Cómo romper un corazón - Cuento corto

70 9 1
                                    


La densa neblina dificultaba el paso de Hellen entre las ramas y las lápidas de aquel oscuro cementerio. Su torpe marcha cesó al tiempo que la bruja divisaba a su par a pocos metros en la lejanía.

- Tanto lujo, tanto féretro y tanto mármol todo en vano.

- Es solo para dificultarnos el trabajo querida.

Se dijeron las siniestras ancianas a manera de saludo de bienvenida.

- ¿Conseguiste lo que te pedí? - Quiso saber Hellen algo más presurosa de lo normal.

- Me ha costado bastante, pero finalmente lo he conseguido: ¡Aquí lo tienes! un nuevo corazón roto.

Hellen dudó un momento antes de pagar por los servicios de su compañera. Algo no le resultaba del todo cierto y necesitó indagar mas.

- Pero ¿Cómo lo conseguiste? Esos dos bastardos estaban enamorados perdidamente el uno del otro. ¿Has logrado que se peleen con alguna discordia?

- Lo intenté, pero su amor era puro y fue más fuerte que todas mis pruebas.

- ¿Has hecho aparecer a un tercero para que los separa por ti?

- Existió esa tentación más en mi mente que en la de ellos. Parecían no mirar a nadie más que a ellos mismos, como si el mundo de uno terminara en la mirada del otro.

- Pero entonces...¿Cómo?

La bruja novata se llevó una mano a la cara para rascar la punta de su nariz antes de contestar. Parecía orgullosa de sus actos e intentaba mantener el misterio. Su aguda voz se llenó de placer mientras pronunciaba:

- ¡Oh! Eso ha resultado en verdad mucho más simple de lo que creía que sería.

- Lo mataste. - Afirmó Hellen sin dar gran mérito a la novata.

- No hizo falta, tan solo rompí sus piernas con un conjuro para que jamás volviera a caminar y él solo por sus propias convicciones decidió no volverla a ver. El muy idiota prefirió vivir su vida sin ella antes que convertirse en una carga para su amada. Ella solo sabe que él se marchó.

Ambas brujas rieron cortando abruptamente el intimidante silencio del cementerio logrando con su estrepitosa risa hacer volar a varias aves. Pronto el sonido de los grillos retomó su reinado mientras ambas figuras se despedían con cierta indiferencia.

- ¿Ya tienes todo lo que necesitas para tu maldito encantamiento?

- Pronto me traerán lo que me falta, toma tu dinero y lárgate. Has hecho bien, vieja condenada.

- Espero vuelvas a contratarme pronto. Me encanta cuando las cosas salen mal para los demás...

Relatos poco cotidianosWhere stories live. Discover now