Ya los chicos se hicieron grandes: Francisco culminó sus estudios y Gullermina contrajo matrimonio. Me hubieras visto, emocionada. Siempre creí llegar a esos momentos a tu lado.
Y yo.. pues yo aún estoy aquí, en la casa que Genaro compró para esta familia que se ha ido desintegrando. Lo cierto es que con cuarenta y pocos años me siento muy vacía, la vida me ha pasado por arriba y creo que las cosas han sucedido demasiado rápido. Quise ocuparme de Genaro pagando una buena clínica pero su madre no aceptó,a cambio, se lo llevó a su casa. Pobre Genaro, si hubiese podido decidir se habría quedado conmigo. La verdad es que yo solo quería que se encontrase bien, y bueno, no se si su madre sería la mejor opción pero al menos estaría bien atendido, y ella podría disfrutarlo el resto del tiempo que le quedase a ambos.
Por aquí la vida se me ha dado muy tranquila. No le perdí el cariño a mi marido, pero me encontraba sola en esta casa y ello me enloquecía por momentos. Me dedico a trabajar de secretaria en un estudio jurídico, sí, preferí dejar mi oficio de lado pero a su vez mantenerme cerca. Aquí conocí a un muchacho, mucho más joven que yo, veintitantos, que hasta podría ser mi hijo. Lo cierto es que un día debimos hacer un papeleo juntos en horas de la noche, quedamos a solas en su oficina. Sentí la mirada de Genaro y me avergoncé al verme cogiéndome a este tipo. Si estuviera al corriente diría "no me esperaba esto de ti". Y lo cierto es que por vez primera me sentí sucia. Ya todos conocían mi condición de viuda, y Fred, el chico que ahora se encontraba recorriendo mi cuerpo sutilmente, cada tanto me soltaba un "te hacía falta sentir placer", sin saber que le faltaba aún la experiencia para saciarme por completo; es que es apenas un muchacho.