CAPITULO 19

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Ella no dijo nada, se quedó callada.

-Qué, se te terminó la tarea y venís a visitar a tus amigos? Hola, chicos! –Saludó a la nada. –Ah, sí, verdad que no tenés amigos. –dijo cruelmente.

Ella siguió callada, y ahogó un sollozo.

-Ya que estás, te doy una lección de vida, querés? Tenés suerte porque no le doy lecciones de vida a todo el mundo, sabés? Es más, sos la primera. Acá va, si dejaras de tener esa cara de “la vida es una mierda y no puedo más” todo el tiempo, capaz te conseguís un novio, porque te cuento que a los chicos no nos gustan las minas pesimistas y aburridas como… -de repente se calló, se había acercado lo suficiente para leer el epitafio que estaba escrito en las dos tumbas.

“Aquí yacen Emilia y Nicolás Espósito, amados padres de Victorio y Mariana. Que En Paz Descansen.”

De repente se sintió como la persona más espantosa sobre la faz de la tierra, se sintió como la mierda misma. Se acercó finalmente hasta verla cara a cara. No podía mirarla a los ojos. Por primera vez en su vida, estaba avergonzado y  se sentía una lacra humana, una basura.

Por más que no la pudiera mirar a los ojos, miró su rostro, estaba pálida y sonrosada, por el frío y estaba mojada por las lágrimas que caían y caían por sus mejillas.

Por primera vez en su vida, no tenía palabras para decir. -…Soy una mierda. –Se agachó para estar a su altura. A Peter se le quebró la voz. –Perdón, Lali, perdón. –De a poquito se fue acercando a ella. –No tengo perdón, Lali. Perdón. Perdón.

-Deja de pedir perdón. –Por fin habló y lo hizo con la voz débil, tomada. –No pidas perdón.

-Perdón. –dijo realmente avergonzado. Sin consultarla la abrazó. Y ella enterró su rostro en su pecho y lloró amargamente. Las lágrimas y los sollozos eran cada vez más fuerte y Peter la abrazó con una fuerza, apretándola contra sí mientras murmuraba débiles “Perdón” a su oreja.

Finalmente él se levantó con ella y la volvió a abrazar, los pies de ella colgaban a centímetros del suelo mientras el abrazo se prolongaba más y más.

-No me dejes nunca más. –le susurró ella al oído. –Nunca más.

-Nunca se me ocurriría, La. Vamos.

Apretándola contra sí, fueron caminando hasta el set, ante miradas envidiosas de las extras y de la protagonista, Natalie,  cuando Peter le abrió la puerta y la dejó pasar a su remolque y cerró con llave.

-Dónde estamos? –preguntó ella secándose las lágrimas.

-En el set de una película mía. –dijo él. –Perdón.

-Listo, Peter, ya está, dejá de pedir perdón. –dijo ella con la voz todavía quebrada.

-Perdón, perdón, perdón. Mariana, me siento una basura, una mierda. Perdón, no tuve que haber dicho todo eso.

-Es verdad… Pero no sabías. Nunca te dije, a nadie.

-Eso no importa. –dijo él. –Vámonos?

-No te tenés que quedar? –preguntó ella deseando que la respuesta sea no.

-Tener, tener que quedarme, no es tan obligatorio, ya terminé mis escenas por hoy, me queda la última, pero no creo que se enojen si la hago mañana u otro día. Y… si querés, si tenés ganás… vamos a tomar un café y me contás todo?

Lali sopesó su propuesta. Contar todo. TODO? No sabía si quería hacerlo, pero… No era lo que le había dicho su hermano? No aislarse, no recluirse? Ser más abierta? Además, descargarse con alguien no le haría mal…No lo hacía desde…nunca.

Una Atracción Opuesta // LaliterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora