—¿Se acuerdan de la cara del tipo al ver lo que teníamos? —especuló Harry muerto de risa, luego de que nos halláramos a salvo detrás de un espacio escondido entre los árboles de un parque—. Claramente quería un poco.
Todos estallaron de risa. A mí me resultó algo gracioso, pero como todavía no podía controlar del todo mis actividades, no moví un músculo en señal de risa. Al parecer mi cuerpo seguía bastante alarmado por el hecho de haber descubierto el gran secreto de Kendall, pero yo no repercutí en ello, considerando de que lo había conocido ese mismo día por la mañana. Pero me di cuenta de que, poniéndome en el lugar de hermana de él, era bastante feo enterarse de algo así.
Igualmente, estuviese disgustada o no con aquello, no podía arruinar su fiesta. Quería de alguna forma llevarme bien con mi hermano, y era más que obvio que delatándolo no iba a ser un buen comienzo.
—Casi olvidé por qué corrimos tanto —rio mi hermano—. Pásame un poco, Harry.
Al recibir Kendall su porción de polvo, mi cuerpo automáticamente se volteó, para evitar ver a mi hermano en tal desagradable situación. Fue un comportamiento infantil, pero sabio a la vez. Después de todo, ¿a quién le gustaría ver a su hermano mayor, quién debería ser su ejemplo a seguir, cayendo en tales adicciones?
Pero no evité la catástrofe al fin y al cabo, ya que Kendall me preguntó por qué no lo miraba, y le respondí que si lo miraba, iba a tener que dar por hecho q ue él se drogaba, e iba a tener que delatarlo con nuestra madre por la culpa.
Luego me ofreció un poco y lo rechacé hecha una furia. Me sentí feliz porque finalmente demostraba algo de carácter, cosa que no había podido hacer en todo el día.
—Y te quejas de que no eres popular —resopló él—. Si te comportas así es obvio que nunca...
—Qué gran hermano mayor eres, Kendall —se burló Jacob, que al parecer era muy amigo de mi hermano, ya que parecía ser el líder del grupo, al que nadie se atrevía desafiar, o por ahí solo un chico que quería destronarlo—. «Tienes que drogarte para ser popular», le dices. —luego me miró—. Chica, con emborracharte alcanza.
—Wow, que gran mejor amigo del hermano. Se supone que tú también deberías darle consejos —siguió mi hermano. «Al parecer sí son muy buenos amigos», pensé.
Jacob puso los ojos en blanco.
—Mira, ambos concordamos en que debería dejar de comportarse como una niña.
Sentí el impulso de querer defenderme de aquel comentario por alguna razón, aunque la verdad no me afectó mucho psicológicamente. Porque, ¿debería importarme lo que decía ese chico? ¿Cuál era la definición de comportarse como una niña? Claramente, de haberme portado así, habría llorado o algo parecido. Pero me lo había tomado bastante bien y había actuado de acorde a lo que una persona prudente hubiese hecho.
Pero seguramente Jacob se refería a que no tenía la actitud de una chica popular, cool, buena onda. Según él, una chica así hubiese aceptado la droga felizmente, no como yo, que la rechacé, con la idea de salvar mis neuronas en el cerebro, que tan preciadas eran.
—No soy una niña —refunfuñé mientras me levantaba para irme.
—Entonces pruébalo —me desafió Jacob. Luego se dirigió a otro chico, que tenía una mochila enorme—. Pásale una cerveza.
El chico arrancó una lata de un six-pack y me la arrojó. Por suerte, la tomé con firmeza. Luego la abrí y tomé un sorbo largo. Eso, obviamente no era algo que hice voluntariamente, ya que mi idea era huir, pero permanecer callada frente al asunto. Pero comprendí totalmente aquel comportamiento: mi otra yo se sintió amenazada y decidió que probándole a ese montón de idiotas que podía estar a su altura iba a hacer que cambiaran su idea acerca de mí. Que pensaran que era una chica buena onda.
El gusto del sorbo casi me saca el vómito de un tirón, pero yo seguí ingiriendo la cerveza hasta acabármela. Estaba realmente horrible. Pero lo que me subió no fue el vómito, sino que fue una sensación en la cabeza difícil de explicar. Sentí como un revuelo en mi interior, y mi cuerpo comenzó a volverse ligero, junto con mi capacidad de mantenerme parada.
Todos se me quedaron mirando, asombrados. Excepto mi hermano, que a pesar de estar alucinando, no mostraba una sonrisa en su rostro. Eso fue antes de que el efecto le pegara más duro, porque luego sonrió y luego vitoreó mi hazaña. Pero aunque duró por un poquito, disfruté saber que mi hermano sí se preocupaba por mí, y toda esa fachada de que me odiaba era mentira.
—¿Fuerte, no? —me dijo Jacob, con una sonrisa maliciosa—. Felicidades, fuiste la primera de nosotros en probar la cerveza siberiana.
—¿Cerveza siberiana? —cuestioné. ¿Acaso tenía alguna diferencia de la común?
—Tiene 10 veces más graduación de alcohol que la normal. Al parecer los rusos son chicos malos —estalló a carcajadas junto con sus amigos—. Supongo que te hará mucho efecto ya que es tu primera vez... Calculo que te llegará en tres... dos...
—Jaaaaaaaaaaa —reí y caí al suelo, al recibir un boom en mi cerebro. Sentí como el cuerpo se me ablandaba todavía más y todo a mi vista de volvía borroso. Sentí como encontraba cómica cada cosa que escuchaba, y como el mundo se volvía feliz y observé a todos compartir esa sensación.
—¿Está buena? —me gritó Jacob, agitándome en cámara lenta.
—Pruébalaaaaaaaaaa, zopenco —sugerí.
En eso, se levantó otro chico, que parecía ser el payaso del grupo, ya que no había parado de hacer bromas desde que habíamos escapado del policía, cuyos chistes se hicieron mil veces más graciosos al surtir efecto la bebida en mí.
—Chicossssss, ámenme, ¡me enteré de una fiesta hoy en la mansión de Brooke Wilson!
—¡Vamos! —chillé de la alegría. La verdad que Brooke era una persona horrible, pero era mi mejor alternativa de hacerme popular, que aparentemente era lo que deseaba mi otro yo, que dominaba casi todo lo que había mi cuerpo, aparte de que mentalmente no me encontraba estable como para analizar las consecuencias de todo lo que implicaría hacer más turbia aquella tarde.
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El Último Regreso
Teen FictionAl morir Skylar, se entera de que es un ser evolucionado y que tiene la oportunidad de cambiar la vida de una adolescente tímida e insegura, tomando el control de su cuerpo. Ella acepta ayudarla, pero comienza a darse cuenta de que es un trabajo más...