Dos

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Cómo odio el maldito beep del despertador. Y más aún después de la nochecita que tuve. Me cuesta horrores levantarme de la cama. Poco a poco soy consciente de mi cuerpo, me intento levantar y dirigirme al baño. Quizás una buena ducha de agua fría termine de despertarme.

Recorro el pasillo dando tumbos hasta llegar al baño. No quiero ni mirarme en el espejo, debo de tener unas ojeras enormes. Como dice mi hermana, seguro que parezco un oso panda horroroso. Me quito el pijama y lo dejo caer al suelo. Me suelto el pelo, antes recogido en una coleta. Abro el agua y dejo que corra un poco antes de meterme en la ducha.

Primero un pie, luego el otro, y así continuo hasta que lo último que entra en contacto con el agua sea mi cabeza. Que delicia. Sentir el agua fría caer por mi piel, borrando todo resto de la noche pasada.

Sin pensar en el tiempo me doy una larga ducha. Cuando me doy cuenta de lo tarde que se me ha hecho, no me queda otra que prepararme a la carrera. Mientras pienso que ponerme enciendo la cafetera. Busco y rebusco en mi armario algo decente, entre prisas, que llevar al trabajo.

Al final me decido por un vaquero pitillo y una camisa de botones blanca. Me recojo el pelo como puedo en una coleta alta y me maquillo un poco intentando tapar las señales de la mala noche. Como voy caminando al trabajo, opto por un zapato plano y cómodo. Lógicamente los tacones van en mi bolso.

Me dirijo a la cocina de nuevo. Huele a café recién hecho. Lo meto todo en el vaso térmico. Lo cierro. Me aseguro que está bien cerrado. He tenido algunos pequeños accidentes por no haberlo hecho. Cojo el bolso, las llaves y me dirijo a la puerta.

Como el ascensor tarda una vida, bajo por las escaleras. Tras bajar los tres pisos a toda prisa, llego a la puerta del portal. Abro.

Soñarte, pensarte y encontrarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora