Aunque el cielo estaba oscuro, hacía rato ya que había amanecido.
Severus y Solange permanecían aún en la cama, abrazados, desnudos, cubiertos solo por las sábanas amarillas, intentando recuperar el aliento, luego de otra sesión de disfrute carnal.
Por fortuna el hechizo silenciador había tapado los gritos, los gemidos y las palabras lascivas. La cama era más ancha que el asiento del vehículo muggle y mucho más cómoda también. Y se habían tomado todo el tiempo del mundo para tocarse, besarse, recorrerse y mirarse sin pudores, experimentando cosas nuevas. Cosas que quizás alguna vez habrían fantaseado, pero que por primera vez se animaban a hacer: Como comprobar que era mucho más gratificante sentir las manos del otro recorriendo sus partes. Y que existían diferentes posiciones para entregarse al placer.
Ahora, con Solange recostada sobre su torso, Severus tenía la impresión de que nada mejor podría esperar en ese día y en los días venideros. Se sentía complacido, sumamente satisfecho, agotado y más dichoso de lo que se había sentido en toda su vida.
Pero la curiosidad aún lo rondaba y necesitaba imperiosamente saber...
— ¿Saber qué? ¿Quién fue el primero? —preguntó la joven, a modo de respuesta
—Si — respondió Severus—. Si no te incomoda decírmelo...
—Fue un chico de Gryffindor— dijo, sin mirar a Severus. Acariciando su pecho, apenas cubierto por una diminuta mata de vello—. El verano pasado.
El primer nombre que a Severus se le vino a la cabeza, fue Sirius Black, sin entender por qué. Imaginaba que quizás el maldito renegado de su familia, tenía su fama bien justificada. No había estudiante de ninguna casa que se hubiera resistido a sus incomprensibles encantos. Todas caían, así fueran las de cuarto año. Y era comprensible que una muchacha tan bella como Solange, no hubiera pasado inadvertida ante los ojos de ese galán de pacotilla, seductor y manipulador de muchachas ingenuas.
Aunque tal vez su anecdotario de conquistas fuera como en el caso de sus amigos, una invención.
—No, no fue ese insulso de Black— señaló Solange, como si pudiera leer sus pensamientos—. Tanto Sirius como su hermano Régulus, me desagradan. Nunca he entendido qué les ven las otras.
— ¿Entonces? — insistió Severus. Era sumamente necesario saberlo. Saber quien la había preparado para él. Quién había descubierto primero el placer de poseerla.
Solange entonces, viendo que no tenía escapatoria, decidió cambiar de estrategia.
—Te contaré como ocurrió. Y si después, sigues creyendo que es importante, te revelaré su nombre. ¿Estás de acuerdo?
—Lo estoy—terció Severus, acomodándose, entre las almohadas, presto a escucharla.
Además de tener una voz sumamente seductora (tan seductora, que le resultaba imposible no sentir que su cuerpo reaccionaba nuevamente), Severus creía que era una perfecta narradora.
—Al final del verano—comenzó a relatar Solange —, faltando una semana para retornar a Hogwarts, mi hermano me pidió que lo llevara en el automóvil a Yorkshire, porque tenía una cita con una compañera de su escuela. Brian es daltónico para su desdicha y nunca podrá conducir un vehículo de motor. Y es mi hermano pequeño (yo nací diez minutos antes) de modo que accedí y los llevé hasta el lugar de la cita. El sitio acordado para el encuentro, era una heladería. Y como al ver a la chica, supuse que el asunto iba para largo, decidí entrar y tomar un helado de chocolate, que es mi favorito. Cuando estaba a punto de pedirlo, vi que entraba un muchacho de la escuela al que había visto muchas veces, pero que parecía nunca haber notado mi presencia. Se paró a mi lado para pedir un helado también y al comprobar que elegíamos el mismo sabor, le sonreí. Él correspondió a esa sonrisa con algo de timidez, pero sacó valor de alguna parte y me invitó a compartir una mesa. Charlamos bastante, mientras Brian hacía lo propio con su amiguita. Entonces, sin saber por qué, la charla se volvió más íntima y subió ligeramente de tono. Tal vez porque el lugar estaba repleto de parejas que se besaban o porque él llevaba una camiseta que se ajustaba a su torso y yo un vestido colorido algo traslúcido. Lo cierto es que sin darnos cuenta, de pronto nos estábamos besando. Al ver que mi hermano estaba en las mismas y que no tenía intenciones de moverse de su asiento, miré a mi acompañante, debo confesar que en forma provocativa. El asintió, adivinando lo que pasaba por mi cabeza. Y en menos de lo que pudimos darnos cuenta, subimos a mi automóvil y llegamos hasta su casa, que quedaba relativamente cerca. Aprovechando que sus padres no estaban, nos metimos en su dormitorio (él es hijo único) y luego de poner una toalla sobre los cobertores, lo hicimos.
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Las tejonas que amaban a Severus Snape
FanficA punto de iniciar las vacaciones navideñas en su último año en Hogwarts, Severus Snape recibe una sorprendente propuesta de parte de tres estudiantes de Hufflepuff, logrando con ello la experiencia mas excitante e inolvidable de su vida. De como...