V - Nacimiento

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Cuando volví a abrir los ojos me encontraba en una habitación metálica iluminada por una luz rojiza. Casi todo el metal estaba oxidado y olía a cadáver; un olor que ya conocía muy bien. Me di cuenta que estaba atado con cinturones a una cama que parecía piedra. Giré con dificultad mi cabeza hacía un lado y me encontré con la asesina. Me estaba sacando la bala del brazo pero no sentía dolor alguno, ni me había enterado que estaba allí hasta que me giré. Levantó la cabeza y me miró con esos malditos ojos que me congelaban hasta las lágrimas.

—Vaya, la bella durmiente se ha levantado de su siesta —sacó la bala en ese momento, la miró un rato y la tiró al suelo—. Te diría que siento haberte disparado pero la verdad es que disfruté ver como te retorcías en el suelo.

La miré con unos ojos llenos de odio, sólo quería matarla.

—Jamás te perdonaré esto —Dije con una voz llena de odio.

—Creo que deberías saber que me suda el coño que me perdones o no, mierdecilla.

Empecé a moverme en la cama con la esperanza de poder desatarme pero fue inútil.

—Qué pesado, la hostia.

—¿Por qué me estás curando? Eres una puta asesina, mátame ya —intenté gritar pero ya me había rendido y acepté mi posible final.

—Es que las mercancías hay que entregarlas en buenas condiciones, como es obvio.

—¿Mercancías?

—Se me había olvidado que eres retrasado mental. Tú, mocoso, eres una mercancía que con suerte acabará en una pandilla decente y con más suerte aún no la palmará en dos días.

—¿Qué leches dices?

—Digo que desde aquel día que despertaste tu poder básicamente tu vida de humano mediocre se ha hundido en el pozo más hondo de mierda perruna que existe.

No sabía de que coño me estaba hablando. Esto tiene que ser una pesadilla.

—Serás un evoker de hoy en adelante, aunque uno que tiene los mismos derechos que una planta, te enseñarán a controlar el poder que tienes aunque seguramente la palmes en el proceso.

—¿Qué vais a hacerme?

—El niño preguntitas ataca de nuevo. Nosotros nada, los que te compren por mi como si te obligan a follarte al cadáver de tu abuela.

—Mi abuela sigue viva.

—Con la mierda de nieto que tiene me extraña que no se haya suicidado ya.

Por alguna razón la conversación me recordaba a las que mantenía con Hikari; pero ella era un monstruo no mi amiga.

—¿Por qué la mataste?

—Joder con las preguntas. La maté porque ella básicamente te iba a vender como mercancía y no me gusta la competencia.

En ese momento le grité con todas mis fuerzas que eso era mentira y que Hikari jamás haría eso.

—Vaya que si lo iba a hacer, si hasta implantó recuerdos falsos en ti para que creyeras que la conocías de toda la vida.

No me podía creer lo que decía pero intenté recordar todos los momentos que había vivido con ella. Después de un rato me di cuenta que era inútil, no recordaba ni cómo nos habíamos conocido. Sólo tenía vagos recuerdos de ella cantando y gritando. En ese punto me di cuenta que jamás hablé con ella antes de lo de los apartamentos; pero estaba seguro que lo había hecho por alguna razón. Repasé mi vida entera y nada.

Por alguna razón al darme cuenta de esto sentí una paz increíble. Ya no me afectaba la muerte de aquella chica que creía era mi amiga. Decidí creer en las palabras de la asesina; algo dentro de mi me confirmaba que decía la verdad.

—Parece que te la han jugado bien. Pero bueno, deja el pasado a un lado porque aquí empieza tu nueva vida de mierdecilla con poderes.

Se puso detrás mía y pegó una patada que hizo que saliera disparado junto con la cama hasta una puerta. Al atravesarla me encontré en una fábrica abandonada, justo en el aparcamiento. La chica disparó contra los cinturones haciendo que se soltaran y cerró con fuerza la puerta del edificio donde se encontraba.

Me puse de pie y empecé a andar hacía delante; seguía haciendo un frío del demonio y era de noche. Después de varios minutos andando llegué a la autopista, que se encontraba delante de aquel lugar. Allí vi un autobús típico de una serie americana que estaba siendo iluminado por una tenue luz que provenía de la parada cercana.

Conforme me iba acercando vi a una niña que no debía de medir más de 1,55 y que sujetaba un paraguas negro; aunque no estaba lloviendo. Me paré delante suya y en ese momento pude apreciar que estaba sonriendo. Tenía el pelo largo y blanco, ojos verdes y vestía un uniforme negro que parecía el de un sargento porque tenía boina y todo. Apartó un poco el paraguas para poder mirarme bien a los ojos para hablarme.

—Te he estado esperando, has tardado mucho, que difícil es comprar mercancía.

—¿Quién eres?

—Me llamo Luka von Anhalt y desde hoy seré tu nueva jefa, encantada.

Tiró el paraguas al suelo y agarró mi mano con las suyas para empezar a agitarlas de arriba abajo. Siempre estaba sonriendo, me recordaba a Hikari.

—Imagino que ya estarás enterado de todo, así que espero que te portes bien y me hagas caso o por el contrario te mato.

Aunque parecía una niña, después de todo lo que he visto le tendría miedo hasta a un bebé. Volvió a recoger su paraguas, le pegó una patada a la puerta del bus y la abrió de par en par. Me miró y con una gran sonrisa me dijo "Bienvenido a los Beelzebu Boys"



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