Mi jornada laboral ha pasado muy lenta, o al menos eso me lo ha parecido a mí. La reunión con los clientes ha ido muy bien. Nuestro torpe encuentro esta mañana no ha interferido en nada a pesar de que has estado en mi mente todo el rato, a cada segundo, en todo momento.
Por fin puedo descansar tranquila en mi oficina. Me siento en mi silla y respiro hondo. Apoyo mi cabeza en mis manos, acariciándome el pelo. Tu imagen regresa a mi cabeza. Y tu nombre. Busco tu tarjeta. La vuelvo a mirar, observando todos los detalles. La acaricio con las yemas de mis dedos. Me gusta sentir su tacto en ellos. Cierro los ojos mientras lo hago, imaginando que ese trozo de cartón duro es tu piel. Esa electricidad que tanto me gusta me vuelve a recorrer al recordar el tacto de tu mano en la mía.
Abro los ojos de nuevo, "mirándote". Profesor Carlos Arranz. Sonrío al leer tu nombre de nuevo. Instintivamente miro hacia mi portátil. Quiero saber más de ti. Abro la página del buscador y tecleo tu nombre. Automáticamente salen los resultados. Me remuevo en mi silla algo nerviosa. Pincho en la primera página que aparece. Es tu perfil como profesor en la universidad. La asignatura que impartes, tus horarios de tutorías y dónde se encuentra tu despacho. Vuelvo atrás, a los resultados. Un perfil de Facebook, cerrado. Sólo se puede ver tu foto de perfil y alguna información de tu biografía. En tu foto sales de pie, con ropa de deporte y gafas de sol, con los brazos estirados conquistando la cima de lo que parecer ser una montaña. Por tu sonrisa perfecta sé que eres tú. Tu nombre completo, tu ciudad, y tu fecha de nacimiento. 24 de septiembre. 35 años. Tienes 6 años más que yo. Algunas fotos en las que has sido etiquetado. Puedo verlas. Estás realmente guapo en ellas. Me remuevo nerviosa al verte de nuevo. Esa electricidad me vuelve a recorrer entera. Cierro los ojos para recordar nuestro encuentro, cuando tus manos tocaron las mías. Me encanta.
Al abrir otra vez los ojos me fijo en la gente que sale contigo en la foto. A tu lado, en una actitud muy cariñosa, hay una chica preciosa. Rubia, de pelo largo, con unos grandes ojos color miel. Sin saber por qué me pongo celosa. Tú no eres mío. Pero saber que puedes ser de otra me duele por dentro. El calor interno que siento por culpa de los celos se calma un poco al fijarme en las etiquetas de la foto. La chica espectacular es tu hermana, o eso creo. Se llama Sofía, Sofía Arranz. Tiene tu sonrisa perfecta. Pero me pierdo de nuevo en ti, en tus hermosos ojos verdes y tu sonrisa perfecta. Pierdo la noción del tiempo mirándote. Analizando cada detalle de las pocas fotografías que puedo ver. No me doy cuenta del tiempo que ha pasado y de la hora que es hasta que alguien toca la puerta. Miro mi reloj. Las 4.15 pm. La puerta se abre y una cabeza se asoma. Reconocería ese pelo negro en cualquier circunstancia. Sus vivarachos ojos marrones y su peculiar sonrisa formando hoyuelos en sus mejillas, eso es lo que lo caracteriza. Es Fran. Habíamos quedado en trabajar juntos en casa después del trabajo, aún quedan cosas por concretar. Me enfado un poquito con él, otra vez. Es la segunda vez que nos interrumpe.
Me dispongo a recoger mis cosas, asegurándome de que lo primero que meto dentro de mi bolso sea tu tarjeta. No me queda otra más que guardarte para otro momento. Cuando esté a solas seguiré conociéndote un poquito mejor. Aunque lo más que deseo en este momento es volver a escuchar tu voz y perderme en tus ojos verdes...
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Soñarte, pensarte y encontrarte
NouvellesEl mismo sueño noche tras noche. Esos ojos, esa mirada... Buscarte en cada rostro por donde quiera que voy... Hasta que sin darme cuenta... Ahí apareciste. Por fin.