Genos

3.7K 395 30
                                    

Se encontraba en la oscuridad del apartamento que ambos compartían, mirando hacia el techo, como esperando a que éste le diera las respuestas que buscaba.

Sus sensores detectaron movimiento en el exterior, obligándolo a salir de su trance y salir a inspeccionar la zona, pues donde ellos vivían no habitaban muchas personas pero sí monstruos.

Sin embargo, al ir hacia aquel lugar donde sus sensores le mandaban, observó que solo se encontraba allí un único indivíduo: Saitama, su sensei. Éste estaba sentado en el balcón de un edifico abandonado, en completo silencio.

Lo analizó de pies a cabeza, preguntándose el por qué su maestro habría decidido salir, y a altas horas de la noche. La única respuesta que pasó por su mente fue que quizás el mayor tendría mucho calor en el apartamento, y por esto salió para refrescarse.

Debería volver al apartamento a dormir, pero su mente se negaba a dejarlo a su maestro allí, aunque sabía que él podría defenderse solo, no quería dejarlo.


Suspiro para sí mismo para después dar un muy suave paso, tanto que no se escuchó. Si no podía volver a dormir, al menos le haría compañía a su maestro. Pero mientras pensaba esto, se alarmó de nuevo al sentir una melodía agradable viniendo de aquel balcón. Se detuvo en su andar, escuchando esa melodía. Era fascinante, suave, casi imperceptible, pero llena de pasión. Sonaba como una melodía triste pero bonita viniendo de la persona que la cantaba, y esa persona era... Saitama- sensei.

Se quedó mirando a la nada, hipnotizado, pero no sorprendido. Su maestro era el hombre más fuerte del universo. Podía lograr cosas inimaginables y cantar no debía ser algo difícil para alguien como él. Una sonrisa se formó en su rostro.

Su maestro era realmente genial.

Se acercó sigiloso hacia donde estaba el mayor, no quería interrumpir tan agradable melodía. Éste no lo miró, pero estaba seguro que desde que llegó se había percatado de su presencia. Siguió cantando, haciéndole disimuladamente un hueco para que le acompañara.

Así, sentado junto a la persona que más admiraba y escuchando cada palabra que escapaba de los labios de ésta, se sintió la persona más feliz de mundo. Cerró sus ojos, sintiéndose en paz.

A decir verdad, ésta era una oportunidad que sólo se presentaba una vez en la vida...

Sus ojos se abrieron de golpe ante su reciente pensamiento ¡Una escena así debe ser grabada!

Activó su función de grabación que el Dr. Kuseno instaló a petición suya para recordar mejor las técnicas y entrenamiento de Saitama. Sin duda, la utilizaría esta vez con un propósito distinto para el que fue instalado. Ahora que tenía la grabación de su maestro cantando, sentía que cada vez que la escuchara, estaría en su hogar.


Hanafubuki ReflectDonde viven las historias. Descúbrelo ahora