Confesiones

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Renata había pasado los últimos días a lado de su nuevo novio Ángelo, y era muy feliz, él era tal y como siempre lo soñó, incluso mucho mejor, porque ya no era solo una ilusión, era tan real como el cereal que había comido esa mañana, sin embargo, aun en medio de toda su felicidad no podía evitar sentir tristeza al recordar a Agatha, imaginarla sola; siempre las había unido su soledad y su ideología, pero en ese momento de su vida Renata no se sentía así, ya no tenían ese nexo que las mantenía juntas.

Agatha por su parte, se alejó de todos los que le rodeaban, y se sumergió aun más en su desolación y su melancolía al punto de no hablar con absolutamente nadie que no fuera ella misma; observaba desde lejos la felicidad de Renata y se sentía bien, pero al mismo tiempo sentía la melancolía de los momentos que habían pasado juntas.

Cierta ocasión Renata iba caminando por la calle cuando a lo lejos vio a Agatha, pensó en correr para alcanzarla y hablar con ella y al fin aclarar el porqué se habían alejado, pero pasaron demasiados pensamientos en su mente que para cuando se decidió Agatha estaba ya muy lejos y pensó "mañana que la vea hablaremos" y continuó su camino.

A la mañana siguiente Renata buscaba a Agatha para conversar cuando se cruzó en su camino Rebecca- la ex novia de Ángelo-, quien en un ataque de celos y coraje, le amenazó para que dejara a su novio.

-Óyeme tu niña estúpida, ese hombre con el que estas es mío, y ¡de nadie más! - afirmó Rebecca mientras desafiaba a Renata con una mirada dominante, y continuó- acaso crees que una tipa tan simple y sin chiste como tu se va a comparar conmigo, él es mío, así que déjalo en paz, si no, verás con quien te estás metiendo.

-¿Qué demonios te pasa a ti? ¿De qué me hablas?, no te permito que me hables así, además él es quien decidió estar a mi lado y no con una chiquilla berrinchuda, latosa y arrastrada como tu.- se defendió Renata sacando fuerzas y palabras de donde ni siquiera ella sabía

-¿Qué me dijiste hija de...?- dijo Rebecca mientas levantaba la mano para arrojar una cachetada al rostro de Renata, cuando de pronto se vio abruptamente interrumpida por la voz de otra adolescente.

-¡No te atrevas a siquiera pensar en terminar esa frase, y mucho menos a tocarla, eh niña tonta!, no sabes en la que te meterás si lo haces.- Dijo Agatha con mucha seguridad cuando salió a defender a Renata.

-¿Qué? ¿Y tú quien eres gnomo? O sea, si te buscas a otra lesbiana a quien defender...gracias...bye!- hizo burla Rebecca, quien decidió irse en ese momento, pero no sin antes mirar a Renata y decirle- No he terminado contigo estúpida, no sabes en la que te metiste.

En ese momento Renata se quedó mirando a Agatha con mucho asombro y agradecimiento; pasó un instante antes de que cualquiera de las dos pudiera emitir sonido alguno.

-¿Estás bien?- comenzó Agatha

-Sí, muchas gracias, no sé cómo me habría ido de no aparecer tu- agradeció Renata y continuó- te estaba buscando...

-Ahh ¿sí? Y ¿cómo para qué?- dijo Agatha con un tono de indiferencia que escondía la emoción que sentía.- ¿Qué sucede?

-Mmm... te extraño...- dijo Renata sin mayores rodeos- extraño que pasemos tiempo juntas.

-Yo también te echo de menos, la vida se ve muy diferente sin tu voto para apoyar mis opiniones- dijo Agatha con la mirada dirigida al suelo, luego siguió- pero en este momento estas con Ángelo y no me quiero entrometer, así que... me dio gusto que habláramos, cuídate.

-No, espera, no te vayas, tenemos que hablar- suplicó Renata- aclárame por qué te alejaste de mi, así sin más...

-¡No puede ser! ¿Es en serio?, ¿acaso nunca te diste cuenta?- dijo Agatha con una sonrisa fingida y un gesto en su cara que solo demostraba su inmensa desesperación.

-¿Darme cuenta? ¿De qué? ¿De qué me estás hablando? ¡Sé clara!- dijo Renata pensando en tantas cosas y sin poder confirmar ninguna.

-Ya no tiene caso, estás con él...las cosas son así y yo ya tengo todo muy claro- dijo Agatha tratando de evadir responder lo que Renata le había preguntado y de evitar decir algo de lo que después de pudiera arrepentir.- ahora si me disculpas tengo muchas cosas que hacer, con permiso.

Renata vio alejarse la figura de su defensora con tanta incertidumbre y tristeza al mismo tiempo que lo único que pudo hacer fue quedarse estática, estaba confundida. Al llegar a su casa entró directamente a su alcoba y las mismas preguntas daban vueltas y vueltas en su cabeza, ¿era acaso que Agatha tenía que confesarle algo? ¿Era acaso lo que estaba pensando? ¿Cómo podría enterarse?; tanto lo pensó que se quedó dormida; nadie supo de ella hasta que la nana Adelaida la fue a buscar a su habitación con un emparedado en las manos, casi cinco horas después

-Mi niña, ¿se puede?,-dijo la nana justo después de tocar la puerta y antes de ingresar a la alcoba, donde prosiguió- te traigo algo para que comas corazón, no puedes andar ahí por la vida sin alimentos.

-No tengo mucha hambre nana, pero gracias- dijo Renata, quien no tenía ánimo de nada por su el dolor de cabeza que la confusión le producía.

-Ay hijita debes comer aunque sea un poco- dijo la nana, pero al ver que no había respuesta en Renata decidió dejarla sola- mira aquí te dejo un bocadillo, si quieres más me buscas.

-Sí nana, gracias- respondió Renata sin ampliar la charla.

Ese había sido uno de los días más extraños en su vida, primero al tener que enfrentar a una ex novia "ardida" y luego la incertidumbre de no saber que pensar de Agatha. Pasaron los semanas y casi sin percibirlo llegaba al fin el día de la graduación de su generación; Renata no fue una de las alumnas destacadas pero se conformaba con tener una media arriba de 7.4; con Ángelo todo iba maravillosamente, incluso estaba decidida a ir al baile, sin embargo, aun rodaba por su cabeza el nombre de Agatha y esa escena que la había confundido de esa forma.

Dos días antes del baile de graduación, Renata encontró a Agatha y la enfrentó cara a cara para que ésta le explicara qué era lo que había sucedido la última vez que se habían encontrado.

-¡Qué bueno que te veo!- Expresó Renata con un tono más de alguien alterado que de alguien que encuentra a alguien que extrañaba.

-¿Que sucede?, ¿Qué necesitas?- dijo Agatha con actitud indiferente

-Quiero que me expliques porqué me dijiste todo aquello el otro día.- dijo Renata con un tono de molestia.

-Para que necesitas saber eso, no tiene ninguna importancia.- dijo Agatha con la intención de que ahí terminara esa conversación.

-¡Porque quiero saberlo!- levantó la voz Renata

-¿Qué quieres saber? ¿Qué le tengo celos a Ángelo? ¿Qué me enamoré de ti y no lo pude evitar?, ¡pues sí! ¡Así fue! ¿Y qué?, ahora déjame en paz- dijo Agatha mientras arrancaba a correr con lagrimas rodando en sus mejillas

Renata se quedó pasmada al descubrir que los pensamientos que le habían atormentado y confundido por tanto tiempo, habían sido verdaderos, Agatha había cambiado o tal vez confundido la unión que ambas compartían con aquello que la gente que habitaba a su alrededor llamaba "enamoramiento". Renata no supo cómo tomar la situación, era feliz con Ángelo, pero no podía ignorar tener un pequeño sentimiento de curiosidad que le hacía desear saber más sobre los sentimientos de Agatha por ella.

La mañana del baile de graduación Renata despertó con una sensación extraña, era como un vacío que llenaba sus entrañas pero decidió ignorarlo. Pasó el día planeando cómo sería todo para la noche que hizo caso omiso de su malestar.

Era casi la hora de partir, cuando a lo lejos escuchó que la puerta se abría, era Ángelo;

-Qué puntual,- se dijo a sí misma- quedamos que pasaría por mí a las 6:15 pm- y en ese momento eran apenas las seis.

De pronto sintió como de desvanecía su cuerpo sobre su cama, no podía mover ni siquiera un dedo; su cuerpo no respondía, trataba de gritar y no había ningún sonido que emanara de su garganta; Renata permaneció inmóvil en la cama con la esperanza que alguien la fuera a buscar.

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AnheloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora