Capítulo 41

2.2K 257 2
                                    

La voz de mi cabeza suele hablar de las personas a mi alrededor con calificativos y comparaciones pero, a mi padre lo llama por su nombre.
Decido pensar en ello más tarde, ahora sé que me caerá una buena bronca.

-Os juro que jamás lo hubiera imaginado. Dice mi padre colérico y comienza a regañarnos.

Las veces que ha venido nos hemos comportado como antes de empezar nuestra "relación", por llamarlo de alguna manera.
Es más divertido si la relacion es un secreto. Sinceramente estoy enfadada conmigo misma y con Dylan, tantos poderes y no hemos notado la llegada de Damián. Aunque claro, teníamos puestos todos los sentidos el uno en el otro, como cada vez que nos dejamos llevar por nuestros instintos más básicos.

-¿Sabéis con lo que estáis jugando?

-Lo lamento. Le digo a mi padre.

Sí, lamento que nos haya pillado pero no me arrepiento ni dejaré de hacerlo.
Dylan es mi droga, el frenesí que hace que no pueda apartarme de él es su olor y el sabor de su sangre, la adrenalina recorre mi cuerpo cada vez que está cerca de mí.

-No me valen tus lamentos. Le miro atónita, nunca me había regañado de esta forma, más parece que haya matado a alguien.

-Siento no habértelo contado, pero creo que exageras. No hacemos daño a nadie con nuestra relación.

-¿Ahh, no? No lo habéis pensado con claridad. Se acerca a mí.

-No logro comprenderte.

-Pequeña, el problema no es que no me lo hubierais dicho, ni que las normas del clan impidan que tengamos otras parejas que no sean nuestros semejantes. Ahora no eres una vampiresa como los demás, tú eres especial. Eres mejor y no sabemos si la primera y única que puede traer al mundo un niño inmortal. Hay muchas preguntas sin respuestas.

¿Un pequeño y dulce Dylan...o quizás una pequeña y traviesa lilith?
-Nos controlaremos. Le confirmo y el suelta un suspiro de alivio.

Puede que los demás vampiros tengan miedo por lo que ahora soy, pero yo no. Mas bien me alegra saber que tengo posibilidades de ser madre.
Puede que haya mentido un poco a mi padre pero tenía que tranquilizarle.
Dylan está pensativo y muy serio. Me preocupa que le preocupe la nueva información.

-Gracias. Me dice y se va al baño a ducharse creo. No preguntaré por qué estáis bañados en sangre, pero cambiaros. Os vais a quedar sin ropa. Concluye mirando la camiseta rasgada de mi lobo en el suelo.

Menos mal que no ha visto la parte de atrás de mis vaqueros.
Tras cerrar la puerta me acerco a Dylan.

-Ya terminaremos en otro momento. Le susurro y él me muestra una media sonrisa para complacerme pero sé que no es sincera.

Subo a mi cuarto y preparo mi pijama para ducharme.
Cierro los ojos, ya de mi color natural, para dormir en mi cama, sola, aceptando las condiciones de mi padre. Escucho a Dylan encerrarse en su cuarto.
Huelo mi pelo recién lavado y secado y me dejo llevar por la oscuridad de la noche.

Cuando abro mis ojos vuelvo a ver, por segunda vez a esa hermosa niña, mirándome.
Me levanto para acercarme a ella pero comienza a caminar escaleras abajo y yo solo la sigo.
Llegamos al salón y Dylan está sentado en una silla, de espalda a nosotras.
¡No! Sé que no es él, es solo un estúpido sueño.
La niña sigue caminando hacia él y yo vuelo para adelantarla y que no le haga nada a mi lobo, no como la última vez, pero choco con una maldita barrera invisible.
¡Maldita impotencia!

-¿Dylan? Pronuncio, pero no obtengo respuesta.

Para mi sorpresa, la niña tiene sus garras guardadas, se acerca a la silla y la mueve, haciendo que la cabeza de Dylan caiga al suelo. Ya estaba muerto.
Yo intento respirar tranquila. Mi corazón quiere salirse del pecho pero mi mente sabe que es una ilusión e intenta convencerlo.
La niña espera mi reacción, yo le sonrío. Esta vez no pienso caer en su trampa.
Como respuesta me muestra una amplia sonrisa como si me dijera:"eres idiota si piensas que esto es todo", lo que hace que me extrañe.
¿Qué más podría hacer, mi lobo ya está muerto?

Ella se acerca al cuerpo de mi falsa bestia y, sin que yo pueda llegar a ver que hace, hace movimientos rápidos y precisos, causando ruidos de lo que creo que son huesos y ligamentos.
Cuando saca la mano a una zona visible para mis ojos me enfado mucho.

-Me han dicho que esto te pertenece. Dice con la voz más dulce que he oído nunca y luego se lleva el corazón de mi lobo a la boca para morderlo.

Mi cabeza simplemente está en shock, realidad y sueño se confunden en mis pensamientos. Me tapo la boca con la mano para no gritar de la impresión que me causa que esa desalmada y caníbal enana se esté comiendo lo que causa mi tranquilidad diaria, el latir constante de Dylan.
¡No es real! Me repito y consigo relajarme un poco.
Vuelvo a colocar mis manos a ambos lados de mis caderas, aunque mantengo mis manos cerradas en puños.
Cuando acaba de comerse el órgano vital, tiene la boca y la barbilla llenas de sangre que gotea el suelo.

-Me encantaría comerme tu corazón. Me dice.

-Lamento anunciarte que eso no va a pasar, pero...hay otra parte del cuerpo que sí que puedes comerme. Sonrió por mi comentario.

Ella abre sus ojos y su sonrisa se desvanece. Creo que la he ofendido con mis palabras.
Me divertiré matándola...
Ella se abalanza a por mi y yo hago lo mismo, las dos cambiamos de apariencia a una más violenta para el enfrentamiento.
Cuando estamos a punto de rozarnos el eco retumba en la casa.
-¡Ya basta!
Pero nosotras no escuchamos y aparece la barrera y nos hace caer hacia atrás.
Atravieso el suelo y la casa se desmorona a mi alrededor, haciéndome caer en un vacío oscuro.

En un parpadeo vuelvo a estar en mi cama.
Me levanto corriendo y entro en el cuarto de mi lobo, observando que está sano y salvo.

-¿No puedes dormir? Me dice sin abrir los ojos.

-No tengo sueño, ¿te importa que te observe? Le miento y él niega con la cabeza, dándome permiso.

Me siento en el suelo junto a su cama y acaricio su suave y negro pelo, sintiendo su respiración y los encantadores latidos de su corazón.

Bienvenida Al InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora