Capitulo 5:La frustración no tiene límites.

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Anais se llevó la mano mano a la tripa y se sostuvo como pudo en el suelo. Las arcadas comenzaban a apoderarse ella. Abrió poco a poco sus ojos, encontrandose con dos miradas procupadas. Dos pequeños niños la miraban preocupados. Parecías ser hermanos por su gran parecido. El más alto, de pelo castaño cobrizo, le tendió la mano para ayudarla a levantarse. Sin embargo Anais al momento de sostenerla notó un fuerte pinchazo en todo su cuerpo que la hizo caer nuevamente. Las fuerzas le fallaban. 

-¿Estás bien?.-preguntó el niño más pequeño agachandose.-Vamos a llamar a mamá.

-No.-cortó la jóven levantandose del suelo.-Estoy bien, no hace falta que avises a nadie. Gracias.-esbozó una pequeña sonrisa.

-¿Quieres agua?.-le preguntó de nuevo el niño.

-Mikey, a dicho que está bien, mejor volvamos con mami haber si se va a preocupar.-el niño le dió un cariñoso copón a su hermano pequeño y sonrió a la jóven. La muchacha pelirroja arqueó una ceja. <<El comportamiento de ese niño es demasiado maduro.>>-pensó Anais.<<¿Que ha sido eso de divertirse? Se comporta como un adolescente. ¿Qué niño pequeño se preocupa tanto porque su madre se preocupe por él? ¿Que ha sido eso de ser travieso y soñar con ser un héroe con un sábana como capa? >>

Anais se sentó en el banco y suspiró. Se llevó la mano al pecho, de donde procedían aquellos pinchazos tan fuertes, y volvió a suspirar. Cgió su mochila y decidió irse, de una vez, de aquel parque.

Caminó clavando su vista en el suelo. Desconcentrada de todo lo que hubiera a su alrededor. Ahora mism solo le importaba una cosa. Ayudar a Gabi. El había dicho que si le ayudaba él la ayudaría a ella. ¿Pero como se supone que le puedo ayudar? Se repetía indefinidamente hasta que una voz la saco de sus mas profundos pensamientos.

-¡Anais!.-gritó por segunda vez  la voz. Anais volteó la mirada.-¿Qué haces tu por aquí?-preguntó. El silencio fué la respuesta.-¿Aún sigues con la mochila?

-Si, ¿por?.-Entonces se dió cuenta. Miró al cielo. Era por la tarde. El sol resplancía. Y su sombra era enorme. Miró su sombra por un tiempo para luego abrir sus ojos.-Jimmy,¿Qué hora es?.-preguntó. El nombrado se llevó la correa del pequeño cachorro a la otra mano. Era un pequeño Samoyedo de abundante pelo albino. Sus ojos eran maroones y con unas enormes púpilas que no paraban de mirar a distintos lados. llevaba un collar turquesa con el número de la familia y el nombre del cachorro. 

-Pues..-comenzó a decir duditativo.-son las cuatro y media pasadas.

-¿¡Qué!?.-gritó Anais.-¿Como se me ha podido hacer tan tarde?Pero si solo...mierda.-se dijo recordando su profunda siesta en el banco. El muchacho rió

-Me estás diciendo que has estado deambulando por cuaquier lugar y no has ido aún a tu casa?-dijo sarcástic

-¡Din, din, din, din, din!¡Respuesta correcta!.-ambos comenzaron  a reirse. Anais se sintió féliz. Por primera vez en bastante tiempo, podía hablar tan natural como antes con Jimmy y eso ayudaba bastante.-¿Me acompañas?-prosiguió.

-Claro, pero,¿me llevarías el perro?Es que no veas como tira.-le tendió la correa a su amiga y movió la muñeca en círculos haciendo que un breve "crack" sonara. Anais sonrió brevemente  y rió muy bajo intentando que no le oyera.-Oye, ¿sabes que esty aquí y que no soy sordo? 

-Pero si es un cachorrito muy mono.-contestó tiernamente,sin darle importancia al comentario de Jimmy mientras acariciaba al cachorro.-A que si lo eres Tedy.

-Anda, vamos a tu casa antes de que acabes haciendo cosas de las que luego te arrepientas.-dijo esbozando una sonrisa blanca y perfecta. Anais arqueó la ceja y respondió con un simple "JA".

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⏰ Última actualización: Aug 31, 2013 ⏰

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