su paso seguro, sus hermosos ojos brillaban y su sonrisa ladeada provocaba que mi corazón se acelerara.

- ¿Hace mucho que estas esperando? - pregunto

-No mucho- sonreí apenada por mi voz extremadamente fina.

-Estas helada- murmuro y roso mis mejillas con ternura- vamos, mi casa queda cerca.

Tomados de la mano caminamos en el frió infernal. Todo mi ser estaba en llamas, parecía que tuviera fuegos artificiales en mi corazón.

Llegamos a un edificio viejo, parecía deshabitado.

- ¿Dónde estamos? - estaba nerviosa.

-Aquí es donde siempre vengo con mis amigos- respondió con comodidad- ven, lo vas a disfrutar

-Julian, no quiero, no me gusta este lugar

-Vamos Cora, será un momento, te va a gustar-.

Con una sonrisa me tomo del brazo y entramos a ese lugar. Estaba oscuro y el aire se encontraba pesado. El tiempo se había detenido en aquel lugar. Todos los muebles se hallaban tapados por finas capas de polvo y los retratos colgados en las paredes vigilaban cada paso que dábamos.

Mi cuerpo temblaba, no sabía en donde me había metido ni porque había cedido tan fácil ante los encantos de Julian, pero su mano tomando la mía me hacía sentir tan a gusto que no me molestaba la oscuridad ni el miedo al estar en un lugar desconocido.

Subimos las escaleras hasta el tercer piso. Nuestras respiraciones creaban una pequeña nube de vapor que nos acompañaba.

-Ve ahí adentro- ordeno apuntando a una habitación.

- ¿Que? ¿estas bromeando? No iré ahí sola- respondí sorprendida de a donde quería que entre.

-Cora no te va a pasar nada, entra ahí, yo iré a prender las luces, volveré enseguida- sonrió

- ¿Lo juras?

-Lo juro

Estúpida.

"Las promesas se rompen" debí haber pensado, pero sus ojos me habían cegado, sus buenos tratos y su ternura lograron que cayera completamente por él.

Estúpida.

La puerta se cerró y una llave giro. Me había encerrado en aquella vacía habitación.

Las risas de Lucia, todo su grupo, retumbaban en el lugar y un suave "se lo merecía" se coló por la cerradura.

- ¡Julian! - grite una, dos, tres veces, pero la voz, la dulce voz de aquel chico no apareció -¡Abran la puerta!- lloriquee.

Las risas se apagaron y el silencio inundo el lugar.

-Por favor- murmure- abran la puerta.

Durante cuatro días permanecí en aquella oscura habitación, observando la luz colarse por de bajo de la puerta. Grité y en un momento mi voz murió junto con lo que quedaba de esperanza en que alguien me encuentre.

<<Los niños son tontos, solo te ilusionan y te hacen llorar. Fijan sus ojos en ti y atan hilos a tus muñecas. Nunca te enamores de un niño lindo ... nunca te enamores>>

Lo ultimo de Cora había muerto en aquella habitación...sola, en obscuridad y sin nadie a su alrededor.


Nota de autor: La historia esta aburrida, lo se. Pero pronto se pondrá mucho mas bueno. Gracias por estar leyendo! Dejen su voto si le gusto. Nos leemos pronto <3 

                                                                                                                                                     Atte. Iris 

Las lagrimas de CoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora