Caperucita rosa: Rymna

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No pudo pegar ojo en lo que quedó de noche, Nalix siempre la ponía en tensión y hacía a su mente intentar trabajar como la de ella para averiguar qué estaba tramando esta vez.

Pero eso era imposible, ya que nadie podría nunca pensar como Nalix. Y Rymna lo sabía.

Aquella forma en la que la había mirado Caperucita naranja, odiaba pelearse con ella, aunque era lo que comunmente pasaba.

-Solo porque sea la pequeña no tienen que tratarme así -pensó-. Sé que vi a Caperucita blanca, estoy segura. Era pequeña, tenía 7 años, pero...

Pero lo recuerdo como si fuera ayer, iba a decir. Y lo cierto era que sus recuerdos de aquella chica estaban intactos, aunque hubieran pasado 12 años:

Recojo flores y hierbas del campo, creo que podría hacer de ellas una crema para ayudar a mami con sus dolores de espalda. Escucho algo, una risa de una chica. Miro en la dirección de la cual proviene el sonido, hay destellos de luz. Agarro mi cestita, que ya está llena de flores, me pongo la capucha y ando hacia el lugar.

Allí hay una chica, mayor que yo, tendrá unos... Ay, no sé... ¿14 años? ¿15 quizás? Esta de espaldas a mí, lleva una capa blanca, larga, mucho más que la mía, ya que me llega por la cintura y la de ella llega al suelo. ¿Será una caperucita? No sabía que había una Caperucita blanca, somos siete sin ella. Mi mami dice que me aleje de los extraños, pero si ella es una caperucita... No es una extraña.

Me acabo de dar cuenta de que no lleva puesta la capucha, sino que su pelo es blanco como la nieve. Está haciendo magia, con sus manos crea algo blanco parecido a la luz y hace formas con él.

Nota que estoy tras ella, para y se gira para mirarme. Es muy guapa, tiene los ojos grises y la piel blanca como la porcelana, sonríe amablemente

-Tú debes de ser Rymna -dice.

-¿Quién eres? -pregunto.

-Caperucita blanca.

-¿Y haces magia?

-Sí -contesta sonriente, por alguna razón al estar con ella me siento en paz.

-¡Qué guay! ¡A mí me gusta la alquimia!

Oigo a mi hermano pequeño llamarme desde donde estaba antes, no quiero volver, quiero preguntar a Caperucita blanca sobre la magia y si a ella le gusta también la alquimia.

-Corre con él -me dice suavemente, tiendo a hacer lo que me dicen los mayores sin rechistar, pero esto va más allá, por alguna razón siento que debo hacer caso a la recién descubierta caperucita.

Asiento y echo a andar por donde vine, me giro y alzo la mano para despedirme de ella, pero ya no está.

Se sentó en la cama y miró el reloj, aún quedaba tiempo hasta que comenzaran sus clases.

Llamaron a la puerta de su habitación.

-Adelante.

Una joven más o menos de su edad entró y se sentó junto a ella.

-Anoche llegaste muy tarde -le dijo.

-Caperucita negra se retrasó.

-No me gusta esa chica... ¿Sabes que la buscan por asesinato?

Rymna se rió.

-Deberías de dejar de creerte todo lo que dicen por ahí, Yarin -dijo levantándose, cogió un peine y comenzó a hacerse un par de trenzas con su cabello rubio-. Ella es buena, solo que es... Tímida.

Siete caperucitasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora