La Caída

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Eran casi las 3:50 am cuando Bruno recibió la llamada, al terminar no pudo volver a conciliar el sueño, inmediatamente se levantó. En ese momento Carmine despertó

-¿Que pasa Bruno? ¿Quién era?- le preguntó, mientras observaba que éste se cambiaba casi tan rápido como la duración de la llamada.

-Era el hospital, tenemos que ir, ¡cámbiate!- dijo Bruno- ¡Pero apresúrate, carajo!- al ver la pasividad de su conyugue.

Inmediatamente se levantó Carmine y casi a la misma velocidad que Bruno, ésta quedó lista; 20 minutos después de esa llamada, Bruno y Carmine estaban ya en el hospital, donde encontraron a Fausto, el hermano de Bruno.

-¿Cómo está? ¿Qué sucedió? – dijo Bruno con la desesperación que tiene quien siente perder a uno de sus seres más amados.

-Estaba en un auto, perdió mucha sangre, aun no sabemos cómo reaccionará- dijo Fausto- no sabemos...

-¡¿No saben qué Fausto?! ¡Habla ya!- Dijo Carmine, quien supo lo sucedido en el camino, cuando Bruno se lo contó.

- No sabemos si reaccionará...-hizo una pausa y continuó- o si sobrevivirá.

Carmine dio un grito de dolor y abrazó a Bruno con todas sus fuerzas mientras este lloraba desconsolado; por su lado Fausto sentía como su hermano y su cuñada se desmoronaban en su cara y no podía hacer nada para evitarlo.

Todo había sucedido esa madrugada, pocas veces había tenido invitaciones a salir y esa noche en especial no quería asistir, sin embargo ante la insistencia de Bruno y Carmine, había decidido hacer acto de presencia.

-¿Porqué insistimos en que fuera? ¡Debimos escucharle! Y todavía prestarle nuestro auto, ¡en que rayos pensábamos! - Se recriminaba Carmine con enormes y dolorosas lagrimas en las mejillas.

Bruno hablaba con Fausto tratando de que éste le describiera uno a uno los hechos. Fausto con un nudo en la garganta comenzó...

-Estaba en mi consultorio esperando a que fuera mi hora de salida, no hubo gran movimiento durante toda la noche, hasta que aproximadamente a las 3:20 am me comunicaron que dos autos habían chocado, uno venía a exceso de velocidad y en el otro el conductor traía una graduación de alcohol superior a la permitida, se me notificó también que en ambos había personas heridas de gravedad- se detuvo en ese momento y su voz se volvió a tornar quebrada- pero créeme que jamás pensé que estaría entre los heridos, cuando vi su cuerpo lleno de sangre no supe que hacer, solo te llamé, era necesario que vinieras.

Bruno tenía una expresión que mezclaba la tristeza, el miedo, la desesperación, el coraje y la impotencia que sentía en ese momento. Después de unos minutos de reflexión- no más tranquilo pero asimilado poco a poco la realidad-, se dio cuenta que a pesar de haber creído tener un vida muy tranquila y normal, incluso con toques de felicidad, todo en ella es efímero, desde la estabilidad de los momentos felices hasta la fragilidad de la vida misma, todo tenía un comienzo pero nadie sabía en qué momento tendría su fin.

Bruno, un hombre maduro y simpático, trabajador, y carismático, siempre interesado en su hogar, fuerte y protector por tradición y caballero por convicción veía caerse en su cara todo por cuanto había luchado sin poder detener ni el polvo.

Carmine no tenía fuerzas para pensar en apoyar, ni ayudar a nadie más, ella misma estaba sumergiéndose en dolor y no podía hacer nada para evitarlo, se sentía morir de sufrimiento, de remordimiento, de tristeza, solo deseaba regresar el tiempo, para evitar todo aquello... Era como una pesadilla de la cual no podía despertar. Después de haber sido la mano derecha de Bruno, la esposa, la mujer, el apoyo, en ese momento no podía ni sostenerse a sí misma. Era una mujer delgada, de estatura media, tez clara y delicada, hermosa a la vista, y sobre todo una persona dulce y amable para quienes le rodeaban, aunque en ese momento no era ni la mitad de la persona que había sido el día anterior. Todo lo del accidente los había dejado aislados en una órbita completamente distinta, era como si hubiesen decidido habitar en otro universo con tal de no enfrentar su realidad, cualquier lugar era mejor que estar ahí.

Fausto solo les observaba e intentaba mantenerse cabal y coherente, al menos uno de los tres debía hacerlo, además por más difícil e inhumano que se escuchase, la profesión de doctor le había dejado fuertes enseñanzas que le hacían ver la vida de una manera más fría, es decir, menos sentimentalista.

Las horas transcurrían y no se sabía de ninguna novedad, ni Bruno, ni Carmine, ni Fausto habían sabido nada de los heridos del accidente desde hacía ya tres horas que habían dado poco más de las siete de la mañana, y aun así, ninguno de los tres se atrevía a preguntar a los doctores, camilleros ni enfermeras que se encontraban merodeando en el área privada del hospital Casa di Cura Privata Arcugnano.

Lo único que sabían de su paciente era el número de habitación, porque ni siquiera el estado de salud del mismo les había quedado claro con la confusión y el desconsuelo que vivían.

De un momento a otro Bruno recordó que escuchó que había más personas en el auto, se preguntaba ¿quiénes eran?, ¿donde estaban?, ¿estarían igual de heridos?, ¿quién iría ebrio, sería caso el otro conductor? Su mente estaba llena de preguntas que en ese momento no podía responder que solo le causaba una jaqueca inmensa y una actitud intolerable.

Súbitamente apareció una enfermera de nombre Gianna, de corta edad, de características muy delicadas, de apariencia dulce pero que al mismo tiempo había vivido demasiadas cosas en aquel hospital como para conmoverse en circunstancias como aquellas.

-¿Familiares del paciente de la cama 513?- dijo ésta con una voz chillona.

-Si somos nosotros- Dijeron Bruno, Fausto y Carmine casi al unisonó.

-Síganme por favor, el doctor Camilleri los está esperando- expresó la enfermera con voz de indiferencia, como quien ya ha vivido la misma escena demasiadas veces.

En el consultorio se encontraba un hombre robusto, simpático y bonachón, cosa que se le notaba en el rostro, pero que en ese momento mostraba una expresión fría y seria.

-Buenos días doctor Camilleri - saludó Fausto al doctor- ¿cómo ha estado?

- Dejémonos de saludos y cordialidades colega, vayamos al grano.- Dijo el Dr. Camilleri casi de forma grosera- ustedes están aquí por uno de los heridos del accidente, el paciente de la cama 513, ¿no es así?

-Sí, así es, ¿cómo está?, ¿Se recuperará?, ¿Podemos entrar a verle?- Preguntaba Bruno sin dejar siquiera que el Dr. Camilleri pudiese responder ninguna de sus preguntas.

-Su paciente se encuentra en un estado muy delicado, honestamente su vida pende de un hilo, por ahora dependemos de cómo reaccione a los medicamentos, pero no puedo asegurarle nada- decía el Dr. Camilleri bajando la mirada, sin querer siquiera ver el rostro de Bruno, Carmine o de Fausto.

-¿Qué tiempo considera Ud. necesario esperar para que se observe algún cambio, ya sea bueno o malo, Doctor?- dijo Fausto con el profesionalismo que siempre lo caracterizó.

-Mmm, pues honestamente aun no lo hemos podido determinar, esperemos que muy pronto para poder tomar las medidas necesarias- respondió el Dr. Camilleri.- Ahora pueden pasar a verle, aunque debo decirles que la imagen que tiene en este momento no está nada cercana a la que tenían día a día. Es probable que no puedan reconocerle bien, ¿están seguros que quieren entrar?

-Si por supuesto Doctor, es necesario que lo hagamos - habló Bruno casi a punto de gritar por la desesperación.

-Está bien, los llevaré, pero por favor cálmese y acompáñenme- decía el Dr. mientras trataba de calmar a Bruno.

Salieron todos delconsultorio y se encaminaron hacia la habitación; esos fueron los diez metrosmás largos que habían recorrido, pero al final estaban ahí, parados enfrente ala puerta con el número 513.

AnheloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora