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Carehm

No hubo nadie que le echara en falta. Durante la media hora que estuvo inconsciente, ni siquiera Pryce se atrevió a abrir la puerta. Se quedó fuera, esperando, inquieto; hasta que un aturdido Carehm se marchó sin decir ni una palabra; todavía mareado y con el suelo inclinándose levemente hacia los lados.

Subió las escaleras hasta el pequeño hall que hacía de entreplanta, entre la planta baja y el sótano, donde sólo unas pocas personas podían entrar. En el mismo hall convergían diversos caminos, que a su vez de dividían en más, y más... Ni siquiera el propio Carehm conocía el alcance y destino de todos ellos; a pesar de que, durante un tiempo, se dedicó a inspeccionarlos todos, y trazar un mapa de los que iba conociendo. A pesar de ello, sabía que todavía restaban túneles fuera de su alcance. Incluso había hallado algunos pasillos tapiados. ¿Cuál sería la razón?

Torció hacia la derecha por el pasadizo más cercano, con la intención de subir a su habitación y tomarse un tiempo antes de volver a los estudios –aquel intento de visita a su protegida le había dejado exhausto mental y físicamente; y pese a no haber tenido que realizar ningún tipo de ejercicio físico, sus músculos demandaban descanso urgente. Pero, justo antes de comenzar a subir por la escalera, escuchó pasos y voces que bajaban, apresuradas, hacia donde estaba él. Rápidamente, salió del mismo pasillo y entró en otro, casi al lado y paralelo, desde donde podría escuchar sin ser visto. 

Así, agazapado entre las sombras que le proporcionaba la estructura de la planta, asistió a la entrada de una pequeña comitiva: un par de guardias al frente, y otro par al final, y entre ellos... Keira, que hablaba con un joven de cabello y piel claros. Marchaban con mucha prisa, y Carehm apenas pudo discernir algo entre sus susurros. De todas formas, debía tratarse de algo importante, si exigía tal nivel de seguridad.

Intrigado, decidió posponer su descanso y seguirles. Ahora se movían por el pasillo que Carehm había recorrido en sentido contrario, y llevaba a un único lugar. 

Así que Carehm deshizo sigiloso el camino que había desde la sala del Portal, escondiéndose en las sombras de los pasadizos.

Los guardias se apartaron para que Keira abriera la puerta por sí misma. Y lo hizo, sí, violenta y brusca, entrando en la sala como un vendaval. Y aquel chico rubio la siguió, luego los guardias. Y finalmente, la puerta se cerró.

Carehm se acercó de puntillas a la puerta y apoyó la oreja en la madera. Volver allí tras las sensaciones que había experimentado hacía tan poco tiempo le provocaba escalofríos. Le incomodaba, le hacía sentir como si hubiera alguien con él... pegado a su espalda. Y pese a saber que era imposible, que sólo era su cabeza, jugándole una mala pasada, se giró para comprobar su espalda un par de veces. Cuando le surgió la necesidad de hacerlo una tercera, cerró los ojos y se obligó a sí mismo a mantener la cordura, y ceñirse a aquello que había ido a hacer: averiguar qué hacía su hermana y por qué estaba con ese chico desconocido.

Pero la madera era tan gruesa que el sonido apenas le llegaba. Y lo que conseguía escurrirse sonaba distorsionado.

A pesar de ello, se distinguían los timbres. Las entonaciones. Asociaba la voz con la persona. Y así, aunque no sabía exactamente el tema de la conversación, supo que Pryce estaba asustado. Que, fuera lo que fuera lo que pasaba ahí dentro, el chico que acompañaba a su hermana era el "poli malo" de la cuestión, y Keria, el "poli bueno" (una expresión que había aprendido de Aymee). Escuchó una amenaza, y luego el timbre femenino de su hermana, unido a un matiz duro, intimidante.

Y que fuera el que fuera el tema... Pryce les ayudaría. Carehm le escuchó, con mucha dificultad porque había bajado la voz, asentir.

El silencio que le llegaba de dentro se mantuvo. Carehm se pegó todavía más contra la puerta, esperando escuchar susurros. Pero para cuando se dio cuenta de que no habían bajado la voz, sino que habían dejado de hablar, ya era demasiado tarde incluso para alejarse de la puerta; y no digamos ya para esconderse en el pasaje por el que habían llegado. La única alternativa que vio fue esconderse detrás de la puerta una vez se abriera. Y, dado que aquel pasaje desembocaba en una única sala, como un callejón sin salida; aquel escondite a plena vista era su mejor opción.

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⏰ Última actualización: Aug 03, 2017 ⏰

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