-Cariño, arriba, ya es hora de levantarse.-susurró la madre mientras la niña se revolvía entre las sábanas.-Buenos días.-pronunció con una sonrisa.
La niña siguió revoloteando entre las sábanas hasta que se destapó con rapidez y tiró todas las sábanas al suelo. Se bajó de la cama con un pequeño saltito y se puso una bata que aguardaba desde el día anterior en su silla.
-Buenos días.-correspondió en saludarla.-¿Qué hora es?
-La hora de que te vistas. Hoy acompañaremos a papá a su negocio.-contestó la madre con gracia desde la puerta.-Ah, y Anais, vistite rápido, nos vamos ya.-advertió.
-Si, si.
Anais corrió al armario. Miró y buscó entre los cajones su camiseta favorita. Se la había regalado su padre hace poco. Era una camiseta de manga larga que tenía el estampado de un peluche sosteniendo un corazón -literalmente- y un par de frases en color marino que decían "Choose my heart, If you like me". La niña no sabía el significado de la frase, al estar en inglés, sin embargo le encantaba pusiera lo que pusiera. Abrió el primer cajón donde estaba la ropa interior y cogió unas medias de color beige y las tiró encima de la cama. Cogió unos pantalones cortos azabache e hizo lo mismo que con las medias. Toda aquella ropa, esparcida por la cama, se la puso con rapidez.. Se calzó unas botas vaqueras y se dirigió al espejo. Se acicaló su pelirrojo cabello y se colocó una diadema echando su flequillo hacia atrás.
-¡Ya estoy!.-gritó la niña desde su habitación.
-Tienes un bol de cereales esperandote en la cocina.-La niña fué hasta la cocina para encontrase con su madre-Toma.-le ofrció su madre entregaldole un bol repleto de cereales, con forma de oso, de chocolate.
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Trás atender al último cliente el hombre de mediana edad suspiró.
-¿Ya nos podemos ir a casa?.-preguntó la niña aburrida. No le agradaba estar en un lugar quieta, sentada en un taburete mientras entraban y salían clientes. Se le hacía realmente larga la espera hasta que el reloj marcaba las dos de la tarde.En cierto modo le gustaba ir a la tienda de su padre para ayudarle y estar con el, pero había días en los que no podía hacer nada, solo estar sentada y mirar el reloj.
-Si.-respondió alargando la palabra.-Ya nos podemos ir.
La niña se levantó de la silla y cogió su cosas de un mueble. Salió de la tienda y espeó a que sus padres salieran de ella. La primera fué su madre que se quedó con la puerta abierta esperando a que su marido pusiera la alarma. Cuando este pusó el codigo para activar la alarma salió de la tienda y dedicó una pequeña sonrisa a su hija. El trayecto de el negocio del padre de Anais hasta su casa no llevaba mucho tiempo. Tal vez unos diez minutos en coche. Cuando llegaron a casa la niña soltó su bolsito y se desizó de las botas arrojandolas al suelo.
-Cariño.-la llamó su madre.-anda mira, ve a por el pan, y de paso si quieres compra unas chuches y muchos regalices que a tu padre le encantan.- Anais bufó y miró a su madre con pesadez.-Venga, que tu padre y y tenemos que hacer la comida así que a por el pan.
-Vaaaaale.-contestó dando un largo suspiro. La mujer sonrió.
-Toma, compra un barra, y el resto en chuches.
Anais se calzó, nuevamentee, las botas y salió de su casa. Bajó las escaleras de dos en dos- y algunas de tres en tres- y abrió la puerta del portal. Cerca divisó la panadería. Fué saltando hasta ella hasta que se le cayeron todas las monedas al suelo. Su madre odiaba tener "calderilla" así que siempre que podía se desacía de ella. Sin embargo no contaba con la torpeza de su hija. La niña comenzó a recoger las monedas hasta que notó una mano sobre la suya y se alarmó.