THOR Y MEGAN LILY PEROZO PARTE 3

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Samuel sentía perderse en la boca de Rachell. Olvidaba, día, mes y espacio, esa turbación que lo recorría era prueba de ese deseo irrefrenable que ella despertaba en él, ese palpitar enloquecido de su corazón que solo con ella latía de esa manera, nunca había vivió de manera tan intensa un beso, en la boca de otra mujer no había encontrado esas sensaciones que lo gobernaban y tenía una larga lista para comparar, los besos de Rachell eran distintos, no cómo los daba sino lo que provocaban en él, en ella ansiaba más, a ella la besaba con ganas que hasta ahora no conocía, no encontraba palabras para definir lo que sentía ¡Debía encontrarlas!

Con labios palpitantes y boca húmeda se alejó un poco, solo un poco lo suficiente para seguir bebiendo el aliento de Rachell quien una vez más lo azotaba en la mejilla y él no se alejó si era lo que esperaba con eso, siguió reteniéndola cerca de él sintiendo como se excitaba cada vez más.

-Vuelve a besarme y se ganará otra. –murmuró con voz agitada y vibrante ante la falta de oxígeno y deseo.

Fue un error haberlo retado de esa manera porque una vez más la beso y con más ímpetu obligándola a corresponderle de la manera que él quería, sabía cómo dominarla para hacer que lo sintiera retumbando en las entrañas, aun cuando él palpitaba podía sentir cómo ella era toda latidos enardecidos y quería acortar la distancia pero el escritorio en medio de ambos no le brindaba la oportunidad de hacerle sentir cómo lo tenía, cómo ella dolía y palpitaba en su erección, erección que llevaba el nombre de la mujer que besaba, una vez más necesitaba dejarla respirar y él hacerlo también aunque había olvidado cómo hacerlo, la boca de Rachell le hacía olvidar muchas cosas y antes de que ella pudiese agredirlo nuevamente él adivino el movimiento y le sostuvo la muñeca, entrando con su mirada por los ojos misteriosos de ella.

-Vuelves a pegarme y te cogeré aquí... me importará una mierda quien este. – le dijo con voz ronca por los deseos que lo esclavizaban, acariciándola con su tibio aliento.

-No lo hará.

-No me retes, no me tientes porque sabes que no hablo dos veces.

-No lo voy a permitir, suélteme y se larga o llamaré a la policía o mejor aún le abriré la cabeza y debería saber que tampoco hablo dos veces. –lo amenazó agarrando una escultura pequeña pero lo suficientemente pesada para noquearlo.

THOR Y MEGAN DE LILY PEROZO PARTE 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora