Transmutación

23 2 1
                                    

"Estoy harta de todos los juegos que tengo que jugar"

Lo único que recuerdo es el estar sola y recostada en el suelo. Estaba frio, era de noche y la lluvia caía, definitivamente ese día era uno triste. No tenía compañía, solo el viento que fluía con rapidez, no poseía nada en mis manos, en la mente ni en el corazón, es duro creer que estos sentimientos son de una niña de 12 años, pero para tener esa edad, la vida me había desgastado.

Me deje flotar a la deriva, en un mar de pensamientos burlescos y rostros deformados, donde las imágenes de color se teñían de sepia para continuar incendiándose en una gran hoguera de auto lamentación. Las gotas caían sin piedad y picaban en mi piel, una por una sentía como los huecos se calaban en mí, perforaban mis ojos, mis labios y se colaban por ellos, como acido, matando desde el interior. El cielo brillaba, su color azabache era atrapante, no me daba miedo... era seguridad de que la desolación de un oscuro lugar, era mi hogar.

Abrí mis ojos y una luz cegadora invadió todo, voces parecidas a ecos zumbaban.

- ¡¿Cora?! ¡Cora! - mi madre gritaba con lágrimas en sus ojos.

- ¿Dónde estoy? - murmure, mi garganta estaba seca

-Cora estas en el hospital, hace dos días estas inconsciente, cariño te encontraron en el viejo edificio de la calle central, ¿Qué diablos hacías ahí? -.

<<Julian>>

-Hija- mi padre solo miraba fijamente mis ojos- ¿quién lo hiso? – cuestionó

-¿Quién hiso que papá?

-Cora la puerta estaba cerrada con llave, alguien lo hiso

- ¿Tus amigas de la escuela? ¿fueron ellas? - Los ojos de mi madre estaban sombríos

-No mamá, no fueron ellas- respondí evitando su mirada

- ¡HIJA! Estas niñas te hicieron daño ¿y las proteges?

- ¡NO FUERON ELLAS MAMÁ! ¡ESCUCHAME DE UNA PUTA VEZ! - grite, por primera vez en mi vida le levantaba la voz a mi madre... y me había gustado.

El ambiente se había quedado en silencio, la tensión era evidente entre mi madre y yo. Mi padre solo seguía sentado en la silla masajeando sus cienes.

-Cora tu...

- ¡NO! ¡NO INTENTES DECIRME QUE ESTAN PREOCUPADOS POR MI! - Mi voz temblaba en cada palabra que gritaba- Si estuvieran preocupados...- respire hondo - nunca nos habríamos mudado aquí

Los doctores estaban perplejos ante mi violencia repentina.

-Su puta decisión arruino mi vida

-Hija

-No, mamá... ya cierra la boca.

Salí de allí con la mente podrida y los oídos tapados de tantas idioteces que mi madre me había dicho.

Seis años de terapia después, ya no era la misma, reía y me burlaba de los demás; no tomaba nada enserio, las escuelas no me querían (por no decir de las personas tampoco), los chicos eran idiotas y las chicas muñecas barbies que soñaban con ser modelos.

Todo era una pérdida de tiempo.

-Entonces dime Cora- Ángeles prendía un cigarrillo en el balcón de mi habitación- ¿que harás con la escuela?

- ¿La escuela? ¿A quién mierda le importa la escuela?

- ¿Piensas dejarla? Es tu ultimo año, seria un desperdicio

Me reí- mis padres no me dejaran- el cielo se teñía de naranja con la puesta del sol

- ¿Entonces? - Observe su rostro, el cabello negro le caía por los hombros con gracias y sus ojos avellanas atraían las miradas como un imán. Ángeles era el sueño de todo chico, caderas angostas y largas piernas, sonrisa radiante y mejillas rosadas, todo en ella era perfecto.

- ¿Hola? Cora vuelve- golpeo mi cabeza con su celular

-Perdona me fui del mundo- me disculpé con una sonrisa

-Sí, ya veo... en que piensas últimamente, te distraes todo el tiempo, ¿no estarás pensando en aquello o sí?

<<Aquello>>

-Puede ser- murmure

-Te golpeare si haces alguna locura- amenazo señalándome con su dedo y su mirada que pretendía asustarme

-No te preocupes, no pienso en ello hace tiempo- respondí caminando hacia el espejo de cuerpo entero colgado al lado de mi cama.

<<Que asco>>

-Gracias a Dios - susurró pensando que no la podría oír

<<Si, gracias a "Dios">>

Ángeles se fue cerca de la media noche cuando mi padre en estado 100% alcoholizado entro a mi cuarto pidiendo silencio, no sin antes dar un espectáculo de rabia infinita mientras volteaba los portarretratos cerca de mi cuarto. Con una sonrisa le despedí, calmándola, prometiéndole que todo estaría bien y que no corría peligro.

Mi cuarto estaba a oscuras pero mi mente era un infierno abrazador, el silencio era sepulcral y yo solo esperaba. La puerta se abrió lentamente.

-Hora de jugar Cora

Las lagrimas de CoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora