La jóven se quedó asombrada de que no hubiera ninguna calle por aquel lugar. <<Parecía tan real>> se dijo a si misma. Según lo ocurrido en medio de clase todo indicaba que detrás del centro comercial tendría que haber una calle, sin embargo solo se encontraba un parque en donde un par de familias hablaban mientras que sus dulces e inocentes niños jugaban. Anais se quedó mirandolos durante un lago rato hasta que la voz de su amiga llamandola hizo que apartara la mirada.
-Esto, Anais, ¿donde decías que estaba la tienda?.-la pelirroja jóven suspiró y se dió la media vuelta, buscando una escusa para decirle a su amiga.
-La verdad es que no recuerdo por donde se iba.-dijo seriamente.- perdón por hacerte venir hasta aquí y todo eso pero...me voy a casa.
-¿¡Qué!? Pues por lo menos déjame acompañarte ¿no?.-dijo mientras intentaba alcanzarla.
-No.-respondió friamente
-Estas muy rara desde esta mañana,¿te ha pasado algo?
-Nada de importancia.-contestó timidamente Anais mientras caminaba, dejando a su amiga atrás.
La muchacha se pensó detenidamente porque había dejado a su amiga sola, al fin y al cabo habían "quedado" para ir al centro comercial, y ni siquiera habían entrado ni una sola vez .La jóven tembló. Una rafaga de aire se acercaba, llevandose todo lo que había a su alrededor, y, llevandose con sigo a la jóven. Cayó en un lugar algo desabitado. Sin coches ni gente. Solo quedaban los restos de las casas que el aire no se había podido llevar. La hierba comenzó a crecer con una rapidez extrema, subiendo por las casas y convirtiendose en una hiedra de color berenjena. Anais contempló como todo a su alrededor cambiaba poco a poco y como aquel lugar,en el que antes había casas y calles, comenzaba a parecerse a un bosque. La jóven aspiro aire y notó el frescor de la hierba. A poco que hizo eso, notó una presencia detrás suya, y se dió la media vuelta lo más rápido que pudo, aunque no encontró a nadie.
-¿Hola?.-preguntó con sarcasmo sabiendo que nadie la respondería.-Sé que hay alguien así que no tienes que "esconderte".-continuó mientras hacía gestos con las manos indicando las comillas.
-Ana...is.-pronunció una voz masculina.
-Tu...voz....me suena.-aseguró la jóven mientras su mirada se dirigía de donde procedía la voz..-Eres Gabi.-afirmó asustada.-Tu, tu, tu....¡Tu eres Gabi!.-el jóven nombrado asintió con la cabeza y se acercó a la jóven. Sus profundos ojos azul hielo la miraban fijamente. Anais bajó su mirada ruborizada por la belleza del jóven.-¿Quién eres?.-se atrevió a preguntar.- el chico se pasó una mano por su, azulado y largo, cabello.
-¿No te acuerdas...-hizo una breve pausa.- de mí?.-Anais negó con la cabeza. El muchacho bajó la mirada entristecido.-lo siento, no te lo puedo decir.- Gabi se dió la media vuelta y y saló corriendo. La jóven, frustada, salió detrás suya ,evitando cualquier rama, raiz o lo que que fuese. Anais paró del cansancio producido. Miró a su alrededr para ver donde se encontraba.Giró la cabeza hacia los árboles y ver como bailaban, con las suave brisa del aire, las hojas. Caminó insoncientemente hasta bajar la mirada y que su mirada se entrelazara. Aún inconsciente, la jóven siguió caminando(esta vez con los ojos cerrados) hasta Gabi hasta estar a pocos centímetros de distancia. El jóven acarició sus pomulos y le dió un beso en la mejilla. Dijo algo que la joven no había comprendido y desapareció. Así como todo lo que había a su alrededor volviendo a ser tal y como era.
La voz de una mujer consiguió abrir los ojos a la jóven y dejarla petrificada. Miró a su alrededor y se fijó en que estaba en medio de un paso peatonal. Corrió hacia un lado de la acera y pidio disculpas a los conductores que llevaban tiempo pitanto y causando un tremendo alboroto. Miró la hora de su reloj y obserbó detenidamente como el minuterio parpadeaba. Habían pasado más de media hora desde que salió de su casa.