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Aymee

No era la primera vez que se veían... Pero sí sería la última. Y en cierto modo, ella lo intuía.

Las veces anteriores a esa, cuando se vieron de nuevo, Aymee ya intuía que pasaba algo raro. Carehm nunca se había mostrado tan distante... Es más, él siempre había sido quien se había comportado de una forma más cercana, y no tan frío como acostumbró a mostrarse en sus últimas visitas.

¿Qué era lo que había cambiado?

Pero cuando ella le preguntaba, él rehuía del tema, daba rodeos y terminaba yéndose sin haberse explicado. Y a Aymee la duda la reconcomía por dentro. ¿Acaso era ella quien había hecho algo mal, quien se había equivocado? ¿Acaso le había ofendido en algún sentido, y él se callaba por... por no herir sus sentimientos? Los sentimientos de Aymee; ella, de aspecto frágil y altamente perjudicable... Pero cuando tomaba una decisión nada podía pararla. Ni siquiera él.

─Necesito que me lo expliques ─le pedía ella─. Dime por qué te comportas así, ¡no puedes alejarte sin darme explicaciones!

─Es complicado ─se defendía él─, y no podrías entenderlo. Llevaría mucho tiempo, y eso es algo de lo que ni tú ni yo disponemos en estos momentos. May, debes entenderlo. Debes comprender que solo intento protegerte, que yo...

─Ocultar la verdad no es un modo de proteger —interrumpió ella—, sino de herir aún más que si dices la verdad directamente. Y ya no soy un bebé, puedo cuidarme sola. Puedo aguantarlo; sea lo que sea que ocurra ─argumentó, completamente decidida. Y era cierto, que ella ya no era una niña pequeña. Pocas semanas atrás había cumplido dieciséis años, y eso era estar ya en mitad de la adolescencia.

─No podrías entenderlo, yo... —suspiró— Son demasiadas explicaciones.

Se le veía completamente abatido.

─ ¿Dejarás de venir?

─Te prometo intentar venir todas las noches. Y digo intentar —se apresuró; la mirada que en aquel momento ella le lanzaba no era muy amable. Estaba cargada de precaución.—, porque me han descubierto. Y nadie aprueba... esto. Existen normas.

«¿Y qué es "esto"?», quiso preguntar ella. ¿Las visitas furtivas cada noche? ¿Los sueños inacabados, en los que ella siempre despertaba antes de tener una oportunidad de hablar claro? ¿Las conversaciones a medias? ¿Los nervios previos a la hora de acostarse, sabiendo que él volvería, como prometió hacer cada noche hace años? ¿La inseguridad que sentía cuando él se iba, esa sensación de estar sola y desprotegida? ¿O las mariposas en el estómago? ¿La felicidad que experimentaba al verle llegar? ¿Las sonrisas y los secretos que habían compartido durante todo aquel tiempo? ¿Los años de mantener en secreto sus encuentros?

─Pues no puede ser por mi lado. Has debido de contarlo ─ella le miró, enfadada─, o han debido de descubrirte. Hace mucho tiempo me contaste que hacer esto requería privacidad, tiempo y poder. ¿En qué has fallado? ¿En el tiempo, te excediste? ¿O en la privacidad, y se te olvidó...?

─Ninguna de ellas ─se apresuró a aclarar─. Simplemente... Todo se registra. Y antes, Debs estaba de mi parte... Bueno, ahora también, pero ya no ocupa el mismo puesto. La degradaron. Y quien la sustituye no es lo que se dice... "permisiva".

─Lo que quiere decir que ni es tu culpa, ni es la mía.

─Claro que no, Aymee. Eh ─cogió las manos de ella entre las suyas, arrodillándose frente a la joven─, May, encontraré la forma de verte cada día, te lo prometo.

Sonrió, dando más fuerza a sus palabras. Aymee sonrió a su vez, aun sin estar del todo convencida.

La rutina siguió su curso, y Aymee asistió, con cierta melancolía, a la partida de Carehm. Primero, sus piernas se desvanecieron. Luego el pelo negro, poco a poco. Le apretó las manos. Quería captar lo máximo de él antes de que se marchara, y se encontró apretando tan fuerte que podría incluso hacerse alguna herida a ella misma. Se evaporó lentamente, hasta que llegó el momento en que ella dejó de notar sus manos. Lo último en desaparecer fue su rostro, en donde pudo observar de nuevo su sonrisa, que intentaba darle ánimos.

Faith [Fe]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora