Remover la mancha que dejó la salsa de mis jeans fue imposible. No pude borrar el gigantesco manto rojo que se esparcía en la tela cada vez que le esparcía agua o jabón. Fue una catástrofe. Lo único que logré fue volver aquel fuerte color un poco más tenue, pero se seguía notando a la lejos. Estaba perdida, y mi suerte y vida social pendían de un hilo. Solo podía esperar que un milagro me sacara de aquella espantosa situación.
El milagro llegó en forma de una chica asiática que se había sentado en la mesa de gente amigable con la que solo pude compartir unos escasos cinco minutos.
Cuando la vi salir de una de las cabinas con una falda larga color aguamarina en sus, mi corazón se tranquilizó de inmediato, ya que noté que estaba ofreciéndomela. Si hubiese podido tomar control de mi cuerpo, hubiera abrazado a esa chica con todas mis fuerzas, pero lo que hice fue agradecerle a montones empleando mi muy pacífico y bajo tono de voz.
—Mu... muchísimas gracias —le agradecí—. No sé qué habría hecho sin ti. En serio, gracias...
La chica sonrió y apoyó su mano en mi hombro derecho.
—Habrías esperado hasta llegar a casa acumulando rabia hasta ver a tu hermano y matarlo, me imagino.
Ambas reímos. ¿Sería ella la amiga que había estado buscando todo el día?
—Soy Kim Murakami, por cierto.
—Lo sé, escuché a mis amigas...
—¿Eres amiga de esas malditas? —se mordió un labio y apoyó su otra mano en mi otro hombro—. Bueno, en ese caso, cuídate de ellas. Seguramente te dijeron que me llamo Kim Murikikunakami, ¿no? O el más nuevo, ¡Kimiku!
Me pareció verdaderamente gracioso el tono burlón en el que dijo su ridículo apodo, por lo que nos quedamos varios minutos riendo y conversando hasta que se acabó la hora del almuerzo.
Al sonar la campana, automáticamente entraron por la puerta las tres personas que más ansiaba ver en ese momento: Brooke, Lara y Mindy. Parecían asombradas cuando me vieron interactuar con alguien que no fuera ellas. Bueno, si a lo que hacía con ellas se lo podía llamar interactuar.
—¡Mel! ¡Kimiku! ¿Qué hacen aquí? —exclamó con un tono de falsa amistad Brooke—. ¡Llegarán tarde a clase!
—¡Sí! Veo que entiendes las ganas que tenemos que salir de este baño, Brooke... —le respondió Murakami, devolviéndole el tono a la perfección—. Vámonos, Meli.
Pero no me dejaron escapar de ellas tan fácil, ya que al verme intentar fugarme de allí, me detuvieron antes de llegar al umbral de la puerta, y como yo estaba detrás de Kim, ella quedó fuera del baño y yo dentro. Eso fue un gran problema, ya que Lara y Mindy bloquearon la salida para asegurarse de que nadie entrara o saliera de allí.
—Kimiku, te sugiero que te vayas —le dijo Lara, sin siquiera mirarla.
—¿Y quién te crees tú para darme órdenes, Lara? —se defendió ella lo mejor que pudo.
—¡Esfúmate, coreana! —se enfureció Mindy de repente.
—De hecho, soy... —quiso objetar ella, pero no se lo permitieron, ya que en seguida las tres cerraron la puerta con traba. Me pregunté qué cosa tan importante tenían que decirme como para hacer tanto drama. Y lo peor de todo, ¿por qué no querían que estuviera Kim presente? Tuve escalofríos momentáneos.
Se me quedaron mirando las tres con el ceño fruncido por un largo rato.
Brooke comenzó a caminar lentamente hacia mí. Cuando me alcanzó, tomó un pedazo de la falda con sus manos, examinó la tela con las yemas de los dedos y luego la soltó con una expresión de asco en su rostro. Luego les indicó a sus amigas que también vinieran a sentir la tela de la falda con sus manos, para que continuaran creando más y más expresiones de repulsión y burla en sus caras. Aunque en verdad, lo único repulsivo que podía verse eran sus personalidades marchitas.
—Escucha, Mel... Estamos enfadadas contigo. Muy enfadadas —comenzó a decir Brooke, fingiendo que le importaba en serio lo que yo podía ser. Me irritaba muchísimo que simulaba que tuviéramos una amistad y que yo no pudiera hacer nada al respecto. ¿Habré estado viviendo así por tanto tiempo como para que esta chica me hiciese ese truco tan bajo sin esperar que me diera cuenta?—. Es que... Te dijimos que no hablaras con perdedores como ella.
«Bueno —quise responder—, discúlpame por intentar socializar con gente normal, a diferencia de ti».
—Sí, Mel. ¿No ves que lo hacemos por tu bien? —siguió el juego Mindy—. Solo queremos cuidar tu reputación, ¿sabes?
—Sí, perdonen chicas... Es que tenía que agradecerle por darme la falda —dije, careciente de autoestima.
—Asquerosa falda, querrás decir —agregó Mindy, entre risas malvadas—. Aunque es mejor que quedarse en pantis, ¿verdad?
—Supongo...
—Bueno, bueno. Estupenda conversación, pero no es lo que vinimos a decirte —dijo Brooke.
«Al fin una de ellas es directa, Jesucristo», me alivié.
—Lo que hiciste estuvo mal, así que luego de terminar nuestros trabajos, no te hablaremos por varios días. Considéralo tiempo para... reflexionar, ¿de acuerdo? Aunque no significa que dejaremos de ser amigas...
—No... Lo siento tanto... De verdad —comencé a llorar.
«Rayos —maldije—. ¿Podría haberme rebajado todavía más?».
—No estés triste, Mel... —empezó a decir Lara de una forma amable que no parecía falsa en absoluto, pero Brooke y Mindy la detuvieron, y luego se despidieron secamente. Cuando por fin salieron por la puerta, la expresión en mi rostro era totalmente la opuesta a la que en verdad debería haber tenido. Estaba llorando torrencialmente, y mis globos oculares estaban totalmente enrojecidos, cosa que volvía el color gris de mis ojos todavía más claro. Visto desde otro panorama, era muy bello aquel momento, considerando que mis ojos se veían casi bonitos, de no ser por parecer tomates.
La cosa era que me encontraba como si se me hubiera muerto un ser querido o algo así. ¿Tanto me creía amiga de esas chicas? Era increíble. ¿Tan ciega había estado por tanto tiempo? No quería pensar que sí. ¿Iba a seguir viendo estas horribles cosas sin poder siquiera defenderme? Y sobre todo, ¿Por qué tenía unas ansias tan fuertes de cambiar cada cosa que vi ese día? Demasiadas dudas y tan pocas maneras de descubrir la verdad.
Pero sabía que debía buscarle el lado positivo. Una de las mejores teorías que se me ocurrieron fue la de que tener amnesia y poder ver todo lo ocurrido ese día de un punto de vista observador era una bendición y no una pesadilla, ya que al poder presenciar esas cosas podía saber exactamente lo que debía modificar en mi personalidad para poder ser feliz, ya que, por lo que vi, yo no era una persona feliz.
Tuve que secarme los ojos lo más rápido que pude y tratar de entrar en el salón de clases pretendiendo que el contratiempo que había tenido era el de tener que cambiarme de ropa y no el de llorar por cosas innecesarias. Aunque podía ser que no lloraba porque me creía amiga de esas chicas y me sentía mal por haberlas decepcionado, sino que había una razón mucho más filosófica y profunda que ello. Como por ejemplo que me había dado cuenta de que ya no podía vivir así o que un cambio en mi vida era imprescindible.
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El Último Regreso
Teen FictionAl morir Skylar, se entera de que es un ser evolucionado y que tiene la oportunidad de cambiar la vida de una adolescente tímida e insegura, tomando el control de su cuerpo. Ella acepta ayudarla, pero comienza a darse cuenta de que es un trabajo más...