Robert

Veinte: ¿Amor?

La chica que leía el diario con el entrecejo fruncido lo cerró de golpe. Eran demasiadas sensaciones y sentimientos juntos en tan solo horas.
tenía esta extraña sensación que la hacía querer meterse entre las páginas y ayudar al pequeño Robert. Pero sabía que era algo imposible, aunque aún así, las ganas no se desvanecieron.
Su infancia había sido marcada sin necesidad de golpes físicos, y en los que a ella le concierne, ese es uno de los peores daños.
Sus pocos años estudiando psiquiatría no la preparaban para un caso así de... fuerte, o mejor dicho, traumático.
Sentía un cariño repentino hacia Robert, como cuando te enamoras del protagonista masculino de tu libro favorito. Ese era mi dilema ¿Sentía amor por ese niño en pocas páginas leídas o solo era pena?
Emma suspiró. Tener los sentimientos alterados no era algo que le gustaba. Lo dejaba pasar con estos raros personajes literarios que le gustaban, pero ella sabía que Robert era real, aunque su historia era prácticamente fantasiosa.
Quería investigar a Robert, pero necesitaba al menos un indicio de su apellido, habían millones de Roberts en el mundo y, si solo lo buscaba por un historial médico-Psiquiátrico, encontraría unos cuantos cientos.
Masajeó el puente de su nariz con sus dedos y volvió a abrir el Diario. Era más fácil leer, que pensar en lo leído.