CAPITULO 11

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-Verdad, pero quiero que faltes conmigo, dale, te invito a mi casa a almorzar.

Lali dudó -No sé, Peter...

-Dale, a mi familia le caés re bien, mi vieja no creo que esté porque está laburando, pero mi viejo y mi primo sí. Dale. -pidió con una sonrisa compradora.

-Me visto y vamos, esperame acá. -dijo ella después de unos segundos de pensarlo mejor.

Se puso unos jeans gastados y un poco ajustados, unas botas marrones, y arriba un sweater de lana suelto y blanco. Luego se puso un pañuelo rojo y se peinó un poco. Decidió llevar el pelo suelto.

-Vamos? -dijo mientras agarraba una cartera bandolera pequeña de cuero y ponía el celular y la billetera.

-Vas a ir así? -la miró de arriba abajo.

-Peter estamos en invierno, enterate, me parece que es un trauma de estrella de cine. El verano nunca termina para ustedes, o qué? -preguntó.

-Ey, muy fea la discriminación a los ricos y famosos!

-Tonto. Estoy mal vestida?

-No. Sos muy friolenta o algo así?

-Muy. -contestó ella mientras cerraba la puerta con llave y bajaban las escaleras.

-Yo también soy friolento.

-Mentira. -respondió ella con una sonrisa.

Se subieron al auto y condujeron hasta su casa. Cuando estaban por llegar Lali le preguntó -Peter! Qué va a decir tu viejo de que faltaste?

-Seguime la corriente -dijo estacionando y metiendo el auto en al garaje.

Lali no pudo evitar notar la cantidad de increíbles autos que había allí. -Parece que los coleccionaras...

-Algo así... -Respondió con una sonrisa triunfadora pensando que por fin la había impresionado.

-Yo también tenía una colección de autos, sabías?

-Enserio? -preguntó asombrado.

-Sí, solo que eran más chiquitos, como de este tamaño -dijo haciendo una medida de diez centímetros con su dedo pulgar y su dedo mayor.

Peter no pudo evitar reírse.

-No tenías Barbies o muñecas? -dijo Peter con una risita.

-No, heredé todos los juguetes de mi hermano. Pero me re divertía... -dijo Lali encogiéndose de hombros.

Entraron a la casa cruzaron el gran living y el comedor y Peter la llevó al estudio de su padre. Una habitación con unos mullidos sillones y butacas, una mesa de café, una estufa a leña que estaba prendida y un escritorio. El señor Juan Lanzani estaba sentado en una de las mullidas butacas que había junto al fuego y leía un libro.

-Hola, viejo. -Lo saludó Peter. -Invité a Lali a almorzar.

-Hola, señor Lanzani -lo saludó Lali con una sonrisa.

-No deberían estar hoy en el colegio ustedes? -preguntó suspicaz.

-Hay un sindicato de maestros, nos dieron el día libre por hoy. -mintió Peter. Aunque Lali podía notar que mentía porque se le curvaba levemente el labio superior.

-Sí? -El padre de Peter se mostró interesado. -Qué pasó?

-No sé, viejo, un tema de los profesores con el director... Te imaginás que yo no me preocupo por esas cosas...

-Ah... Mirá vos, Peter, viniste muy tarde anoche?

Peter se encogió de hombros y Lali no pudo evitar ruborizarse levemente, por fortuna nadie lo notó. -Sí, puede ser, no sé... Estuve con Agus hasta tarde en su casa. Y después me fui temprano al colegio... Y ahora volví acá a almorzar. -explicó Peter.

-Bueno... -suspiró el señor Lanzani.

En eso el celular de Peter suena y ve que es Brenda.

-Tengo que atender esto, esperame acá, Lali.

Hubo un momento de incómodo silencio hasta que Lali le preguntó -Qué está leyendo, Señor Lanzani?

El hombre alzó las cejas y la miró con cara de sorpresa. -Un libro de filosofía, se llama "El ser y el no ser".

-Muy buen libro -dijo Lali -Lo leí el año pasado, me encanta la filosofía -explicó.

-Sí? Mirá vos... -parecía sorprendido.

Cuando Peter regresó diez minutos después encontró a Lali y a su padre, enfrascados en una conversación filosófica, Lali hacía gestos, explicaba su punto de vista y parecía realmente feliz al hablar de esos temas que tanto le fascinaban.

-No, no estoy de acuerdo con su argumento, si lo mirá desde otro punto de vista se va a dar cuenta de que... Ah, Peter. -Lali salió de su ensimismamiento.

Peter sonrió. -Interrumpo?

-Más o menos, hijo -dijo con una sonrisa. -Buena charla, hay que seguirla, querida.

Lali se levantó de la butaca.

-Vamos a comer, Lali? -preguntó Peter.

-Sí, dale.

-Vos andá yendo, preciso hablar una palabras con mi hijo, después seguimos con el tema. -Lali le sonrió y salió del estudio, dejando a Peter y a su padre solos.

-Qué pasa, viejo? -Preguntó Peter cansado.

-Hijo, acabo de tener una charla maravillosa con tu novia, es increíble todo lo que sabe esta chica! -exclamó sorprendido.

-Sí, ya sé, es muy inteligente, cómo te creés que me saqué un diez en el examen de Literatura? Y no es mi novia, viejo, estoy saliendo con Brenda Asnicar, la actriz...

-Bueno, tal vez es mejor que no estés saliendo con ella porque es demasiado buena para vos, hijo -se rió su padre mientras salía del estudio y dejaba a Peter ligeramente desconcertado.

Mientras comían charlaban de todo un poco, a las tres de la tarde Lali avisó su intención de irse.

-Por qué? -Preguntó Peter.

-Tengo que irme a trabajar en media hora...

-Sí, donde trabajás? -preguntó el señor Lanzani.

-En un tienda de ropa en Palermo... -dijo Lali.

-Te pagan bien? -preguntó Peter sin pensar, pero después se disculpó -Medio desubicada la pregunta...

Lali rió -No, todo bien, la verdad me pagan pésimo, pero bueno es lo que hay -dijo un tanto inhibida, le molestaba un poco hablar del miserable trabajo que tenía porque Peter había sido la razón por la que había perdido su fabuloso empleo en "Flo". Pero sabía que él estaba realmente arrepentido.

-Perdón... -se disculpó en voz baja. Lali le puso una mano en el hombro como diciendo, no importa, ya fue.

-Cómo que perdón? -se interesó en señor Lanzani.

Lali chasqueó la lengua, como para darle menos importancia -No importa, ya pasó... Bueno, mejor me voy yendo, no?

-Dale, te llevo?

-No, no te preocupes, me voy en bus. Chau, señor Lanzani, un gusto haber charlado con usted.-Juan asintió- Chau, Peter.

Lali se fue bastante apurada, ya estaba llegando tarde. Tomó el bus y se dirigió a la tienda de ropa donde trabajaba.

Trabajó por unas cinco horas, a las ocho de la noche, tomó otro bus que la dejó a dos cuadras de su casa. Entró al edificio, subió las cuatro escaleras y llegó finalmente a su casa. Chequeó su celular: cinco llamados perdidos de Lucas. Lo llamó, y el la invitó a cenar a su casa. Hacía mucho que no hablaba tranquila con él, así que fue a la cena en su casa.

Una Atracción Opuesta // LaliterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora