Durante el resto de la semana, Severus intentó convencerse a sí mismo de que las chicas de Hufflepuff le habían querido gastarle una broma.
No se movía de su sala común, excepto para ir a tomar sus alimentos, y cuando eso ocurría, las miraba de reojo para ver si no se estaban burlando de él con alguno de sus mediocres compañeros.
Pero no. Ellas se limitaban a devolverle una discreta sonrisita y seguían en lo suyo.
—Tal vez se arrepintieron— pensaba para sus adentros.
Por suerte, sus "amiguitos" seguían entretenidos con las chicas fáciles de quinto año, y no se habían percatado de la charla en la biblioteca. Y de haberlo hecho, no les habría dicho absolutamente nada. Ese era su asunto; y ellos sabían que si deseaban llevar la fiesta en paz, mas valía no atosigarlo con preguntas metiches.
Finalmente llegó el día en que debía volver a casa.
Sentado junto a Mulciber y Avery, como hacía cada vez que tomaba el tren, desde que Lily lo había mandado a volar, Severus prestaba atención al paisaje, e intentaba no escuchar las barbaridades que hablaban los otros dos.
Aunque era difícil no prestar atención a la explicación detallada del episodio oral que habían tenido en el baño de la sala común con las dos bobas. Como si ya no lo hubieran relatado una y otra vez el día del acontecimiento.
—Es definitivo, se han arrepentido— lamentó el chico cuando vio que el tren entraba en Kings Cross y comenzaba a aminorar la marcha—. O tal vez si, era una broma.
Sin embargo, antes de cruzar la barrera que lo conduciría al andén muggle, escuchó una vocecita que lo llamaba.
— ¡Severus, espera! — Era Paulette, la de los ojos verdes— ¡Tienes que darnos tu dirección!
La joven llevaba un trozo de papel y un bolígrafo muggle en sus manos. Severus anotó con su letra pequeña y apretada, el nombre de la calle y el número de la humilde vivienda donde habitaba junto a su madre, abandonada por su marido hacía muchos años. Y se los regresó.
— ¿Es un barrio muggle? — preguntó la chica, examinando la hoja de papel.
—Si— respondió Severus, tímidamente, creyendo que eso sería motivo para que las muchachas cancelaran la cita — ¿Algún problema?
— ¡Claro que no! — respondió Paulette, finalmente. Y dándole un beso en la mejilla se dispuso a regresar junto a sus amigas, que la esperaban a unos pasos de distancia —. Nos vemos entonces.
Severus la vio alejarse y llegar donde las otras dos chicas, que le dirigieron una sonrisa mientras increpaban a su amiga, seguramente por haberse atrevido a besarlo.
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Las tejonas que amaban a Severus Snape
FanfikceA punto de iniciar las vacaciones navideñas en su último año en Hogwarts, Severus Snape recibe una sorprendente propuesta de parte de tres estudiantes de Hufflepuff, logrando con ello la experiencia mas excitante e inolvidable de su vida. De como...