La jóven miró la hora. Era más tarde de lo que ella misma creía. Cogió su maleta, se puso unas zapatillas más cómodas y salió lo más rápido que pudo a la calle. Esperando a que un taxi pasara por aquella zona miro por tercera vez consecutiva el reloj. Si no se daba prisa perdería el avión. De repente su teléfono móvil sonó.
-¿Si, diga?.-preguntó la jóven.
-Anais.-dijo la voz.-Anais, por que te fuiste, por que abandonaste, tu lo podrías haber conseguido.
Anais colgó nada más escuchar aquella voz. Un pequeño escalofrío le recorrió el cuerpo. "Gabi" se dijo a si misma. Gabi la había llamado pero, ¿acaso era posible? Un taxi pasó por la carretera a gran velocidad y paró de golpe.
-¿Va a subir señorita?.-pregunto el conductor.
-Eh..esto si.-dijo aturdida.-al aeropuerto.-dijo a continuación.
El coche volvió a coger una tremenda velocidad. Anais miró por la ventanilla sin conseguir ver nada razonable. Luces, sombras y millones de cosas pasaban por las ventanillas. El coche frenó en seco. Anais, mareada, intentó abrir la puerta, y al hacerlo esta le empujó hacia afuera. Anais se apoyó en el suelo intentando concentrarse.¿Donde estoy? se decía a sí misma. Miró a ambas partes. Se encontraba en una calle sin fin, sin embargo ningún edificio salvo el que se mostraba delante suya.Era un pequeño y rústico edificio colorido y decorado con todo tipo de columnas sujetando balcones que salían de todos los lugares sin haber ni siquiera puertas por las que entrar. Anais se fijó en la puerta que parecía ser la principal. Vió su reflejo. El reflejo de una jóven chica de diecisiete años. Su pelo de color escarlata seguía perfectamente como cuando esta salió de casa. Anais se dirigió a la puerta y, antes de poder abrirla, una mujer la abrió.
Un ruido sonó y Anais se despertó calléndose de la cama. Miró el reloj. Apagó la alarma y miró la hora. Siete en punto de la mañana.¿Quién era Gabi?Preguntó su subconsciente.Suspiró.Hacía tiempo que no había tenido esos sueños y de alguna manera le había afectado.
-Menudo día va a ser hoy.-dijo inconscientemente en voz alta mientras se frotaba los ojos.
Trás ducharse y secarse abrió, con cuidado de no hacer mucho ruido, su armario. Allí vió una pequeña caja de color negro azabache donde se escondía su violín.Lo había dejado hace tiempo. Sus padres no querían que se centrara en la música ya que le quitaba tiempo de estudio. Tampoco es que se pudiera decir que no tenían razón, porque la chica no es que sacara malas notas, pero le costaba mucho concentrarse a la hora de los estudios. Dejando a un lado aquella caja la verdosa mirada de la jóven se dirigió a la ropa que colgaba de las perchas. Eligió una simple sudadera con capucha de color azul marino, y unos vaqueros ajustados de color gris. Se puso unas bambas altas de color negro y se ató los cordones de forma especial, haciendo que se vieran tres lazos. La jóven se miró en el espejo. Al tener aún el pelo mojado y húmedo decidió hacerse una coleta alta. Cogió el coletero y con mucha maña y rapidez se la hizo. Cogió una chaqueta, su mochila y salió de su casa.
Miró el reloj de la farmacia. Su compañera de nuevo se retrasaba. Mientras que Anais jugaba con su coleta repasaba los apuntes de Literatura. Tenía examen a primera hora.
-Ya nos podemos ir.-dijo una voz femenina.La mirada de Anais se dirjió a su compañera y tras arquear una ceja sonrió.
-Hubieras tardado algo más...y creo que te hubiera matado.-dijo sin preocupaciones Anais. Comenzaron a caminar.-Oye Charlote, ¿que tal te va con el examen?
-Demasiado fácil, mi madre me lo explicó ayer y la verdad es que es bastante sencillo.-dijo Charlote mientras esbozaba una sonrisa.
-Tienes mucho morro de tener a una catedrática como madre.-Charlote negó con la cabeza.-vale, puede que te pida notas más altas pero, por lo menos tienes alguien que te pueda explicar las cosas cuando no las entiendes.-contestó con un tono borde y frío.