Y así comenzó todo. Justo ahí donde me dejaste, sola. ¿Que creías, cariño? Lo pienso y río. ¿Acaso sería yo esa copa de cristal que es guardada en el estante para ocasiones especiales que nunca ocurren? Ni soñarlo. Y así, justo cuando creiste que todo había terminado, ahí es donde te equivocas amor, porque esto recién comienza para mi. Podría decir que este es mi segundo contacto con la vida, sin duda.
Me visto con cuidado. Casualmente -o no- he encontrado esa lencería que compré hace mucho, la cual hasta ahora, guardaba para "una ocasión especial". Que nunca llegó. Aunque por ese lado no puedo quejarme, lo juro. Sí que me tenías satisfecha, querido. Hasta cinco veces en el día. Que insaciables éramos los dos. Ahí es donde la gente se equivoca: el sexo no lo es todo. Hasta el más bueno aburre llegado el momento; o en mi caso, no es razón suficiente para seguir. Pero como decía, siempre se me tuvo en línea, siempre se me cumplió todo lo que pedía. Pero sin darme cuenta en un determinado momento el sexo pasó de "ven maldita perra voy a darte lo que te gusta" a "vamos Dahiana, rápido, que tengo cosas que hacer". Tu entiendes. Toda esa pasión desaforada pasó de moda entre nosotros. Y ahí estaba ese corpiño color salmón con mucho encaje, haciendo juego con uno de esos hilillos que no cubren nada de nada, ambos hechos en una tella muy suave, pero este último conformado por un color rojo intenso, con algunos pocos detalles del otro color. No podía dejarlo guardado tanto tiempo en el olvido, pero tampoco desperdiciarlo con tu poca importancia hacia el sexo. "Que no tenemos sexo, hacemos el amor" me decías en forma de reproche. Pues me hubieses hecho el amor todas las veces posibles con tal de callarme, tonto. Y tal vez así, no estaría escribiendo. Pero ¿cómo llegarías tu a sospechar que yo me iría? Si me lo pongo a pensar suena muy obvio, pero no para ti. "Una persona que lo ha aguantado todo no se va más" debiste pensar. Imagino tus pensamientos exactos. 《Ésta no se va más, es puro amague》. Quizá no fue con tanto egoísmo, pero no logro imaginarlo de otra forma. Pues no. El "amague" está justo aquí, siendo todo lo contrario. Y es que no titubeo. Voy de frente como no tienes idea. Después de todo me lo has enseñado tu, a tener ese sentimiento por uno propio; de una forma vaga y cruel, pero que va, me lo has enseñado. Y no me ha quedado de otra que acostumbrarme a mi nuevo yo.
Me introduzco en mi conjunto y salgo despacio, con elegancia. Salgo a comerme el mundo.
Hoy veré a Dante, ¿recuerdas? aquel muchacho mayor que yo, mayor que tu incluso. Aquel con el que tenías tremendas broncas cada mañana en el kiosko, porque decías que me miraba. Pues mira que tenías razón; me miraba como para comerme. Te diré que he decidido darle un chance. No nos casaremos, no te creas que sería tan tonta como para hacer eso. Solo tendremos sexo. Tranquilo cariño, que lo nuestro no era sexo así que no tienes que estar celoso.
Como contigo solía ser difícil, esta vez fui precavida y lleve una falda, así no habría problemas con los botones o el belcro. ¡Por Dios! como me sacaba intensidad esa demora. ¿Te he dicho que es mayor? No siempre la edad denota experiencia, pero este sí que es uno de esos casos. Ha decidido primero saciar cualquier tipo de necesidad que yo tenga. Me ha masturbado como los dioses. Como tu nunca lo hiciste. Parece que me conociera de otra vida. Paralelamente y con toda delicadeza introduce su pene, comienzo a sentir un placer indescriptible. De pronto pasa a ser osado y violento, lo mete con más fuerza, ya no es delicado. Lo mete y lo saca varias veces mientras observa mi cara, mis gestos, mi boca. No se que espera de mi. De pronto se me escapa un gemido y hasta a mi me sorprende. Le ha encantado. Me pide que me coloque dada vuelta y comienza a darme por el culo. Me encanta. Golpea suave mis nalgas. Me toma por el pelo y lo pone hasta el fondo. Lo siento. Oh. Cinco segundos llenos de placer. Estoy húmeda, muy húmeda. Y satisfecha. Veo que él también. Tiene bien claro como yo, que esto es solo sexo, y está de acuerdo. Pero por puro caballero que es, se toma la molestia de cocinarme algo de comer. Me sienta en la mesa y sirve para ambos. Eres tremenda, me dice. Y me mira como siempre en ese pequeño kiosco. Sabe que no me gusta hablar de sexo en la mesa, se lo dije antes. Callo y continúo tomando soda. Desvía la mirada, no quiere hacer nada que provoque un alto a nuestros encuentros. Sabe que no soy mujer de un solo hombre de ahora en más aunque no me lo ha preguntado. Y sabe también, que opciones no me faltan. Así que me trata con respeto, me acaricia por última vez y me despide. Tengo el pelo un poco desarreglado y la falda un poco más arriba. He de reconocerlo: me siento una prostituta. ¡Que va! Si hasta es divertido. Las mujeres somos muy yeguas, ¿sabes? comparamos a los hombres, siempre, al igual que ustedes lo harán con las chicas. Y este, uff.. te ha dejado pequeñito lamento decirte, en todos los sentidos. Vuelvo triunfante a casa. Me ducho. Me siento renovada, 《nada en buen estado merece ser descuidado por tanto tiempo》pienso. Se me escapa una carcajada. Debería dejar de presumir tanto. Al fin y al cabo es sexo, solo sexo, y quizás no vuelva a hacerlo otra vez, no lo creo.
Atte: La primera en tu vida.